El zumbido de las agujas parecía amplificarse en el enorme salón donde los tatuadores ponían toda su concentración en los lienzos humanos sobre los cuales realizaban sus trazos.

Personajes del cine y rostros de algún familiar figuraron entre las obras que los artistas de la tinta plasmaron en los cuerpos de algunos de los asistentes al Paradise Island Ink Fest, que se celebró durante el fin de semana y concluyó este domingo en el Hotel Embassy Suites de Isla Verde.

Uno de ellos lo fue el boxeador Orlando “Fenómeno” Cruz, quien se tatuó la cara de su abuela  Juanita Rivera junto a un reloj.

Cruz, quien dijo tener unos 12 tatuajes, señaló que disfruta la sensación de dolor que le produce el contacto de las agujas con su piel, y al mismo tiempo cómo se plasma el arte en su cuerpo.

“Hay que saber sobre qué manos te vas a poner porque esto permanece en tu cuerpo toda la vida. Un trabajo mal hecho, la gente lo va notar”, advirtió el púgil, mientras el artista Alex “Lefty” Rodríguez  trabajaba sobre su brazo derecho.

Al mismo tiempo, Gerald Ramos dibujaba sobre el muslo izquierdo del abogado Johnny Rosado el rostro del teniente Aldo Raine, personaje interpretado por el actor Brad Pitt, en la película Inglourious Basterds, del afamado director Quentin Tarantino. La idea de Rosado es cubrir esa parte de su cuerpo con personajes que admira de las cintas de su director de cine favorito.

Imágenes como la del músico Jimmy Hendrix y caricaturas como las de la película Nightmare Before Christmas, adornan otras partes del cuerpo del abogado residente en Caguas.

Ramos quien dibuja desde niño y es tatuador desde hace tres años, resaltó que lo que más le reta a la hora de tatuar son los rostros.

 “Las caras es algo que cuando tu fallas en un poquito, ya deja de ser la persona. Así que uno tiene que tratar de ser lo más perfecto posible y bien visual, para que todos los detalles que tenga una imagen, (poder) plasmarlos”, detalló.

Por otro lado, destacó que la práctica de tatuarse ha proliferado y pasado de ser un estigma que identificaba a presos y soldados a ser un arte con el que personas de todas las edades y estratos sociales se identifican.

Como ejemplo, mencionó que cuando empezó en el negocio de los tatuajes su padre no estaba de acuerdo. Hace dos semanas, Ramos le tatuó a su progenitor el rostro de su esposa y madre del artista.

“Van cambiando porque van viendo ya al tatuaje como un arte y no como el estereotipo de hace unos años atrás”, afirmó.

Durante el evento, también estuvo presente el cirujano maxilofacial Fernando Jiménez Torres, quien tiene la más adelantada tecnología para borrar tatuajes.

El galeno orientó a los interesados sobre las implicaciones de remover la tinta de la piel e incluso comenzó tratamientos de remoción durante la actividad.

“En la cuestión de borrar tatuajes hay dos vertientes. Uno, es la persona que se hizo el tatuaje y está arrepentido, ya sea porque no les gustó o por materia de cambios en sus vidas personales. La segunda es la persona que quiere aclarar para luego hacerse algo encima”, explicó.

Algunos de los riesgos de la remoción de tatuajes podrían ser la hiperpigmentación, hipopigmentación y algunas cicatrices. Estas implicaciones, afirmó, se reducen cuando el tratamiento se hace bajo los más rigurosos parámetros sanitarios.

El Paradise Island Ink Fest congregó a sobre 2,500 personas a través de todo el fin de semana.

Jaime Batista, organizador del evento que se celebra desde hace siete años, indicó que el propósito del mismo es orientar al público sobre el arte del tatuaje y concienciar sobre que en efecto, dicha práctica es un arte.

La actividad reunió a artistas locales, así como de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.