El proceso de vacunación puede causar preocupación a padres y también a sus niños. Poco después de que nacen, los pequeños enfrentan con mucha frecuencia las visitas al pediatra para ponerse las vacunas. Luego continúa el proceso, aunque no es tan frecuente como en los primeros años de vida. Aunque nadie disfruta de ese momento de dolor, lo cierto es que muchos padres están dispuestos a aceptar los riesgos que pudiera conllevar una vacunación debido a su valiosa función en la protección contra las enfermedades.

Su función en la salud

“En términos simbólicos la vacuna funciona como un escudo contra una serie de enfermedades infecciosas. El sistema inmunológico del niño reacciona al identificar ese agente externo y prepara su respuesta de anticuerpos. Si en el futuro el niño está expuesto a la enfermedad, el cuerpo tiene una memoria de esos anticuerpos. Gracias a las vacunas se puede prevenir la tos ferina, la difteria, el tétano, el sarampión, las viruelas, las varicelas, la hepatitis B, el polio y hasta la meningitis bacteriana, entre otras enfermedades”, explica la Dra. Iris Cardona, infectóloga pediátrica. De hecho, Cardona afirma que las vacunas han sido “una historia de éxito. Son seguras y efectivas, antes de que se aprueben han sido investigadas cuidadosamente por la Administración de Drogas y Alimentos, FDA por sus siglas en inglés”.

En Puerto Rico, la mayoría de los niños se vacunan y reciben protección no sólo ellos, sino también las personas con las que se relacionan, al no ser propensos a contraer estas enfermedades contagiosas. Según la data del 2007, el porciento de cobertura a los 36 meses de edad se encontraba entre el 89 y el 90% en todas las vacunas recomendadas para esa edad.

Las vacunas en los bebés

Llevar a un bebito de dos meses a recibir sus vacunas no es tarea fácil. Se trata de tomar un niñito saludable y exponerlo a dosis no contagiosas de enfermedades para poner su sistema inmunológico a trabajar. “En el pasado ha habido debates acerca de si el sistema inmunológico de un bebé está listo para aguantar esta carga. Esto se ha estudiado cuidadosamente y la conclusión es que la gran mayoría de los bebés están preparados para hacerle frente. Además, las enfermedades que se previenen con las vacunas son sumamente peligrosas para los pequeños. Ellos son más vulnerables y mientras más temprano se ponen las vacunas, más pronto están protegidos ”, explica la Dra. Cardona, consultora médica del Programa de Vacunación del Departamento de Salud.

Efectos secundarios

La gran mayoría de los bebés y niños no tienen reacciones adversas a las vacunas. De hecho, la Dra. Cardona explica que el dolor, el enrojecimiento en el área de la inyección y, en algunos casos, una fiebre leve son los efectos secundarios más comunes. El pediatra debe entregarle al padre una hoja informativa con información sobre la vacuna y qué efectos secundarios son esperados. “Llevo 20 años poniendo vacunas y nunca he visto un evento adverso serio a una vacuna. Sé que pueden ocurrir, pero es muy poco frecuente”, explica la Dra. Cardona. Si sospechas que tu hijo está teniendo una reacción adversa seria, debes consultar con tu pediatra enseguida.

En el pasado, muchos pediatras recomendaban que se le administrara al niño o al bebé la dosis recomendada según su edad de acetaminofén para mitigar el dolor y prevenir la fiebre leve que pueden ocasionar algunas vacunas. “Esto ya no se recomienda, pues según estudios recientes de la literatura médica los niños que reciben acetaminofén tienen una respuesta un poco más bajita del sistema inmunológico a la vacuna. Lo mejor es apapacharlo y esperar a ver si hace falta darle algún medicamento en caso de que sienta mucho dolor o tenga fiebre”, acota la Dra. Cardona.

Cómo ayudarlos a superar el miedo a las inyecciones

Enfrentarse a una inyección suele causar miedo y ansiedad a la mayoría de los  niños. Para lidiar con esta situación, la Dra. Marta Loubriel, psicóloga clínica especialista en niños, recomienda:

Conocer de antemano la opinión y reacción del niño a las agujas, ya sea por las experiencias vividas o porque hablen del tema. Lo ideal es explorar su posible reacción con anticipación.

Explicarle, al menos dos semanas antes, el propósito de la vacunación en la prevención de enfermedades.

Dale ejemplos concretos, pero sencillos. Haz referencia a personas conocidas  que han estado enfermos o acuérdale alguna experiencia que el mismo niño ha tenido. Inclusive, háblale sobre el temor que algunos niños tienen y las razones para eliminarlo (es rápido; molesta como una picada de mosquito). Aprovecha esa misma conversación para decirle que pronto visitarán al pediatra para que evalúe su estado de salud y, si lo encuentra en buena salud, será vacunado.

Ser consciente de que si al hablarle de antemano al niño sobre la vacunación le provocará una reacción de temor o fóbica (miedo irracional que provoca ansiedad intensa), será mejor decirle que van al pediatra a que lo evalúe sin dar más información. Si el niño pregunta específicamente si va a ser vacunado, entonces se hace referencia a la conversación que tuvieron en la que se le explicó que esa decisión la va a tomar el pediatra. No darle toda la información es acortar el tiempo de sufrimiento.

Premiar al niño por su cooperación. Algunos niños no necesariamente aceptarán cooperar a cambio de un premio. A estos niños es mejor no darles más información de la necesaria sobre lo que va a ocurrir.

Para citas con la Dra. Martha Loubriel llama al 787-771-7999.