Pataleta, berrinche, arrebato o rabieta son alguno de los nombres con los que comúnmente se conocen aquellos episodios en que los niños se tiran al suelo, gritan, lloran, dan golpes o, en otras palabras, se bloquean, porque sus padres o alguien más no hace lo que ellos quieren. Sin embargo, desde mayo reciben otro nombre: Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo.

La nueva denominación está incluida en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, por su sigla en inglés) publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) y apunta a los menores que tienen "pataletas severas y recurrentes que son extremadamente fuera de proporción en relación a su intensidad y duración", según se describe en la misma guía.

Asimismo, estas rabietas deben ocurrir en un promedio de tres o más veces semanales durante un año o más, y deben comenzar antes de los 10 años. Sin embargo, el primer diagnóstico no puede hacerse antes de los seis o después de los 18 años.

El Manual además puntualiza que entre los episodios de berrinches, los niños con Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo muestran un estado de ánimo permanentemente irritable o enojado, la mayor parte del día o casi a diario, que es observable por padres, profesores y compañeros.

De esta manera, si un niño es diagnosticado con esta condición debe ser tratado por un profesional, para que no le genere conflicto tanto en el ámbito escolar como en el familiar.

El nuevo desorden fue incluido en la parte central del DSM junto con otros diagnósticos bien aceptados. Esto ha generado la molestia de algunos profesionales que consideran que debería haber sido agregado en el apéndice de la guía, donde aparecen diagnósticos temporales que requieren mayor investigación.

Los detractores estiman que con esto los psiquiatras convirtieron una conducta normal de la niñez en una condición médica y temen que los menores comiencen a ser sobre-diagnosticados.

En la vereda contraria, sus defensores sostienen que los niños que son correctamente diagnosticados con el Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo, no serán medicados -como ocurría hasta ahora- como si presentaran Desorden Bipolar.

"Hay una ganancia y hay un riesgo. Si comienza a diagnosticarse en exceso, nos impedirá averiguar qué es lo que está pasando con los niños que realmente tienen este persistente problema con su conducta y estado de ánimo y, más importante, innecesariamente exponerlos a medicamentos peligrosos", señaló el psicólogo clínico Robin Rosenberg a Fox News.

Características únicas

De hecho, el mismo Manual indica que los síntomas de esta condición "son significativamente diferentes" a los del Trastorno Oposicionista Desafiante y a los del Desorden Bipolar.

"La definición de este trastorno como una condición distinta probablemente tendrá un impacto considerable en la práctica clínica y, por lo tanto, en el tratamiento (…) Las características únicas del Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo requerían un nuevo diagnóstico para asegurarse de que los niños afectados por este desorden, obtengan la ayuda clínica que necesitan", sostiene el Manual.

Sobre la base de esta nueva perspectiva, el psicólogo clínico Todd Finnerty, quien durante el año pasado fue uno de los cinco profesionales nominados para la presidencia de la APA, publicó el libro "Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo, Trastorno de Déficit Atencional con Hiperactividad y el Niño Bipolar en el DSM-5: Una concisa guía para padres y profesionales" ("Disruptive Mood Dysregulation Disorder (DMDD), ADHD and the Bipolar Child Under DSM-5: A Concise Guide for Parents and Professionals").

En el texto, el especialista sostiene que los niños y adolescentes que presentan esta nueva condición, no tienen "episodios maniáticos", sino que "una irritabilidad severa crónica que los lleva a explosiones significantes y dificultades para controlar sus emociones".

Así, el psicólogo descarta que Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo sea sinónimo de Desorden Bipolar y prefiere llamarlo "una forma especial de depresión", agregando que los menores que lo presentan necesitan desarrollar habilidades que les permitan controlar su estado de ánimo.

"Los padres y profesionales deben deshacerse de muchos de los anteriores libros sobre los niños bipolares", afirma Finnerty, y añade que la nueva condición viene a "cambiar las reglas del juego" en el diagnóstico de estos menores.