¡Superada del acoso escolar y de qué manera! Hoy luce guapa, segura de sí misma, con el conocimiento necesario para lucir regia tal y como se muestra en la portada de esta semana, pero sobre todo, con las herramientas para valorizarse más que nunca y no dejarse lastimar la autoestima.

Así es Leonor Figueroa Sagastibelza a sus 23 años. 

De la gota que derramó el vaso, una paliza orquestada por 15 de sus compañeros a los 13 años, sólo queda una triste estela de recuerdos que, según transcurre la historia, van quedándose en un pasado sombrío para mostrar un presente claro, sin las inseguridades de adolescencia acentuadas por el acoso.

“Era estudiante de 4.00 puntos,  tenía el pelo rizo, braces y espejuelos y me llamaban Betty la Fea. Me ridiculizaban, gritaban, arrojaban piedras y llegaron al extremo de hacerme una encerrona y darme una golpiza. Sometí la querella al procurador de menores, pero la retiré para no perjudicar a mis agresoras. Cuando había llegado la querella a los tribunales me dio pena saber que  esto en el récord les podría marcar para toda la vida”, explica nuestra lola de portada.


Leonor vivió una recuperación integrada por sesiones psicológicas privadas y  con trabajadores sociales en la escuela, pero fuera de eso lo demás siguió  por su cuenta.

“Me quité los braces, me estilicé el cabello y empecé a coger clases de modelaje... Mi estilo es fashionista y chic”, detalla.

Su inmersión en el mundo de la moda la llevaron a concluir el programa avanzado y formar parte de la plantilla docente de la escuela y agencia de modelos, Refiné. También quedó tercera finalista en una de las ediciones de Miss Piel Canela y ha modelado para algunos shoppers, asegura.

Leonor sólamente atribuye su timidez a la traumática experiencia de acoso y su posterior proceso de recuperación. “Aun cuando he podido desarrollarme en muchas facetas soy tímida. Esto, otras personas que no me conocen, lo malinterpretan y me perciben como orgullosa o indiferente.”

Dejando este pequeño prejuicio al margen, a Leonor la alienta una lección que muchas mujeres aprendemos con distintas experiencias: “No debemos menospreciar a nadie por su aspecto físico, en la vida lo más importante son nuestros valores, principios, humildad, educación y, sobre todo, el respeto por el prójimo. No somos feos. Es cuestión de tratar de vernos mejor, lo cual nos da seguridad y por ende proyecta tanto nuestra belleza interna como externa”, concluye.

Qué hacer si crees que tu hij@ es una víctima

Hablar sobre sentirse intimidado puede ser algo difícil de hacer con tu niño o niña. Las siguientes son algunas sugerencias:

No te enfrentes  al niño abusivo o intimidador. Tu primer instinto puede ser el de proteger a tu niño o niña y tratar directamente con el que sospechas es el niño abusivo o intimidador. Esto sólo puede ayudar a intensificar la situación y  empeorar las cosas.

Pregúntale a tu niño qué ocurre en la escuela, qué ocurre cuando hay tiempo libre y cómo se siente. Habla con tu niño sobre los diferentes aspectos de la vida escolar y sobre cómo se siente.  Algunas posibilidades pueden incluir alejarse del intimidador.

Avísale a un adulto o pide ayuda  a sus compañeros. Explica a tu niño o niña que acusar a aquellos que intimidan o abusan de otros niños no es “chotear”, y que todos son víctimas cuando se permite a un niño abusivo tratar mal a otros.

Anima a tu niño a hablar con sus amigos  sobre el abuso o intimidación. Los niños abusivos o intimidadores raramente se dirigen a niños que están en grupos.

Asegúrate de que haya supervisión  de adultos en todo momento.

Pon atención a la participación de tu niño en actividades dentro y fuera de la escuela. Informa en la escuela cualquier incidente de actividad abusiva, aun si tu hijo no es el afectado 

Busca ayuda exterior.  Tratar el comportamiento abusivo y sus consecuencias es una tarea difícil. El psicólogo, consejero o trabajador social escolar podría ofrecerte más sugerencias o podría trabajar con tus hijos  para ayudarlos a lidiar con los niños abusivos.