Para toda persona que se gradúa de la universidad, el tener un trabajo es uno de sus sueños. Es parte de la realización de la persona y siente que ha logrado pasar a otra etapa de su vida, la independencia económica.

Para muchos sus experiencias laborales son agradables, incluyen crecimiento profesional y hasta personal. En un trabajo se llega a tener compañeros, amigos y algunos llegan a convertirse en familia. Para otras personas su día de trabajo puede ser la peor de sus pesadillas, apoderándose la tristeza, el miedo y el no querer llegar a trabajar. Esto no necesariamente porque no les guste lo que hacen, sino porque están siendo víctimas de acoso psicológico en el trabajo.

Marta (nombre ficticio) desde que se monta en su carro comienza a llorar, se detiene en el estacionamiento y busca recuperarse antes de entrar a su oficina, no le gusta que la vean en mal estado, pero por más que trata, cada vez le resulta más difícil el poder aparentar.

Algunos compañeros le han visto “descompuesta”, a lo que responde con excusas que no se acercan a la realidad. Su estado anímico se ha deteriorado en los últimos tiempos y no le ha permitido tomar una decisión: renunciar a su trabajo.

Hace 3 meses llegó a su oficina un supervisor, del mismo rango que ella, reubicado luego del huracán María. Al principio todo parecía que iba a estar bien, sintió que formarían un equipo y que sería un gran apoyo para ella. Marta, como de costumbre estuvo en la mejor disposición de ayudar, sus años de experiencia hacía que algunos compañeros y hasta directores de área la consultaran.

Su ahora compañero de trabajo no iba en igual disposiciones. Todo lo que Marta hacía tenía algo malo, en ocasiones los comentarios sobre ella y sus acciones llegaron al punto de que se le salieran las lágrimas en las reuniones.

Nunca había una palabra de felicitación, porque nada estaba totalmente bien. Poco a poco comenzó a excluirla de las reuniones y de las actividades de la oficina.

Hacía comentarios sobre ella en alta voz enfatizando faltas, un pequeño detalle era motivo para carcajadas cargadas de sarcasmo. El renunciar viene a su mente en el momento en que sus compañeros comenzaron a evitarla para que no la "cojan con ellos".

En su mente solo escucha que ya no era la misma, el pensar en llegar a la oficina la hacía temblar, empezó a sentir que su corazón se aceleraba y quería salir corriendo. No renunciaba por su familia y por pensar que no es fácil conseguir empleo; su salud ya estaba en juego. Su autoestima se había deteriorado y hasta se estaba distanciando de su familia para que no la vieran sufrir.

El mobbing o acoso psicológico es una forma de violencia psicológica en el cual la víctima sufre varios tipos de maltrato: desde rumores, chismes, burlas (los más simples), hasta puntos más graves como ofensas, humillación, malos ratos emocionales y hasta físicos.

La Dra. Vélez (Nov. 2011 Lex Juris PR) reporta que el también conocido como psicoterror laboral, acoso psicológico o moral, está instalado en el mundo del trabajo desde hace mucho tiempo, pero en los 80’s ha cobrado más víctimas.

Iñaki y Zabala (2003) describen algunas de las conductas habituales del acosador:


Gritar o acosar a la víctima cuando está sola o en presencia de otras personas.

Asignación de trabajo y/o proyectos de difícil ejecución y en un tiempo limitado.

Sobrecarga de trabajo a la víctima.

Eliminación de tareas de forma repentina para asignarle otras o no darle ningún tipo de tareas.

Crítica continua del trabajo de la persona.

Ignorarlo, excluirlo.

Difamar a la víctima.

Asignación de tareas humillantes.

No reconocer sus éxitos laborales y atribuirlos a otra persona de forma maliciosa, entre otras conductas.

Las víctimas de acoso psicológico en el trabajo en muchas ocasiones sufren en silencio por mucho tiempo o hasta que su salud física y emocional se ve afectada seriamente.

La razón para guardar silencio es el miedo a perder su empleo o a que no crean lo que les está sucediendo.

La literatura señala que en ocasiones el acoso psicológico es confundido con stress laboral o con el síndrome de quemazón, pero al ver la etiología del malestar del individuo se detecta la verdadera causal.

Una persona que vive este tipo de acoso puede presentar:

Depresión

Quejas somáticas (dolores de cabeza, problemas estomacales, etc.)

Miedo

Ansiedad

Deterioro en su vida social, familiar y laboral

Baja Autoestima

Minusvalía

Suicidio

El acoso psicológico no necesariamente proviene de un supervisor, como en el caso antes relatado. El acosador puede ser tanto de un par o de un empleado de menor jerarquía.

Qué debe hacer la persona que sufre de este problema:

No guarde silencio, reporte la situación.

Puede mantener anotaciones sobre los acontecimientos.

Busque ayuda psicológica y psiquiátrica para manejar los síntomas provenientes del acoso.

Busque asesoría legal.

El acoso psicológico va en detrimento de la salud mental de la víctima, es una enfermedad laboral que no solo afecta a la persona, sino también el desempeño exitoso de una empresa. Como empleador se debe orientar al personal sobre este mal, del cual se sabe poco y no permitir que esto suceda en su empresa.

Como víctima no permita este tipo de conducta, tome acción inmediata.

Si desea coordinar una cita con la Dra. Ingrid Marín Espiet, Psicóloga Clínica, en su oficina localizada en el área metropolitana puede comunicarse al (787)222-4999.

Para consultas sobre este tema puede hacerlo vía email: imarinespiet@gmail.com