Cuando juegas con tus hijos, ¿te remontas a tu infancia? ¿Dejas salir el niño que vive en ti? Pues yo sí. Cuando  juego con mis niñas me disfruto el momento y cada recuerdo de mi infancia que viene a mi mente. Soy de las que habla como si fueran las muñecas. Le damos "vida". Y sé que podrás pensar que estoy loca o que es una charrería, y te lo respeto, pero te voy a explicar.

Esos momentos, nuestros retoños los atesoran y tú puedes aprovecharlos para enseñarles valores y hasta para obtener información valiosa, sin tener que hacerles preguntas directas. Me refiero a que a través de esos diálogos, podemos saber cómo les va con los compañeros de la escuela, qué cosas les pueden estar preocupando.

Para hacerlo divertido, aprovecho mi habilidad para imitar voces y le damos a cada muñeca su personalidad. Estoy segurísima de que muchas de las que me leen son como yo, que hablan con las muñecas, visitan la casa de Barbie, se convierten en piratas, interpretan los cuentos que les leen a sus hijos, juegan con videojuegos y hasta se zumban de una chorrera con ellos. Ese tiempo y esas acciones nuestras, los niños las valoran. Ellos tienen que ver en mamá una figura que les pone disciplina, pero que también se interesa en lo que a ellos les gusta.

Desde pequeña me encantaban las muñecas, específicamente las Barbies. Cuando supe que mi primer retoño era una nena, rápido pensé en que iba a volver a tener contacto con muñecas, si ella así lo quería.

Recuerdo que mi hija mayor, Shamy, tenía un castillo de las princesas de Disney cuando apenas tenía dos años y medio. Ella tan chula le decía “tastillo”. Le imitaba la voz de cada princesa y mantenía diálogos en los que aprovechaba para enseñarle cosas que para mí era importante que ella aprendiera, mientras ella también aportaba de acuerdo a su edad. Era mejor que fuera la princesa Jazmín la que le dijera a Bella que siempre hay que recoger los juguetes después de usarlos, y no ser yo la única que lo repitiera. Puede sonar, como dicen por ahí, a sicología barata pero la verdad es que siempre que pueda aprovecho para inculcarles lo bueno.

Ahora sí, a veces esta diversión me ha pasado factura. Recuerdo una vez que estábamos en una conocida tienda de juguetes y las nenas vieron el muñeco de Flynn Rider, el personaje de la película de Tangled, el amor de Rapunzel. Sin pensarlo dos veces, la chiquita, Gi, me dijo en voz bien alta: “¡mami, habla como Flynn!”. Por poco me muero. Le dije que lo hacíamos en casa, pero ella insistió y Shammy e Ilé la apoyaron. Pues ni modo, me olvidé de la mujer que estaba cerca de mí a la expectativa de qué rayos significaba hablar como Flynn, y lo hice. “Flynn” les dijo: “¡Hola chicas!” puse la caja del muñeco en la góndola, ellas se rieron y la mujer curiosa me sonrió tímidamente.

Creo fielmente que a veces hay que ser como los niños, y disfrutarnos cada instante de la vida. Así se vive mejor.

Mis chicas han ido creciendo y los personajes han ido evolucionando y hasta se han integrado otros. Mientras todo esto sucede, me disfruto estos momentos mágicos porque sé que el tiempo pasa rápido y que pronto estaremos haciendo otras actividades y las muñecas pasarán a los recuerdos de su niñez. En lo que eso llega, seguiré disfrutando.

Y ahora dime, ¿tú hablas con las muñecas?

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