Mitos de la decoración de interiores
Descubre porqué es recomendable contratar estos profesionales y su pertinencia en habilitar espacios únicos, acogedores y no necesariamente lujosos.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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Esa aura de glamour que pueden proyectar los artífices del diseño, muchas veces se viene abajo una vez se descubre en qué exactamente consisten sus trabajos.
Aunque varios programas de televisión, transmitidos por cable, como Design Star (HGTV) y Extreme Makeover Home Edition (ABC) nos dan una noción de las cualidades y destrezas de un diseñador y decorador de interiores, también resulta conveniente descubrir cómo se trabaja la profesión en Puerto Rico, las fluctuaciones de costos y tipos de facturación, y alguna que otra situación a la que te puedes exponer al contratar este servicio.
La idea es que te informes sobre los beneficios del mismo, los pros y contras de contratar a un experto en la materia y, sobre todo, que no subestimes la posibilidad de acertar con una cotización que se adapte a tu presupuesto. A fin de cuentas, muy pocas cosas están de más cuando nos urge transformar nuestros espacios como bellas portadas de revistas.
MITO 1: PRESUPUESTO ABULTADO
La idea de que los precios por este servicio te vaciarán los bolsillos o sólamente van de la mano con los presupuestos más abultados, bien puede ser errónea. Como regla de oro, Roberto Lucena, presidente del Colegio de Diseñadores y Decoradores de Interiores de Puerto Rico, asegura que el costo del trabajo dependerá de la necesidad del espacio.
Otro aspecto a considerar es que se trata de un trabajo adaptable a las prioridades, presupuesto y gustos del cliente y por eso en la industria se dan diferentes formas de cobro. Una alternativa económica es el servicio de consultoría. Muy recomendado para personas con poca visión pero con mucho tiempo disponible, destaca Lucena, este tipo de facturación te brinda una asesoría inicial y te permite continuar con el proyecto por tu cuenta. Puedes coordinar una segunda revisión con el diseñador y obtener los detalles finales del concepto que deseas crear.
Cuando se trata de una facturación por hora, el costo debe rondar entre los $65 hasta unos $200, dependiendo del renombre o las políticas del profesional seleccionado. “Cuando se trabaja por hora usualmente se incluye todo; planos, diseño, ejecución conceptualización, supervisión y subcontratación”, explica el también experto Gerardo Malavé.
Otros tipos de facturaciónse basan en porcentajes, usualmente entre un 18 y un 20% del costo final del proyecto; cuota fija, la cual se establece en el contrato previamente; o una combinación de los tres tipos de cobros, una alternativa recomendada en obras complejas.
MITO 2: DE COMPRAS TODO EL DÍA
Para muchas personas ir de tienda en tienda es un pasatiempo muy bien cotizado, pero seguramente cuando se trata de varios días en el proceso, buscando buenos precios y calidad, a fin de armar una unidad de diseño, salir de “shopping” pierde todo su atractivo. Precisamente, para evitarte esas horas de cansancio y, además garantizarte un trabajo profesional, pensado en tus gustos y necesidades, está el diseñador de interiores.
“El diseñador te va a liberar de invertir tiempo. Yo como diseñador tengo el concepto en mi cabeza y voy a darle al cliente las opciones. A lo mejor un cliente ve un mueble que le gustó en una tienda, pero no sabe si le conviene por las dimensiones, el concepto, la textura y el uso que le va a dar una vez lo tenga en su casa”, aclara Lucena.
Inicialmente, el sistema de trabajo consiste en visitas y entrevistas, donde se toma la necesidad del cliente y se atempera a la noción del buen diseño. Se hace el “croquis” y se le presenta al cliente y éste hace cambios o lo aprueba tal cual y se hace el contrato. Luego se pasa a realizar el trabajo y “hay entonces es que viene lo bueno”, comenta Malavé.
