Involucrar a los niños en las tareas domésticas no es una idea descabellada. Por el contrario, los ayuda a formarse como personas responsables y autónomas, dos habilidades de gran valor para su desempeño académico y en la vida adulta. 

¿Qué pueden hacer de acuerdo a su rango de edad?

De 2- 4 años

Entre estas edades los niños tienden a imitar a los adultos. Por eso, se recomienda empezar por actividades como llevar objetos a su sitio. Por ejemplo, si va a sacar todos sus juguetes para jugar que al final los regrese a su lugar; con tu ayuda que separe la ropa sucia de la limpia. También, puede ayudar a desgranar maíz o partir huevos. Es necesario que mientras se hacen estas tareas el niño esté acompañado por un adulto, “ellos necesitan practicar mucho antes de manejar nuevas acciones, démosle la oportunidad de hacerlo permitiendo errores y alentando el esfuerzo”, dicen las directoras del nido La casa Amarilla en Perú, Talía Dibós y Andrea Cavero.

De 5-7 años

A esta edad ya tienen mayores destrezas motrices que se refuerzan con su ingreso a la primaria. Están en la capacidad de poner la mesa y recogerla, responder el teléfono, barrer y limpiar el polvo de los muebles de la casa. Todo aquello que esté relacionado a ordenar y seleccionar cosas los hará sentirse y reconocerse como parte del equipo y seres competentes que pueden aportar a que la casa funcione.

De 8-10 años

En esta etapa son capaces de hacer tareas domésticas como tender su cama, guardar su ropa en el armario, sacar la basura, tender y recoger la ropa. Uno de los mayores retos a esta edad es que perciban estas actividades como algo placentero o como parte de su rutina y no como un mandato. “Fomentar este tipo de actividades acompañándolo o como un trabajo en equipo puede ser de mucha utilidad”, señala Mónica Gayoso directora de la clínica Intercambio Instituto de psicoterapia psicoanalítica.

De 11- 13 años

Su edad les permite realizar tareas domésticas mucho más complicadas como limpiar espejos, ayudar con las compras, cambiar las sábanas, ir a comprar, tender la ropa, lustrar zapatos o en caso se tenga hermanos menores podrían ayudarlos a vestirlos o acostarlos. Durante el proceso de delegación de acciones, los padres no deben olvidarse de que el objetivo es inculcarles que este es un acto con beneficios para sí mismos y con su entorno.