Quiere escoger la ropa que va a usar, vestirse solo, comer solo, no le gusta que le digan cómo hacer las cosas y tú como padre pierdes la paciencia. No es un pequeño tirano en la casa, es un niño con voluntad firme.

Muchas veces se hace complicado trabajar con estos niños pues su deseo de que se hagan las cosas a su forma, provoca molestia en los padres. Pero el diálogo, la disciplina y tener cuidado con la imposición, son claves para trabajar con ellos. Si son guiados correctamente, se evita que crezcan sin controles y que se conviertan en un dolor de cabeza para los padres.

“No se debe partir con un no desde el principio (a sus peticiones), siempre hay que fomentar el diálogo, pero siempre se tiene que tener claro que la decisión final la toma mamá y papá que son las personas que están para dirigir a los niños”, explicó la sicóloga clínica Ingrid Marín. “Desde los principios del niño, desde preescolares, desde los 2, 3 años, los niños tienen que saber que los papás son las figuras de autoridad”, añadió.

La función principal de los padres con los hijos es ser padres y no siempre se puede actuar como amigos. “Fomentamos lazos de tener buenas destrezas de comunicación, de confianza, pero somos padres”, destacó Marín.

Modificando conductas

Para modificar conductas tiene que existir estructura, consecuencia y consistencia. Es decir, que el niño sepa lo que va a pasar si no hace caso, que esté claro en que se va a implantar lo que se le ha dicho y que se le va a cumplir totalmente.

“Los papás tienen que pensar cuando estén disciplinando que la eliminación de privilegios que vas a utilizar es realista, que la van a poder cumplir”, explicó Marín. De lo contrario, la modificación de conducta pierde efectividad y los padres pierden credibilidad. Por ejemplo, decirle a tu hijo que no verá televisión por una semana y a los tres días darle permiso, no es efectivo, señaló.

Cómo trabajar con ellos

Muchas veces las primeras señales de que un niño tiene voluntad definida es a la hora de vestirlos. En algunas ocasiones ellos pueden decidir qué van a vestir. De hecho, les puedes presentar dos o tres opciones que ya aprobadas para que de ahí elijan. De esta forma sentirán libertad. Sin embargo, si desea vestirse con ropa que no es adecuada ya sea por el lugar que van visitar, por la hora o hasta por la temperatura, es importante que se les explique por qué no puede usar su selección. También si acierta en su elección debe quedarle claro que accederás porque estás de acuerdo y no porque fue su decisión.

Qué pueden hacer solos

Los niños en edad preescolar pueden hacer ciertas tareas solos y de esa manera sentir que tienen libertad de decidir. Pero estas tareas varían según la edad y la madurez, y siempre deben estar guiadas por los padres o encargados del menor.

Desde los dos años pueden recoger sus juguetes luego de usarlos. A los tres años pueden llevar el plato al fregadero cuando terminan de comer y hasta quitarse la ropa y llevarla al área de ropa sucia. Ya a los cuatro años se pueden bañar solos pero con supervisión en todo momento, para asegurarse de que se bañen bien y para evitar caídas. Además, los niños entre los cuatro y cinco pueden darles comida a las mascotas y hasta colaborar en algunas tareas de organización en la casa. Toda tarea que realiza un niño debe ser supervisada para su seguridad.

“Muchos papás para hacer las cosas más rápido por las presiones y lo corto de tiempo que están las familias trabajadoras, prefieren hacerlo (las tareas) para avanzar pero si nosotros vamos educando a nuestros hijos a que sean colaboradores, a que entiendan que todos en la casa tienen una función y todos tienen un rol importante y pueden ser de ayuda para el otro, cuando sean más grande, o cuando sean jóvenes adultos o cuando sean adolescentes, todo va ser de forma más cooperativa, es fomentar el cooperativismo dentro de lo que es el núcleo familiar. De todos ayudamos a todos por un fin común”, recomendó la sicóloga.

Desarrollando límites

En la vida hay límites para todo y es importante que -de la mano con la disciplina- vaya la comunicación. Es decir, esos límites que los padres imponen deben ser explicados de manera que el hijo esté claro de hasta dónde puede llegar.

“Aunque se le dé un poco de autonomía e independencia se tiene que poner cuáles son los límites de esa autonomía”, destacó Marín. A veces se confunde lo que es autonomía con lo que podría ser libertinaje y desde que los hijos son pequeños se debe evitar esta confusión para no tener problemas mayores cuando llegan a la adolescencia, etapa que se caracteriza por los retos que enfrentan los jóvenes. Es en la adolescencia donde los jóvenes buscan identificarse con diferentes roles.

No cedas ante las pataletas

Los padres son la guía de los hijos y hay momentos en los que pueden negociar con ellos, sin embargo, esas negociaciones no pueden estar sujetas a las famosas “pataletas”, berrinches o arranques de coraje.

“Cuando se dan las perretas, que son formas de manipular y de conseguir lo que ellos quieren, la mejor forma de manejarlo es ignorando esa conducta. Si papá o mamá reaccionan a esa conducta lo que hacemos es reforzarla. La conducta que es reforzada se repite, sea positiva o sea negativa. El niño hace perreta, llama la atención de mamá y piensa que eso funciona y que puede seguir haciéndolo. Por eso tiene que ignorar”, explicó la sicóloga clínica.

Los niños saben que con ese tipo de conductas negativas logran capturar la atención de los padres. Y muchos padres optan por sustituir esos arranques con otra cosa. Por ejemplo, el niño se tira al piso en la tienda a gritar porque le dijeron que no le van a comprar un chocolate, y el padre o madre lo atiende y lo “resuelve” diciéndole que le va a comprar un carrito. De esa manera tratan de minimizar la pataleta, pero en realidad lo que están haciendo es provocar que este tipo de conductas se repita más, ya que el niño identifica que de esa manera logra atención.