Hoy día, los niños viven pegados a una pantalla. Lo vemos a diario, ya sea en un restaurante, en los hogares, centros comerciales y hasta en algunas escuelas a escondidas de sus maestros.

 Muchos pensarán que así resuelven el asunto de cómo entretener a los pequeños, pero lo cierto es que con ello, llegan los problemas de sedentarismo, sobrepeso, obesidad y otros como la falta de desarrollo motor asociados a la falta de actividad física.

 Contrario a como ocurría en el pasado, cuando los niños jugaban por largas horas en la calle hasta que se escondiera el sol, ahora viven confinados a la dependencia tecnológica. El uso desmedido de esos aparatos, en algunos casos, priva a los niños del desarrollo de actividades físicas. La falta de seguridad en las calles, el hecho de que ambos padres pertenecen a la fuerza laboral del país y se carezca de tiempo para realizar actividades en el exterior también propicia que el menor sea un vago a la hora de hacer ejercicios.

 En esta época que recién te has trazado la meta de bajar de peso o adoptar un estilo de vida saludable es el momento perfecto para que le cambies a tu niña o niño la tableta por una bola, bicicleta, cuica y unos tenis.

No es necesario a que crezca para empezar a acercarlo a la actividad física relacionada, por ejemplo, con algún deporte. Al contrario, lo recomendado por profesionales de entrenamiento físico, incluso por pediatras, es que desde temprana edad el menor pueda realizar diferentes actividades físicas de acuerdo a su etapa de crecimiento.

 “Los vez pegados a las tabletas, teléfonos y videojuegos. Tienen problemas de obesidad y sobrepeso. Nunca han hecho ejercicios y esto afecta la salud y el desarrollo del cuerpo del menor. Los padres no se imaginan el daño que le hacen a los niños cuando los mantienen solamente jugando con aparatos electrónicos”, sostuvo la entrenadora personal Johana Montalvo, quien posee una maestría en Entrenamiento Deportivo.

Montalvo trabaja hace unos meses con menores de ocho años que realizan todos los sábados un circuito de diferentes ejercicios que buscan mejorar su desarrollo motor, salud, estados de ánimos y disciplina. Es por ello que ha visto cuán beneficioso es el ejercicio en los niños y cómo poco a poco comienzan a desprenderse de ese afán por los aparatos electrónicos, se concentran más en sus tareas y desarrollan disciplina.

 “Los nenes lo saben y los padres también. A la clase no pueden llevar tabletas, ni celulares ni juguetes. Es el tiempo de ellos para quemar energías. Tengo niños desde los tres añitos y trabajamos ejercicios funcionales, las destreza motoras y el traslado de bolas, ejercicios sencillos. Para ellos se trata de un juego, pero la realidad es que estamos ganando salud”, explicó Montalvo, que comenzó la iniciativa como parte de la integración de los niños al entrenamiento físico que ya impartía a los padres.

 La licenciada Nellie Torres de Carella, directora del Instituto Fonemi de Puerto Rico también es otra de las profesionales que está preocupada por el hecho de que cada día los niños se mueven menos. Las razones que expone sobre la falta de actividad y movimiento físico en los menores van desde las limitaciones de espacio en un cuido donde se confina al infante a un corral, en las viviendas urbanas (apartamentos) y lo ocupado que están los padres que ni siquiera salen al patio con sus hijos.

 La patóloga del habla, a través de declaraciones escritas, explicó que cualquier menor que haya estado limitado en su movimiento en la etapa preescolar le costará mucho poder modular o controlar el movimiento de su cuerpo a nivel elemental. A partir de eso es que se observa la medicación de niños en vías de lograr una mayor atención.

Entre los beneficios de la actividad física en menores de seis años está: mejorar el desarrollo óseo y muscular; crea disciplina y desarrolla responsabilidad ante los retos que les toca enfrentar; estimula el cerebro y ayuda al desarrollo cognitivo; propicia un mejor desarrollo motor y además lo prepara para escribir (desarrollo motor fino). Los menores que se ejercitan tienen mejor balance y equilibrio y ayuda a la atención en el aprendizaje escolar.

Tanto Torres de Carella como Montalvo recomendaron que los padres separen entre 30 a 50 minutos diarios de actividad y movimiento físico para los niños. Aclaran que no se trata de establecer una rutina diaria de ejercicios, basta con lograr que ejecuten movimientos básicos.

 La entrenadora personal sugirió, por ejemplo, que con un niño de tres años se busque una bola y se hagan ejercicios de traslado con la esfera. Igual se pueden hacer repeticiones de jumping jacks, squats o brincar la cuica.

 “La idea es fomentar el movimiento con ejercicios funcionales, que los niños lo vean a como un juego. Para estos ejercicios no se requiere tanto espacio. La idea de que mamá y papá lo hagan con ellos es una alternativa para que se ejercite toda la familia. En mi caso tengo dos hijos. Uno es superatlético y el otro está sobrepeso y estamos trabajando en eso. Poco a poco él ha ido incorporando ejercicios a su vida y así también lo hacen los chiquitines que van a mi clase”, comentó Montalvo.

 “Por lo que he visto en mis niños y lo que me dicen las mamás, además de ver una mejoría en balance, equilibrio y condición física, en el aspecto académico y de disciplina han mejorado”, añadió la entrenadora física que realiza rutinas de casi dos horas para los menores.

Beneficios de la actividad física

-Menos obesidad y presión arterial

-Control de ansiedad y manejo de estrés

-Mejor desarrollo óseo y muscular

-Crea disciplina y desarrolla responsabilidad

-Estimula el cerebro para aprender ayudando al desarrollo cognitivo

-Ayuda a un mejor el desarrollo motor, lo que le permitirá al niño a permanecer en una misma posición (sentado), además de prepararlo para escribir (desarrollo motor fino)

-Mejor balance y equilibrio

-Ayuda a estar más listo para el aprendizaje escolar, más enfocado, más atento

-Mejor lenguaje social

-Mejor conducta

-Más creatividad

-Una vida más saludable de adulto

Fuente: Información provista por Nellie Torres de Carella, patóloga del habla y lenguaje y directora del Instituto Fonemi de Puerto Rico