A las 8:00 a.m., Elián Pacheco Díaz, de siete años, comienza cada día su jornada escolar en el Centro Explora de Guaynabo. 

Primero, saluda a sus maestras y a sus tres compañeros de salón. Luego, coteja su programa y sabe exactamente qué le toca hacer, a qué hora y por cuánto tiempo. Hay un periodo específico para trabajar con la computadora, otro para leer, para jugar y para hacer tareas manuales en el área de trabajo individual.

La estructura que sigue el niño, diagnosticado en su infancia con autismo típico, es basada en el enfoque de Tratamiento y Educación de niños con Autismo y Problemas de Comunicación (Teacch, por sus siglas en inglés).

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“El método consiste en que el niño trabaja en un sistema organizado. Desde el ambiente del salón, tiene todas las claves visuales para que él pueda moverse y saber qué va a hacer en cada área. También, cada programa individualizado de cada niño tiene claves visuales que le dicen qué va a hacer primero y qué va a hacer luego, en todo el transcurso del día”, explica la directora y fundadora del centro, Sarai Santiago, maestra de educación especial y patóloga del habla.

Santiago es la única educadora en Puerto Rico que cuenta con la certificación en Teacch, convirtiendo a su centro en el único en el Caribe que ofrece servicios bajo esta modalidad diseñada en la Universidad de Carolina del Norte. Solo Uruguay y Brasil tienen centros y profesionales certificados en Teacch en el resto de América Latina.

“Cada actividad que el niño hace está estructurada de manera que él pueda entender los pasos a seguir, pueda bajar ansiedades, pueda comenzar la tarea y terminarla, y así, entonces, se motiva al aprendizaje”, añade la directora.

Elián, muchas veces requiere del apoyo de sus maestras Leyla Santiago y Dinah Martínez, quienes le toman las manos y procuran hacer contacto visual con él para explicarle la tarea que le corresponde ejecutar. Pero, de acuerdo con sus padres, Carlos Pacheco y Mary Ellen Díaz, cada vez más puede hacer los trabajos por su cuenta y va mejorando sus interacciones sociales y sus formas de comunicación.

“Él no socializaba mucho con otros niños”, señala la madre del estudiante de segundo grado. “Vemos que desde que está en Explora dice que tiene amiguitos. Educativamente, vemos que ha evolucionado de tal manera que está haciendo el grado de acuerdo a su edad”, destacó.

Y él mismo lo cuenta. “Tengo amigos. Fabio, Diego, Ian…”, menciona a quienes comparten el espacio en el mismo salón.

El papá, por su parte, destaca que la estructura que le ofrece el programa le ayuda a mantenerse enfocado, una de las áreas que más necesitaba desarrollar. Además, celebra que su hijo haya aprendido a manejar mejor sus emociones.

“A veces, se descontrolaba un poco. Esto le ayuda a estar más tranquilo”, subraya.

Otra que ha celebrado los logros que ha obtenido su hijo en el centro es Caroline Torres, madre de Armando Muñoz, de 8 años, quien tiene un diagnóstico de perlesía cerebral con hemiplejia izquierda y autismo.

En el centro, Armando, un niño que no se expresa verbalmente, ha aprendido lenguaje de señas. Ya puede comunicar cuando tiene hambre, cuando quiere ver a sus maestras y cuando le toca hacer la tarea. También le puede responder un “te amo” a su mamá.

“Algo tan sencillo como salir a comer con mis niños, algo que muchos padres dan por sentado, era algo que yo no podía hacer. Ahora, al él poder comunicarse, ha bajado su ansiedad y podemos hacer muchas más actividades”, relata Torres, también madre de una niña de 10 años.

El programa Teacch, con la estructura y planificación que propone, también le da sosiego al menor para anticipar las tareas que estará realizando.

“Armando era un niño sumamente desorganizado a nivel motor. No podía coordinar lo que son tareas básicas como comer y hacer cambios durante el día en las rutinas. No tenía organización porque no podía prever cómo iba a ser su día. Al momento, con el programa integrado, hemos visto una mejoría. Su nivel de ansiedad ha bajado, lo que le permite estar más disponible para que él pueda trabajar más enfocado en lo que se requiere”, añade la mamá.

Para la directora del centro, lo que está ocurriendo con los 29 niños que estudian allí, nueve de ellos ubicados por el Departamento de Educación, es la conformación, poco a poco, de una meta que tenía desde los 15 años cuando decidió que quería ser maestra de educación especial y patóloga del habla.

“Saber que hay niños que no pueden comunicarse y que no podían aprender igual fue para mí un reto, por lo que yo quise ser parte de los niños que pude atender en el transcurso de mi vida”, relata Santiago, ahora de 36 años.

Para los padres, es también el cumplimiento de un deseo que comparten con quienes crían niños con autismo y otros impedimentos, que sus hijos puedan alcanzar la mayor independencia posible dentro de sus capacidades.

El Centro Explora, en el casco urbano de Guaynabo, se fundó en 2004 y actualmente se encuentra en la etapa final del proceso de certificación para poder adiestrar a otros profesionales de la educación y la salud en Puerto Rico. Además del programa académico integrado, ofrece a otros niños servicios de terapia del habla, ocupacional, física, sicológica y educativa.