No dejes que tu hijo lea este blog. Pero por si acaso, tendré precaución.

Hace unos días me colgué como asistente de Santa Claus. Mi segunda hija y la más que ayuda en el hogar, Ilé, entró al cuarto de juguetes forzando el seguro de la puerta para ayudarme a recogerlo, a pesar de que había prohibido la entrada de las tres para evitar que hubiera más juguetes fuera de lugar.

Por primera vez me cogieron con unos “envíos” de esos que los padres le hacemos a Santa, para ayudarlo con la carga del taller.

La sensación es horrible. Verla llorar y no decirme nada ni a mí, ni a mi esposo, me tenía asustada y confundida. Finalmente, trate de manejarlo lo mejor que pudo porque no me gustan las mentiras, ya tengo bastante con la de mi puesto de asistente de Santa.

Me fui sola a mi cuarto, (todo esto pasó en cuestión de minutos), pensé en qué podía hacer y nada vino a mi mente. Así que como había tres seres en la sala esperando respuesta, salí del cuarto a ver qué se me ocurría.

Les expliqué que mi amiga Ivelisse había comprado unos regalos de cumpleaños para su nena y unos detalles, como plasticinas, para el nene. Al ser una sorpresa, ella me pidió que los guardara en casa, como un favor. Me pidieron que se los mostrara y accedí. Afortunadamente,  eran juguetes que no le habían pedido a Santa, sino que eran unos detalles adicionales.

Comprendí que sus lágrimas eran porque creía haber descubierto una sorpresa para ellas, pero no me habló nada de Santa. Pero como el que tiene hecha, tiene sospecha, me asusté.

Pero para evitarme cualquier situación y prolongar un poco más la ilusión de la Navidad, en estos días iré a la juguetería con mi recibo y buscaré otras alternativas.

Academia de Santa

Ayer visité la academia de Santa en The Mall of San Juan, había intentado el fin de semana pasado, pero había mucha fila. Era de esperarse por ser fin de semana.

Luego del trago amargo de colgarme como asistente de Santa Claus, nada mejor que una experiencia así para mis niñas.

El recorrido es espectacular, el Santa Claus es hermoso y los empleados muy encantadores y amables. Por la experiencia que tuve, les tengo que decir que vale la pena llevar los niños. Pero recomiendo que las madres o padres no vayan solos con los niños, porque mientras un adulto hace la fila el otro se puede llevar los niños a dar vueltas y así no se cansan de esperar.

El recorrido incluye la impresión de una tarjeta con la foto del niño, su nombre de duende y la posición que ocupa en el taller de Santa. Luego de colgarles la credencial con una cinta de la marca Visa, le toman las huellas de las manos, la estatura y luego pasan a un “espejo” en el que se ven con su ropa de duende.

Más adelante ven el asiento de Santa y el panel del trineo donde puede ir monitoreando el viaje que hará en  Nochebuena. Luego dicen su nombre por un micrófono y el regalo que quieren que Santa les traiga y de paso escuchan cómo es su voz de duende. Acercándose al final del recorrido, prueban los motores del trineo y luego pasan a jugar con la nieve.

Pero no es una nieve cualquiera, está no es tóxica ya que está hecha de una mezcla de arroz, trigo y soya.

Al final conocen a Santa y los padres deciden si se toman la foto.

Es una actividad muy linda con la que la familia puede avivar el espíritu de la Navidad en los niños.

Consejo, cuídense mucho para que no se cuelguen como asistentes de Santa Claus. Después de este susto comencé a buscar información de cómo trabajar cuando me quede sin ese puesto.

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