Es una habilidad que sí o sí se aprende en la vida. Algunos lo hacen más temprano y otros más tarde, pero al final siempre se aprende. Hablamos de amarrarse los zapatos, algo que muchos hacen de forma rutinaria por la mañana y que deben repetir varias veces al día porque muchos sufren del mal de los zapatos mal atados, tal como lo ha bautizado Ian Fieggen, también conocido como el "profesor de los cordones" y un verdadero experto en el tema. 

Según Fieggen, la clave para un nudo infalible, es decir, que no se desate, está en el inicio del amarre. En primer lugar, el pie debe estar ubicado sobre alguna superficie horizontal (el suelo, una silla, etc.), es decir, la técnica de apoyar el tobillo sobre la rodilla de la pierna contraria no sirve, ya que lo único que se logrará es que el lazo quede torcido. 

Y luego viene el amarre en sí, el cual se debe hacer pasando el cordón derecho por sobre el izquierdo y no al revés como muchos acostumbran. 

La efectividad de la técnica de Fieggen fue corroborada por un estudio realizado por ingenieros mecánicos de la Universidad de Berkeley (California, Estados Unidos), quienes confirmaron que si el cordón derecho se pasa por sobre el izquierdo, el lazo que resulta se asienta de forma horizontal sobre el calzado, en lugar de quedar en diagonal hacia el tobillo. 

El nudo bien amarrado es llamado nudo "cuadrado" o "de arrecife", en tanto que el que tiende a desatarse recibe el nombre de nudo "falso" o "de la abuela". 

Los ingenieros de Berkley llevaron su investigación más allá, con el objetivo de intentar entender a los nudos desde una perspectiva mecánica. En esta nota podrás conocer qué fue lo que descubrieron.