Entre las paredes de su cuarto donde lleva más de 50 años encamada, soñaba con flotar entre las aguas. El sonido del vaivén de las olas era extraño y el olor a salitre era  totalmente desconocido para ella. Olga nunca había visto el mar. “¿En ese mar hay tiburones? “No muchacha tranquila, ahí no hay tiburones”. 

La luz del sol penetraba en sus ojos, dificultándole la vista. Ahí comenzó el cúmulo de emociones que Olga y su familia vivió el día que al fin conoció el mar.

“¡Qué lindo!”, dijo sumamente emocionada Olga Torres Negrón de 58 años y quien es cuadripléjica. “¿Qué es eso oscuro?” cuestionó en referencia al rompeolas que hay en el hotel Caribe Hilton en San Juan, quienes prestaron sus instalaciones para hacer realidad el sueño de Olga de sumergirse en una playa.

“Aquello blanco lejos”, cuestionaba Olga. Eran las olas del mar. No podía distinguirlas y separarlas del horizonte por la novedad y por la luz del sol. Estaba confundida, pero contenta. Cada detalle que para la mayoría de la gente pasa desapercibido, ella lo cuestionaba y a la vez lo disfrutaba.

Su sonrisa era especial, lo decía todo. Quedó encantada con la vista. Aún no se había repuesto de la emoción de que un séquito de empleados del hotel la recibiera con flores y aplausos, cuando ya estaba frente al que hasta ese día fuera un extraño: el mar.

Comentó que lo había visto en películas y destacó que una de ellas era sobre un tiburón y otra sobre un tsunami. Estuvo un rato observando su inmensidad con una amplia sonrisa. Lucía serena, complacida, feliz, en paz.

Olga llegó en la camilla de una ambulancia, pues su cuerpo no se dobla como para poder viajar sentada. Así llegó hasta el hotel en compañía de sus familiares y de los paramédicos Giovanni Salerno, propietario de la compañía P.R.A.S. y de su colega Luis Rosario.

Mientras era llevada desde la ambulancia hasta la costa, Olga aprovechó para observar cada detalle de la naturaleza que tanto le gusta, pero que solo ha visto en la televisión. “¡Qué lindas las hojas!”

El día en que todo cambió

Una mañana de mayo del 1964 iba saliendo hacia la escuela cuando su madre, Blanca Negrón, vio un carro que venía “de lado a lado”. “Le digo ‘aguántate un momento que viene un carro allí’, entonces ella se paró en el mismo poste”, narró. Olga le había hecho caso a su madre, se detuvo en el poste que está frente a la casa. Pero el conductor del vehículo se estrelló contra el mismo,  dejándola pillada, al punto que ni siquiera pudo gritar. El hombre apagó el carro y huyó de la escena silbando y con las llaves del auto, dejando atrás una niña, un ser humano al borde de la muerte. Fueron los vecinos y algunos transeúntes los que corrieron a socorrer a Olguita, pero en el intento de sacarle el carro de encima, resultó más lesionada. “Se le descuartizó todo”, recordó doña Blanca, de 86 años, con lágrimas en sus ojos.

Los pronósticos para Olguita no eran alentadores, los médicos le dieron como máximo un año de vida. Estuvo en un hospital de Santurce muchos meses. Luego fue trasladada al Hospital del Niño en Guaynabo. Tras 11 años de hospitalización fue dada de alta y regresó a su casa, en la que está el poste como recordatorio silente del día en que la vida de la familia Torres Negrón cambió.

Como consecuencia del accidente, la vida de la familia ha girado en torno al cuidado de Olguín, como también le dicen sus familiares. Sale de su casa solo para que le hagan estudios médicos, pero como su cuerpo no dobla tiene que ser en ambulancia.

Su frágil y rígido cuerpo está tendido en una cama, solo mueve la cabeza, pero siempre tiene una sonrisa. La alimentan, asean y hasta la ayudan para hacer sus necesidades fisiológicas. Cinco de sus hermanos están en Puerto Rico y entre ellos se turnan para ayudar a doña Blanca a cuidarla.

Una salida al mar no forma parte de la rutina de la familia con ella por su condición.

