El profesor José Lee Borges publica el libro "Los chinos en Puerto Rico", primer texto dedicado a esa población en la isla que recoge la historia de este grupo asiático en el territorio caribeño desde el siglo XIX al presente.

En entrevista hoy con Efe, el hijo de padre chino y madre cubana sostuvo que el libro presenta "una mirada inteligente y sentida de lo que significó ser chino en Puerto Rico", a partir de la desgarradora y forzosa inmigración hace dos siglos de los presos del país asiático que llegaron desde Cuba.

El libro incluye una introducción en la que Borges relata su niñez y "el concepto de ser chino", a la que siguen cuatro capítulos sobre los trabajadores que llegaron a Puerto Rico desde Cuba, el proceso de transición de los trabajadores que cayeron presos, los obreros en la isla y cómo la prensa puertorriqueña presenta la imagen positiva y negativa de los chinos.

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Borges, de 41 años, dijo que la mayoría de la información que encontró y publicó después en su libro proviene de una extensa investigación de diez años hallada en el Archivo General de Puerto Rico.

Relató que el primer grupo de chinos -350 exactamente- que llegó a Puerto Rico fue para trabajar en la construcción de la "Carretera Central", específicamente en la sección de Caguas a Cayey, municipios del interior de la isla.

"Inclusive, los capataces en Puerto Rico enfatizaban que sin la mano de obra de los chinos nunca se podría haber completado la carretera", señaló Borges, que presentará su libro este jueves en la Antigua Casa Alcaldía de Caguas.

Estos chinos primero emigraron a Cuba y luego llegaron a Puerto Rico después de escapar de su país debido a los conflictos generados por las Guerras del Opio, conflictos bélicos ocurridos en el siglo XIX que enfrentaron a China con el Reino Unido.

Este primero grupo llegó a Cuba a trabajar por contratos en los campos de azúcar y aunque según Borges se suponía que los chinos trabajaran un máximo de doce horas diarias en la mayoría de los casos sobrepasaban ese tiempo por decisiones de los propietarios de las haciendas.

"Cuando llegaban a las haciendas el hacendado no les pagaba y muchos comienzan a tomar venganza. Terminaban presos, cumplían sus condenas y los traían a Puerto Rico porque hacía falta mano de obra", contó el catedrático de Historia y Humanidades.

"Una vez cumplen sus condenas se quedan a vivir en Puerto Rico y comienzan a montar las fondas de comida china", resaltó Borges sobre estos restaurantes, como el abierto en la Calle Tanca del Viejo San Juan en 1890.

Borges admitió que la mayoría de los 17,000 chinos que residen actualmente en Puerto Rico trabajan en los aproximadamente 600 restaurantes de comida china, los cuales aseguró que sobrepasan a los establecimientos estadounidenses del comida rápida.

Recordó que su padre también fue también propietario de un restaurante chino en Puerto Rico.

Los propietarios alquilaban habitaciones -no en las mejores condiciones- a sus empleados, lo que dio lugar a una imagen negativa a la que contribuyeron los anuncios publicados en los diarios del siglo XIX y XX.

"El lado positivo fue que los chinos son sumamente inteligentes, tienen buena educación y son disciplinados. La negativa alude a que comen perros y su higiene no es muy buena, pero no todas son ciertas", dijo Borges.

El libro, que cuenta con más de 400 páginas y 50 fotografías, incluye el retrato de un chino trabajando en el faro de Culebrita, uno de los 15 puestos de vigilancia que usaban los militares estadounidenses en Puerto Rico, cuya construcción comenzó en 1882 y se completó en 1886.

Borges, nacido en la ciudad de Miami, añadió que otro grupos de chinos emigraron a la ciudad estadounidense de San Francisco para trabajar en la construcción del ferrocarril y otros a Panamá para elaborar en el Canal de Panamá.

Es por ello que actualmente existen barrios chinos en Cuba, Panamá, San Francisco, Perú, así como en otras ciudades estadounidenses y latinoamericanas.