En estos días, he estado organizando el cumpleaños número cinco de mi segunda princesa. Entre todo el sentimiento que surge por la reflexión de que el tiempo ha pasado muy rápido, de vez en cuando me saltan a los ojos varias lágrimas al recordar los días que pasó en la Unidad de Cuidado Intensivo Neonatal, el NICU, por su siglas en inglés.

Aquellos seis días me parecieron interminables, de mucha incertidumbre y desesperación. Jamás olvido el sonido de las máquinas, el movimiento constante de las enfermeras en esa fría sala y hasta el protocolo de higiene para poder entrar a visitar a mi hermosa, todo esto me creaban mucha tensión.

Me dolía el alma el día que me dieron de alta del hospital porque salí con las manos vacías. Vi muchas madres irse a sus casas con sus hijos en brazos, algunas de ellas me hacían gestos de solidaridad. Era evidente que me iba a casa con las manos vacías, aún tenía la pulsera con mi información. Esos gestos fueron muy bonitos y amables, pero mi dolor no lo podía comprender nadie. Yo sabía lo que se sentía salir del hospital con un hijo en brazos, lo había vivido con mi niña mayor.

Hoy escribo estas líneas para todas las madres y padres que conocen el NICU. A los que hoy están allí, aférrense a su fe, no importa su creencia, llénese de ánimo y entre a ver a su hijo con alegría. Hay que sacar fuerzas de lo más profundo de nuestro ser para transmitírsela a ellos. Los bebés perciben todo lo que sentimos los padres.

A ti mamá y papá que hoy estás en el NICU, te aconsejo que comiences a planificar cómo van a ser tus días cuando a ese bebé le den de alta. Te aseguro que serán muchas las alegrías que te dará ese chiquitín que hoy ves tan frágil.

Un abrazo solidario para ustedes y felicidades a mi princesa que me ha dado cinco años de inmensas alegrías. Aquí les comparto esta foto de ella en una de sus actividades escolares.

Me consigues en:

Twitter: @SoraidaAsad
Facebook: Revista Mima
Email: soraida.asad@primerahora.com