Hay pocas cosas peores que una persona que hace promesas de forma constante y no las cumple, bien sea porque no puede o simplemente no quiere. Van de pacto en pacto creando expectativas y causando decepción cuando fallan en satisfacerlas, sin siquiera medir o conocer –al menos en muchos casos– el impacto de lo que están haciendo.

Pero cuando son los papás los que se convierten en infractores comunes de las promesas que les hacen a sus pequeños, el escenario -sin duda- se agrava.

En estos casos, la confianza en papá o mamá, y en los adultos en general, se rompe, pues los niños aprenden a esperar lo que se les garantiza.

De acuerdo con el Dr. Enrique Gelpí Merheb, psicólogo clínico especializado precisamente en niños y adolescentes, las promesas que no les cumplen pueden, incluso, afectarles la autoestima, pues pueden llegar a pensar que sus padres no los quieren lo suficiente como para hacer valer su palabra.

“Las promesas incumplidas nos pueden quitar la autoridad como padres. Hacen que perdamos la credibilidad con nuestros hijos, que se genere mucha desilusión y que se suscite desconfianza de ellos hacia nosotros, el ambiente y hasta el sistema”, advierte el especialista.

“Si nosotros les hacemos promesas a nuestros hijos y fallamos, nos estamos arriesgando a lacerar su autoestima porque no les estamos dando el valor que tienen. Ellos pueden pensar: ‘¿cuán importante soy si no me cumplen lo que me prometen?’”, observa el doctor, quien subraya que estos compromisos fallidos confunden a los pequeñines.

Evita quedar mal

La acción de prometer tiene, en resumidas cuentas, un impacto, por lo que antes de hacerles un ofrecimiento a los hijos, el Dr. Gelpí Merheb aconseja pensarlo muy bien.

“La clave de las promesas es, en primer lugar, que yo sepa que las puedo cumplir. Y yo diría también que sean realistas no sólo de ejecutar, sino en cuanto a si son correctas. Porque si yo tengo que ofrecerle a mi niño un PlayStation o un televisor plasma de 70 pulgadas para que mejore su comportamiento, realmente tengo un problema. Ahí vale la pena cuestionarse si es necesario materializar tanto la relación o las conductas”, recalca el psicólogo, quien deja claro que las recompensas que vienen con las promesas deben ser “algo adicional” y no la norma.

“Además, tengo que estar claro de la motivación que tengo para hacer las promesas. Éstas pueden tener una base muy positiva, como puede ser la motivación para que los hijos logren una meta o la modificación de conductas negativas, pero también pueden tener una raíz negativa, como sentimientos de culpa tras un divorcio o la presión social al ver lo que otros padres le regalan a sus niños”, detalla el experto en conducta.

El Dr. Gelpí Merheb explica que la mayoría de las promesas que los padres durante la infancia de sus hijos son a cambio de un buen desempeño escolar y de mejorar las malas actitudes. Si los pequeños cumplen con el pacto, las recompensas suelen ser variadas.

“En mi trabajo en la clínica, he visto de todo. Los papás prometen desde permisos para salir hasta viajes”, revela.

El valor de tus promesas

Las promesas cumplidas les indican a los niños que sus padres son honestos y dignos de confiar, pues su palabra realmente vale.

A juicio del psicólogo entrevistado, cuando papá o mamá actúa de forma consistente y predecible, el infante desarrolla un sentimiento de seguridad en los otros.

“Al cumplir las promesas, les vamos modelando consistencia a nuestros hijos, les transmitimos valores como la honestidad y desarrollamos confianza y estabilidad. A nivel general, pienso que es una forma de enseñarles que hay un compromiso ético cuando uno hace un acuerdo con alguien”, concluye el Dr. Gelpí Merheb.

Para una crianza saludable...

-Comunícate con respeto
-Sé un modelo a seguir
-Ten una rutina estable
-Dedícales tiempo
-Celebra sus logros
-Demuéstrales afecto
-Estimula su autoestima
-Dales responsabilidades
-Evita los castigos extremos

Fuente: Dr. Enrique Gelpí Merheb, psicólogo

Consejos útiles

1. Piensa antes de prometer  Tómate tu tiempo para reflexionar sobre lo que está en juego.

2. Conoce tus capacidades  Sé honesto sobre las recompensas que realmente puedes costear.

3. Controla tus impulsos  Evita hacer promesas exageradas al enterarte de algún logro de tu hijo.

4. Entiende tus motivaciones  No te dejes llevar por la presión social o sentimientos de culpa.

5. Consúltalo con alguien  Busca una segunda opinión si dudas sobre lo que vas a prometer.