María se concentra en su plato cuando tiene que comer, mueve sus manos de maneras llamativas y le gusta pellizcar a las personas que quiere mucho o de las que quiere llamar la atención. María es autista.

Ocho años después del primer libro sobre su hija, Miguel Gallardo publicó "María cumple 20 años", en el que quiso hacer visible la realidad de una adolescente con esta condición. "El tópico es que solo hay niños autistas. Y los niños, se comporten bien o mal, al fin y al cabo son niños, y todo el mundo puede aceptarlos. Pero cuando son adultos, las familias lo pasan mal y los padres generalmente estamos poco preparados", dice Gallardo en entrevista con "El Mercurio".

"No se visibiliza a los autistas adultos. Y, además, yo quería explicar la evolución de María, explicar sus gustos actuales, qué hace".

En ambos libros, Gallardo cuenta la experiencia de las vacaciones que pasa con su hija. "María habla en voz alta, a veces grita, camina mal, hace movimientos con las manos, todo el rato es como si fuera un espectáculo", dice.

Así, en el aeropuerto o en la calle, hay situaciones en las que su hija llama la atención. "María rompe las normas, es como especie de punky ".

"No somos contagiosos"

Por eso, uno de los capítulos del libro se llama "Miradas" y allí, acompañado de dibujos, se puede leer: "A veces paseamos por la calle con María y la gente mira. Las miradas se concentran. A veces las siento en mi cogote. Dan ganas de girar la cabeza como la niña de 'El exorcista' y largar un discursito. 'Sí, señoras y señores, somos un poco rarunos, pero no somos contagiosos'. Y pasarme un poco de la raya. 'Es más, la mayoría de ustedes son bastante más raros que María, ¿o no?'. En las pelis queda muy bien, pero en la vida real no es tan fácil...".

Para él las miradas ajenas todavía son un reto, aunque su hija ni les haga caso.

Según Gallardo, hay temas que no han cambiado con el paso de los años -María todavía grita y necesita apegarse a una rutina-, pero también reconoce que tiene intereses nuevos: "Está enloquecida con la música".

Otra de las pasiones que ha desarrollado en el último tiempo es dibujar, aunque sus incursiones al principio no hayan sido del todo comprendidas por su padre. Por ejemplo, él pensaba que dibujaba unos pájaros similares a Angry Birds, hasta que un amigo le explicó que eran rostros con la boca abierta.

Pero eso no impide que el padre siempre esté dispuesto a dibujarle a su hija las "listas" de todos los nombres de las personas que ella conoce. "Con María nos comunicamos a través del dibujo. Ella, como muchas personas con trastorno autista, recuerda el nombre de todas las personas que ha conocido en su vida. Ella me dice las listas y yo le dibujo a las personas y le pongo el nombre encima, aunque ella no sepa leer ni escribir".

El futuro

Una de las lecciones que Miguel Gallardo ha aprendido con su hija es a no adelantarse a los problemas. "Cada época tiene su preocupación particular. Este año, por ejemplo, María ha acabado la escuela y ahora empezará en la escuela para adultos y ya veremos cómo lo encajará y qué pasará cuando nosotros no estemos".

Por eso, una de las últimas reflexiones del libro es sobre el futuro. "No hay un manual con instrucciones. Y en la siguiente parada solo habrá más preguntas... que, con el tiempo, se repiten: ¿Qué pasará? ¿Quién cuidará a María cuando May y yo no estemos? ¿Quién la querrá como nosotros? ¿Será feliz María?".