El ancho de las aceras que van desde el Parque del Tercer Milenio, paralelas a las del parque Luis Muñoz Rivera, hasta el Viejo San Juan, es sólo una parte de su proyecto favorito a nivel local.

Era el año 1990 cuando Marisabel Rodríguez, ahora directora de la Escuela de Arquitectura Paisajista de la Universidad Politécnica, se agenciaba una  carrera como arquitecta paisajista en la Universidad de Cornell, Nueva York, y viajó a la Isla a   trabajar  en la etapa de planos y guías de diseño de lo que se concibió como el Jardín de Puerto Rico.

“Bajo la dirección de la arquitecta Lillian Rivera, y los arquitectos paisajistas Juan Alberto Díaz y Linda Barfield, la idea era que a través de este parque lineal, que discurría San Juan desde el Jardín Botánico de Río Piedras hasta llegar al Viejo San Juan, la gente pudiese tener otra oportunidad recreativa y otra alternativa de transporte para ir de un lado al otro de la ciudad capital, en un tiempo relativamente corto, por medio de la bicicleta o caminando”, explica.

Esa propuesta, según añade, colapsó por la falta de fondos y únicamente se llegaron a construir unas tres piezas que, con el paso de los años y de alguna manera u otra, han sido alterados.

Aun así, a Rodríguez le reconforta saber que actualmente hay intenciones de continuar propuestas semejantes. “Se están retomando esfuerzos similares, bajo otros nombres, como el conectar por bicicleta y peatonalmente el Jardín Botánico hasta el Viejo San Juan,  convirtiéndose en un remanente del Jardín de Puerto Rico”, sostuvo la perita paisajista.

PLANTANDO SU SELLO

Ese aprecio por su entorno natural, unido ala pasión por el craft, entre otras, ayudaron a definir su interés en esta profesión, sin imaginarse que un buen día llegaría a ocupar una posición de liderato dentro de la academia. 

Rodríguez ha impulsado el programa de arquitectura paisajista a tal grado que en semanas recientes la institución obtuvo seis años de acreditación por la  Landscape Architectural Accreditation Board (LAAB). La entidad es el cuerpo especializado de la Asociación Americana de Arquitectos Paisajistas que acredita los programas educativos conducentes a grados profesionales de Bachillerato o Maestría en Arquitectura Paisajista en los Estados Unidos, Canadá y sus territorios.

A través de los cinco años como directora de este novel programa, Rodríguez se ha encargado  de apoyar la realización de varios talleres de trabajo, entre ellos: la restauración de los jardines del Museo Casa Blanca y la participación de la Isla en  la exhibición rodante anual Landslide: Every Tree Tells a Story de la Fundación de Paisajes Culturales. A la par, se ha  impulsado un currículo adaptado a las necesidades locales, regionales, globales y tecnológicas y ha  avalado  iniciativas como las del Park(ing) Day en un intento por mejorar la calidad urbana.

UN ACIERTO INESPERADO

Marisabel Rodríguez llega a la profesión que  representa tras haber estudiado educación en la Universidad de Puerto Rico. Luego de varios años, incluyendo  tres de ellos  ejerciendo en las escuelas públicas de Boston, Rodríguez entendió que este campo no era suficiente y empezó su  introspección. 

“De esas destrezas que ya tengo,  pensé: '¿y cómo se empaqueta esto en una profesión?' Surgió la arquitectura, la planificación y la arquitectura paisajista.  A mí me interesaba ver un producto, un proyecto final en un lapso de tiempo relativamente corto; no en ver cosas proyectadas a 20 o 30 años ni que tomara 10 años en construirse. Me di cuenta que la arquitectura paisajista era un traje medio hecho a la medida para uno”, confiesa.

De este giro a llegar a la silla que ocupa, Rodríguez sólo puede decir: “No me imaginé que estaría aquí, para nada. Yo estudié educación y pensé que no me serviría de nada. Pero fueron destrezas transferibles. También, cuando uno es joven, a lo mejor nadie te explica que algo de eso te va a ser útil para lo próximo. Vino como anillo al dedo”.

Esta comunión entre ambas profesiones, actualmente, es inseparable y confiesa que, de tener que elegir, no sabría  cuál de ellas ejercer. 

UNA PRÁCTICA EN RECLAMO

Esfuerzos tardíos e inconclusos como el Jardín de Puerto Rico son reinterpretados por Rodríguez como una consecuencia directa de la poca importancia que en Puerto Rico se le ha dado a la arquitectura paisajista, la cual  considera la naturaleza y los ecosistemas al momento de diseñar y construir. 

Los esfuerzos para echar a andar el conocimiento y la apreciación por la profesión han sido insuficientes por parte de los gobiernos. “Hacer una ley que reconoce la profesión de la arquitectura paisajista no es suficiente: necesitas poner en pie un andamiaje. Así es que nace la escuela bajo el liderato del entonces decano de arquitectura, Jorge Rigau, quien escuchó los reclamos de los estudiantes que no sabían cómo lidiar con el espacio exterior cuando diseñaban”.

Hoy día, según abundó Rodríguez, existen alrededor de 50 arquitectos paisajistas, 1,200 arquitectos y 12,000 ingenieros licenciados.

Como arquitecta con experiencia en Estados Unidos y Puerto Rico, Marisabel asegura que la Isla no comparte con la nación estadounidense el conocimiento, la clarificación y el entendimiento sobre todo el espectro de trabajo que implica ser un arquitecto paisajista. “Allá se conoce más y aquí se conoce poco. Cuando yo salgo a la calle y digo: 'yo soy arquitecta paisajista', la gente dice: ‘Ujum, es muy bonito eso de los jardines’', y yo digo, 'es que es más que hacer jardines... yo hago parques', y te responde: ‘Ajá, y qué tú haces, tú siembras las plantas’; es que es más que sembrar las plantas”, concluye la arquitecta.

9 FAVORITOS

Proyecto:  High Line Park, Nueva York

Proyecto Local: El Jardín de Puerto Rico y su conexión con el parque Luis Muñoz Rivera

Artista: Jaime Suárez

Arquitecto paisajista: Christopher Reeves

Comida: Frijoles negros

Lugar: La playa

Filosofía de vida: La budista, aunque no la practica

Un anhelo: Que la arquitectura paisajista llegue a tener el sitial que merece

Lugar a visitar: Tailandia