Para muchos niños, la lonchera es un accesorio muy importante en su regreso a clases. De hecho, algunos padres hacen largos recorridos por las tiendas hasta dar con la que tenga el personaje favorito de su hijo.

Pero lo que realmente es importante, aunque los niños no tengan la madurez para comprenderlo, es el contenido de la lonchera. Deben ser meriendas balanceadas, bajas en azúcares y grasas.

Las meriendas que se incluyan en la lonchera de los niños deben ser nutritivas, ya que con ellas se repone la energía gastada. Además, se necesita agua para poder restablecer el líquido perdido durante el periodo de juego.

“Una buena alimentación en la niñez es la clave para evitar enfermedades en la adultez”, destacó la nutricionista Lenisse Rodríguez al tiempo que enfatizó que “la mayoría de las enfermedades se pueden evitar si desde la niñez los niños están ingiriendo alimentos correctos, de alto valor nutricional y se mantienen activos físicamente”.

Las frutas frescas, los vegetales, los cereales de grano integral bajos en azúcar y las proteínas bajas en grasas deben ser incluidos en las meriendas de los niños para ayudarlos a tener mayor control del apetito, más energía y mejor rendimiento en la parte académica. Rodríguez detalló que “los niños deben estar bebiendo agua frecuentemente y los jugos que deben consumir tienen que ser 100% jugo”.

El requisito calórico, las porciones, el tipo de alimentos va a variar de acuerdo con la edad, por eso es una buena idea consultar con un experto cuál es la dieta calórica más recomendable para tu hijo.

“Los papás deben ser ejemplo de la casa y deben comer y ofrecer constantemente los alimentos nutritivos para que así los niños se sientan atraídos”, comentó Rodríguez.

Cuidado con el azúcar

Muchos niños prefieren los alimentos azucarados, pero hay que tener cuidado con esto, ya que el exceso de azúcar en la sangre “va a llevar a cambios frecuentes del humor, fatiga rápida, el nene se va sentir cansado, dolor de cabeza, aumento y deseos de comer alimentos azucarados, porque se convierte en un ciclo. Entonces, sube el azúcar, tiró insulina al páncreas vamos a estar viendo que los niveles de glucosa empiezan a bajar, ahí se va a empezar a sentir el nene de mal humor, cansado, sin energía, y va a querer comer nuevamente alimentos azucarados para volver a subir esos niveles de glucosa y sentirse mejor”.

“Grandes cantidades de azúcar llevan a que se segregue esa insulina, entonces viene la hipoglucemia, detrás de esto baja la azúcar, se estimulan las glándulas suprarrenales para la secreción de hormonas claves del comportamiento como la epinefrina y norepinefrina, y estas sustancias están asociadas a la ansiedad y el nerviosismo”, explicó la experta.

Es recomendable que desde temprana edad se cree conciencia de la importancia de una buena nutrición y de actividad física como medicina preventiva.

Recomendaciones

-Oriéntate sobre la importancia de la nutrición.

-Educa a tu hijo sobre el tema.

-Da el ejemplo en casa.

-Involúcralo en el proceso de seleccionar los alimentos que llevará a la escuela.

-Motívalo para que se alimente bien.