La mayoría de los niños llegan a una evaluación del habla y lenguaje a los dos años, edad para la cual los padres comienzan a preocuparse de que su niño casi no habla. A los dos años, los niños deben comunicarse con frases de dos palabras, tener un vocabulario de más de 100 palabras, poder comprender una secuencia de dos instrucciones, además de que se les entienda bastante lo que dicen (25-50% inteligibles). Son muy sociales y utilizan el lenguaje verbal y no verbal para comunicarse de diversas formas y con todas las personas.

Si un niño a los dos años apenas se comunica tiene un rezago de casi un año. Sin embargo, esto podría evitarse si los padres están conscientes de que hay unas destrezas prelingüísticas  que determinan si un niño va a tener un desarrollo adecuado de lenguaje o no y proceden a intervenir a tiempo.

¿Cuáles son las señales de alerta antes del año?

Dificultades con las siguientes destrezas:

-Contacto visual: Los niños miran detenidamente el rostro de los adultos, sobre todo los ojos, porque los mismos comunican más que mil palabras. Uno que apenas mira el rostro de las personas ni hace contacto visual, está reflejando dificultades.

-Sonrisa social: Los bebés se sonríen con las personas, es una forma de comunicarse socialmente. Un niño que no se sonríe ni muestra expresiones faciales también está evidenciando dificultades.

-Destreza de imitación: A todo niño, por naturaleza, le gusta imitar, así que desde antes del año, imitan gestos faciales, movimientos corporales y sonidos. Es imposible el aprendizaje de cualquier área de desarrollo humano sin el dominio de la destreza de imitación.

-Destreza de causa y efecto: A los infantes les gusta activar juguetes, halar palancas. Si uno no muestra interés por juguetes que se activan apretando un botón que activa luces, sonidos o movimiento, está evidenciando dificultades.

-Juego simbólico: Desde la infancia a los niños les gusta pretender con sus juguetes y objetos, representado acciones, como mover carritos simulando que los conduce o que le da de comer a un muñeco. Si no juega con propósito, imaginativamente, o no muestra interés en los juguetes, está evidenciando dificultad.

-Usar un medio para un fin: El lenguaje es un medio para lograr el fin de comunicarnos y así obtener lo que deseamos. Cuando un niño le entrega una caja a un adulto para que la abra, lo lleva de la mano para que abra una puerta o se sube a una silla para alcanzar un objeto, está evidenciando que domina esta área.

-Lenguaje no verbal: Decir adiós con la mano, contestar sí o no con movimiento de cabeza, señalar lo que desean o lanzar besos con la mano es la forma en que los niños pueden comunicarse, sin necesidad de hablar, antes de cumplir un año de edad.

-Comprensión del lenguaje: Para el año de edad, un niño puede entender instrucciones simples como las siguientes: “ven”, “dame”, “toma” y “siéntate”, además de preguntas como “¿Dónde está papá?” o “¿Dónde está tu nariz?”, las cuales contestan señalando.

Si las destrezas señaladas no son del dominio en un niño de un año, está en riesgo de tener dificultad para hablar o desarrollar el lenguaje verbal.

¿Cómo ayudar al niño?

La prevención es la clave. Desde recién nacidos los niños se benefician de que se les hable mucho, constantemente, y se les cante. Una vez que comienzan a manipular objetos, el juego es la mejor técnica. Tenga a mano juguetes que puedan ser del interés del niño y juegue con él.

Los juguetes en los que se requiere una acción del niño para que surja algo, así como los de pretender (“calmar” a la muñeca o “hablar” por el teléfono de juguete) se pueden utilizar desde antes del año. Mientras más se juegue con el niño y se le hable, más se estará estimulando el desarrollo del lenguaje. Como a cualquier edad de los niños, los juguetes y el tiempo que se les dedique son una inversión; no hay un atajo posible para llegar a la meta de un buen desarrollo del lenguaje.

Es importante señalar que antes de los 2 años, ningún niño debe ser expuesto a la tecnología (televisor, tabletas, teléfonos inteligentes) porque está comprobado que hacerlo afecta el desarrollo del lenguaje.

Si un niño de 1 año aún no ha dicho una primera palabra y las destrezas prelingüísticas están ausentes o son imitadas, no se debe esperar para ayudarlo porque claramente ya está evidenciando un rezago. Una evaluación e intervención terapéutica a tiempo es lo que procede. Esperar hasta los 2 años con la presunción de que no todos los niños se desarrollan igual y que es cuestión de darle tiempo, coloca al niño en un sendero vulnerable del cual le va a costar más tiempo salir. La peor decisión es la inacción y la procrastinación; es un precio muy alto que ningún niño debería pagar.

La autora es patóloga del habla y lenguaje, y directora del Instituto Fonemi de Puerto Rico.