Muchas historias podrían contarse en torno a la casa González Cuyar, que se ve desde la calle del Parque, en Santurce. Aquella, de majestuosa entrada y paredes con apariencia de piedra, sería el punto de partida para conocer una anécdota interesante de la niñez de Ricardo Alegría o abundar sobre los primeros trabajos en escultura de Jaime Suárez.

 

Sin embargo, cuando se trata de hechos reales, hay quienes aseguran que la casa en sí tiene la capacidad de dialogar y no necesita recurrir a narraciones de segundas o terceras personas para contar su historia y continuar siendo atractiva, mucho menos ahora, en plena celebración de su centenario.

Esta estructura, sede del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico (CAAPR), fue rehabilitada en 1994 por la arquitecta Beatriz del Cueto, quien, a falta de documentos auténticos sobre los elementos originales de la estancia, simplemente dejó que la casa le hablara. “Como no había documentos históricos propiamente de la casa, se documentó lo que se veía, así que la casa misma fue la que nos habló, nos dijo cómo ella estaba construida”, explica la experta.

Sólo así, entre 1993 y 1994, se le devolvió estabilidad estructural, adaptándola a los códigos de construcción del momento y sin perder la forma y textura. Primeramente, se arreglaron los techos y se adecuaron los pisos en madera. La finalidad era reconstruir una apariencia que, aunque no es 100% original, guarda elementos propios de la arquitectura de finales del siglo 20.

“La idea era devolverle a la casa su condición original, aunque se tuviera que adecuar a las necesidades específicas del Colegio”, comenta Del Cueto. Por eso, en vez de habitaciones hay oficinas; en lugar de espacios sociales hay áreas de exhibiciones fotográficas, y lo que antes se consideraba una cocina ahora es un amplio salón de conferencia.

"Nuestra intención es que la casa González Cuyar se convierta en un destino cultural y no solamente en uno gremial”, declara Rafael Castro, presidente del CAAPPR, quien reconoce las labores realizadas en dicha estructura como un modelo por seguir para conservar el patrimonio histórico a la vez que se adecuan los usos a las necesidades actuales de la sociedad. 

UNA ESTANCIA SOBRESALIENTE

Según datos suministrados, la casa González Cuyar albergó no solamente a la prominente familia de la cual adquiere su nombre, sino también a los Montilla, los Suárez y los Alegría. La estructura no sufrió alteraciones significativas a lo largo del tiempo, y en varias ocasiones sirvió como centro de la comunidad santurcina. Se dice que durante el huracán San Ciprián (1932), los vecinos acudían a la casa para abastecerse del agua almacenada en la cisterna de la residencia, en ese entonces de los Montilla.

Arriba, miembros de la familia González Cuyar frente a la casa.

Se argumenta que ya para los años en que la habitó la familia Alegría, los niños del área usaban la extensa y variada colección de tomos de la biblioteca de don José, que funcionó como un centro de estudio de la comunidad. Igualmente, el espacio de la biblioteca, el salón de mediopunto, fue dividido para acomodar un salón de música en el que la compositora mexicana María Grever compuso Muñequita linda durante una visita a Puerto Rico. 

REHABILITACIÓN DECIDIDA

Finalmente, en el 1977, la casa se dejó de usar como residencia unifamiliar y, en años subsiguientes, fue vendida por la familia Alegría al CAAPR. La entidad, en aquel entonces, solamente fungía como gremio para los arquitectos, ya que no se acuñaba el término de paisajistas.

A los pocos años, como dueño titular de la propiedad, el Colegio decidió rehabilitarla y transformarla en su sede. Ya en 1993, la arquitecta Beatriz del Cueto y su equipo se encargan de llevar a cabo la transformación del recinto, que pasa de ser una vivienda unifamiliar a un centro para profesionales. Por eso, por ejemplo, los baños ya no tienen bañeras, además de que fueron reubicados, y las persianas fueron cambiadas por ventanas con vitrales o cristales pintados para así conservar la temperatura del acondicionador de aire.

“Todos los proyectos de restauración y rehabilitación son únicos y tienen su complejidad. Quizás, lo más difícil de todo esto fue la falta de fondos. Se empezó por lo más crítico, que fueron los pisos y techos, porque había que hacerlo. Todo lo demás, como puertas interiores y ventanas, fue ocurriendo una  vez el Colegio fue mudado. Para todos los efectos, yo como arquitecto nunca he visto esta casa terminada; el medio punto se quedó sin restaurar, se han quedado algunas puertas sin instalar”.

A grandes rasgos, la estructura mantiene su arquitectura original y continúa siendo modelo de la arquitectura ecléctica, con influencias de las prácticas italianas, venezolanas y del bungalow victoriano.

De esta manera, prevalecen elementos únicos como los plafones o techos repujados, el patio interior con el árbol encontrado al momento de iniciar la rehabilitación, algunas de las losas originales de los pisos y su amplio balcón, entre otros.

“Lo que no queríamos perder en ningún momento era el protagonismo de la casa. La casa es la protagonista aquí, no los que trabajamos en ella. La casa ya había sido diseñada por Rafael del Valle Zeno y queríamos que su casa, como él la había diseñado, siguiera a través del tiempo”.

Al sumar cuentas, se trata de una unión balanceada, ya que se aprecian rasgos de la época, los contemporáneos y los más modernos. Éstos últimos son evidentes una vez se pasa al anexo que alberga las oficinas del Colegio, salones multiusos y estacionamiento soterrado. El edificio de tres niveles fue construido hace dos años en la parte de atrás sin restarle protagonismo a la casa. 

PRÁCTICAS Y ELEMENTOS DESTACADOS

Plafones de latón repujados

Los techos internos están ornamentados o labrados con diseños únicos e irrepetibles, que delimitan cada espacio de la casa y son distintos para cada área. “La casa te va a decir, esto fue siempre un espacio porque el plafón es único”. Éstos, para la época de construcción, se mandaban a pedir por catálogo. En el proceso de rehabilitación se optó por desmontar y reparar los que aún servían, mientras que los insalvables tuvieron que ser recreados en fibra de cristal o fiberglass utilizando como molde los plafones originales.  

Losa criolla o hidráulica

"A causa del deterioro de las losas criollas originales, se reurrió a las pocas que aún servían y se creó un diseño en conjunto con otras losas, también de elaboración artesanal, provenientes de Industrias Aguayo, en Santo Domingo, República Dominicana. De esta manera, el piso de losas es un elemento que integra dos tiempos sin que uno se destaque más que el otro", asevera la experta.

Pedidos por catálogo

Muchos de los materiales que utilizó el arquitecto Rafael del Valle Zeno fueron ordenados por catálogo, una práctica innovadora en la manera de hacer pedidos en el área de la construcción. De la misma manera, lo hizo el equipo de la rehabilitación. “Esas columnas (en el balcón) se volvieron a ordenar a la misma fábrica donde se ordenaron originalmente”.