Los conocemos muy bien, ya sea por experiencia propia o ajena: padres que viven por y para sus hijos, entrometidos hasta el tuétano en su día a día, controladores, exigentes y -cómo no- manipuladores de primera. 

Son esos que, a todas luces, necesitan ser necesitados, haciéndoles la vida de cuadritos a sus retoños -sin importar que ya sean adultos hechos y derechos- con sus instintos hipervigilantes.

Y es que, si bien es cierto que ningún papá o mamá es perfecto/a, estos padres tóxicos pueden ser una verdadera desgracia en la vida de sus hijos.

Relaciones dañinas

Los expertos en conducta son enfáticos en advertir que “los padres nocivos” facturan un alto costo psicológico al bienestar de sus hijos.  Estos últimos, por ejemplo, tienden a deprimirse y sufrir de una baja autoestima, pues -en su mayoría- acostumbran a amordazar sus sentimientos, en lugar de enfrentar la conducta abusiva de sus progenitores.

El psicólogo clínico Luis Sánchez Caso explica, en este sentido, que muchos acostumbran a callar, a no oponerse, pues “dependen emocional o económicamente de los padres”, complicando aún más el panorama.  De ahí que los hijos de padres tóxicos presenten conductas codependientes en su vida adulta, haciendo que su propia identidad se vaya desdibujando ante los deseos de “papi” o “mami”.

“Estos padres pueden afectar la autoestima de los hijos porque son sumamente críticos sin darse cuenta entre comillas, lo que impacta negativamente la dinámica familiar.  Suelen volverse bien celosos con ellos”, destaca el Dr. Sánchez Caso.

“Son patrones que podrían estar dentro de lo que clasificamos como ‘daño psicológico’, pero para que sea propiamente maltrato tienes que dejarte maltratar.  Porque hay personas maduras, seguras de sí, que no les dan peso a esas conductas de sus padres, o son capaces de superarlas.  Otras, sin embargo, no corren con la misma suerte, pues son codependientes emocionales o presentan problemas de autoestima”, reconoce el especialista.
 Aunque pueden tener las mejores intenciones, estos padres -en el peor de los casos- causan efectos traumáticos profundos en la relación afectiva con sus hijos.

Rompiendo el círculo vicioso

Si bien mejorar estos lazos afectados puede ser un desafío, la realidad es que casos de padres tóxicos,-hijos codependientes pueden tener un final feliz.

El psicólogo Sánchez Caso indica que el proceso de recuperación debe iniciar con entender cuál es realmente la raíz del problema: el padre, el hijo o ambos.  Este proceso, sin duda, puede ser una empresa difícil, por lo que se puede buscar orientación de algún amigo cercano o profesional de la conducta.

Escenarios más complejos, como en los que hay fuertes señales de codependencia, requieren necesariamente de terapia psicológica familiar.

“Es normal que tengamos algún conflicto con los padres, pero cuando hay un patrón marcado de una crisis, debemos revelar cuál es la dinámica de fondo.  Y no se trata de ser crítico únicamente de la otra parte, sino de uno mismo.  Evaluar realmente qué uno hizo para abonar a la problemática”, puntualiza el experto.

Para citas con el psicólogo clínico Luis Sánchez Caso, llama al 787-783-0123.

Señales de alerta

Tus padres son tóxicos si…

1.  Sus opiniones influyen significativamente en tu diario vivir.

2. Sus formas de pensar afectan negativamente la dinámica en tu hogar.

3.  No suelen abonar positivamente a las relaciones familiares.

Para sanar la relación…

1. Enfrenta a tus padres  desde la perspectiva de dos adultos conversando.

2. Explícales claramente lo que piensas,  lo que está mal en la relación, lo que la daña y lo que actualmente los hace sufrir.

3. Pregúntale si crees  que hay algo que puedes hacer para solucionar el problema que tienen ambos en la relación.

4. Cuestiónale si existe una razón  para el maltrato, los reproches y la falta de cariño, de ser el caso.