Murió hace 55 años pero todavía hoy sigue siendo considerada como una de las mujeres más sensuales del siglo XX.

Marilyn Monroe fue -y sigue siendo- efigie de la belleza pícara y curvilínea, un ícono pop y un símbolo sexual que perpetuó su imagen de mujer sensual en el imaginario de chicos y grandes.

La actriz estadounidense tuvo un trágico final: falleció el 5 de agosto de 1962, se dice que a causa de una sobresosis de barbitúricos en medio de circunstancias que nunca fueron esclarecidas.

La diva de Hollywood fue encontrada estirada boca abajo en su cama, con su rubia melena sin teñir, sin depilar e incluso sin dientes, según se relata en el libro Pardon My Hearse.

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En la autopsia, guardada por años bajo un estricto secreto profesional, también se reveló que Norma Jeane Mortenson -nombre verdadero de la actriz- usaba prótesis para acrecentar sus senos y aparentaba tener más de 36 años.

Murió sola, atormentada por sus depresiones y dejando esa eterna imagen de glamour y sensualidad, a la que siempre acompañará un imperturbable halo de misticismo. 

Marilyn, una de las mujeres más famosas de la historia moderna, escondía bajo una coraza de rubia despampanante y arrebatadora, una fragilidad a flor de piel producto de una infancia rota de cuyos fantasmas nunca logró escapar.

“Murió con 36 años dejando un imperio fascinante”, dijo a Efe Martin Nolan, director ejecutivo de Julien’s Auctions, la casa que el año pasado lanzó una subasta de objetos pertenecientes a la diva en conmemoración entonces del 90 aniversario de su nacimiento.

“Tuvo una infancia muy difícil. Creció en hogares de crianza mientras su madre estaba ingresada en un centro psiquiátrico. Nunca conoció a su padre. Se casó tres veces, pero nunca encontró la lealtad ni la cercanía de sus parejas. Escribía poesía para refugiarse del exterior”, señaló Nolan, gran conocedor de la vida de la artista.

“Era muy vulnerable e insegura”, añadió. “Por eso, para conseguir la fama, creó esa personalidad de mujer explosiva, voluptuosa y sexual. Levantó su propia empresa e hizo sus propias películas. Al final, quería escapar de todo lo que había logrado, pero era demasiado grande”, indicó.

Interpretó a un sinfín de “rubias tontas” en Hollywood, pero no fue una de ellas.

Se alzó con tres Globos de Oro: ganó como mejor actriz de comedia por Some Like it Hot (1959) y los otros dos fueron honoríficos como la actriz favorita del público. Grabó sus huellas en el Paseo de la Fama de Hollywood en 1960.

Su estrella sigue siendo una de las más buscadas y fotografiadas por los curiosos.

Norma Jeane Mortenson, hija de Gladys Monroe (editora en varios estudios de Hollywood) y Edward Mortenson, nació el 1 de junio de 1926 en el hospital del condado de Los Ángeles, actualmente conocido como el centro médico LAC+USC.

Tras una infancia sumida en orfanatos, se casó a los 16 años con James Dougherty, un trabajador de la empresa aeroespacial Lockheed Corporation. El matrimonio apenas duró cuatro años y se divorciaron en 1946, momento en el que Norma Jeane comenzó a modelar en trajes de baño y a lucir su melena oxigenada dando origen a esa perfecta mezcla de inocencia y sexo.

Algunas de aquellas instantáneas se publicaron en revistas y llamaron la atención de Howard Hughes, el presidente de RKO Pictures, quien le ofreció su primera audición. Aconsejada por el agente Ben Lyon, prefirió escuchar al estudio rival 20th Century-Fox y firmó su primer contrato: $125 a la semana por un periodo de seis meses. El mito daba sus primeros pasos.