“Como diseñador pasas a subcontratar, contratistas como ebanistas, albañiles, plomeros, electricistas y a comprar muebles. Nosotros podemos supervisar parte de la obra si el cliente desea, y también, considerando la complejidad de la faena podemos trabajar con un contratista, ingeniero o arquitecto, hacemos el trabajo de diseño interior en coordinación con estos profesionales”.
MITO 3: EMPEZAR DESDE CERO
Otro de los temores que con regularidad pueden cohibirte de contratar a un diseñador está sujeto a la idea de que invertirás mucho dinero en piezas nuevas o tendrás que, obligatoriamente, deshacerte de esas adoradas sillas que te dejó tu tía abuela como herencia. Afortunadamente, nada más lejos de la realidad.
A juicio de Malavé, “se supone que un buen diseñador se amolde a los gustos del cliente, a su personalidad y le saque provecho a todas las piezas que le gustan al cliente. Un ejemplo es si tienes un sofá de líneas antiguas forrado en damasco y lo que quieres es actualizarlo, a lo mejor lo que le quitas es el tapizado por algo más moderno o pintas la madera”, recomienda.
Por su parte, Lucena advierte que en el camino te podrás topar con algunos profesionales que sólo se sienten cómodos comprándolo todo nuevo. “Yo prefiero ver todos los ángulos del proyecto. Preguntar qué se quiere sacar y con qué quiere quedarse, cuestionar las sensaciones que quieres tener en el espacio y la sensación que quieres crear en las personas que te visiten, que son dos cosas diferentes. Luego de eso, a través del diseño y conocimiento se crea el concepto, en el que muchas veces se mantienen piezas con las que nunca se pensaron quedar”.
MITO 4: ACEPTARLO AUNQUE NO QUIERAS
Acudir a los servicios de un diseñador te permite expresar tus gustos y conocer la opinión profesional, todo a fin de crear y mantener un balance. “El diseñador es como tu consejero, no se deben asustar ni intimidarse, estamos ahí para ayudar, nos encargamos de darle un toque armonioso y de crear un ambiente agradable que propicie la interacción familiar, crear áreas que se utilicen, ése por lo menos es mi concepto”, abunda Malavé.
Este trabajo se asemeja al de un diseñador de moda o un estilista, cada uno tiene su forma de trabajar o de llevar su profesión. Lo ideal es que no te desalientes y trates con una segunda o tercera opinión.
Para conocer mejor al diseñador, primero llama por teléfono y entrevista a la persona por unos cinco minutos. “Ahí te das cuenta si hay buena química entre tú como cliente y este profesional”, dice Lucena. Eso sí, considera que aun es muy temprano para cuestionar sus precios.
Otra manera de asegurarte de contratar al diseñador perfecto para tu proyecto, es pidiendo referencias, muestras de trabajos por correo electrónico o llamando al Colegio de Diseñadores para saber si la persona está al día con sus permisos o si tiene algún problema de caso de ética. Una vez identifiques que se trata de la persona adecuada y coordinen la primera visita, ten presente preguntarle previamente si este primer encuentro será facturado y cuál es su tarifa.
MITO 5: CUALQUIERA PUEDE EJERCER
Para ejercer esta profesión se necesitan unos estudios con grado universitario, permisos y decenas de horas en educación continua.
“Muchas personas desconocen que para nosotros estar al día debemos estar licenciados y colegiados, que son dos procesos diferentes”, detalla Lucena. Esta licencia es expedida por el Departamento de Estado -entidad que otorga el número de licencia- pero para obtenerlo el profesional debe llevar evidencia de que pagó su cuota de colegiación, unos $150 anuales.
“Cada tres años debemos renovar la licencia y tomar por lo menos 45 horas contacto de educación continua, las cuales se programan a través del COODI o extramuros”. Este término, según indica el experto, se refiere a las conferencias o talleres que el organismo no coordinó pero que sí cuentan como horas contactos como, por ejemplo, asistir a las ferias de muebles internacionales o cursos ofrecidos por instituciones académicas o asociaciones profesionales en la Isla, que aporten nuevos conocimientos en el arte y el diseño.