La gran sorpresa

Primerahora.com reseñó para el Día de las Madres un videoreportaje de la historia de doña Blanca y Olguita. GFR Media junto al hotel Caribe Hilton, y las compañías Puerto Rico Ambulance Services (P.R.A.S) y AVPSS unieron esfuerzos para hacer del sueño de Olguita una realidad.

Llegamos a la casa de sorpresa. Doña Blanca se emocionó y hasta se asustó un poco. “No puedo porque yo tengo (que cuidar) la nena (Olga)”, dijo. Pero más feliz se puso cuando supo que su adorada hija también iría con ella, y ahí, con alegría accedió.

Sus otros hijos, quienes sí sabían de la sorpresa y fueron nuestros cómplices, comenzaron a prepararlas para esa aventura.

Olga nunca había visto el mar. Entre las paredes de su cuarto donde lleva más de 50 años encamada, soñaba con flotar entre las aguas. El sonido del vaivén de las olas era extraño y el olor a salitre era totalmente desconocido para ella.

Como pez en el agua

Ya en el agua era cargada por los paramédicos Salerno y Rosario. “Tranquila, ¿estás bien?”, le repetían constantemente. Ella disfrutaba cada instante de esos 10 minutos que estuvo sumergida. “¿Qué pasó?”, preguntó Olguita. “Es el agua que entró al oído, pero eso se va”, le explicó Salerno. Uno de sus hermanos le dejaba caer gotas de agua en la cara y le preguntaba: “¿está rica?”. También, le enseñaron lo que era el hotel Normandie, donde trabajó su fenecido padre por muchos años.

El paramédico Salerno dijo que hace tres años había atendido una emergencia en la casa de Olga, esa era la razón por la que se le hacían familiares los rostros de los Torres Negrón. “Una satisfacción inmensa. Disfruté estar con ella. Yo he sacado gente del agua a la tierra, pero nunca he llevado a alguien de la tierra al mar” indicó el profesional de la salud, quien lleva 15 años de servicio y también practica el surf.

Para Olga el día fue “fabuloso” y destacó que le gustó mucho la toalla y el cuadro de una flor roja que había en la habitación que le proveyeron para que pudieran asearla luego de la zambullida. Lo mejor es que esta es la primera vez que Olga entra al mar, pero no será la última, ya que el Hotel Caribe Hilton le obsequió una estadía de tres días y dos noches. Mientras que, el paramédico Salerno, volverá a vivir la experiencia de llevar a “la gran Olguita” al agua.

Más emociones

Pero las sorpresas para Olga continuaron. En el gazebo habilitado con refrigerios para ella y su familia, recibió la visita de uno de sus cantantes favoritos, Samuel Hernández. Con guitarra en mano Hernández la sorprendió cantando el tema “Nací con una vida con propósito”. En todas las canciones Olguita lo acompañó cantando y hasta subió uno de sus brazos justo en el tema “Levanto mis manos”. Hubo lágrimas y aplausos y era evidente la emoción de Olguita, pues su respiración era acelerada. El ambiente era de serenidad, de paz y de regocijo, pero sobretodo de agradecimiento. “Gracias”, repetía una y otra vez la mujer de 58 años.

Alegría y solidaridad

A pesar de todos los momentos dolorosos que ha vivido doña Blanca, en su hogar reina la alegría y el bullicio, pero sobretodo la solidaridad y el respeto.

La vida de Blanca ha girado en torno al cuidado de sus  hijos, especialmente de Olguita, por lo que sus salidas se limitan a citas médicas y cuando va “siempre estoy ajorando”, confesó la abuela de 15 nietos y 10 bisnietos.

VÍDEO - Blanca Negrón: El amor incondicional de una madre

Cocina a diario para un batallón y hasta los animales realengos se salvan, pues las sobras de todos en la familia ella las acumula y se la deja en un platito afuera de la casa. Es una familia grande y solidaria, por lo que siempre hay gente entrando y saliendo del hogar.

Sin duda fue un día de emociones que demuestran que en la simpleza de la vida está su verdadero significado y que lo que es cotidiano para unos, para otros puede ser extraordinario.