Todos hemos leído sobre la fuerza que tenemos las mujeres para echar pa’lante mientras nos enfrentamos a la lucha cotidiana de poder cumplir con todas nuestras responsabilidades, a parte de ser el pilar del hogar. 

No es lo mismo saberlo que vivirlo. Así que cuando te topas en el camino con un mujerón con esa fuerza, la reconoces de inmediato. 

Esto fue lo que me ocurrió el pasado domingo cuando estaba de paseo con la familia y amigos por el campo. Llegamos al “Tostón de Chela”, en Corozal, parada obligatoria para mis amigos “chinchorreros” quienes le tienen gran estima. 

Apareció Chela, me extendió su mano y me dio la bienvenida. A esta mujer de 44 años de edad su papá la sacó de la escuela en su quinto grado para que trabajara en la construcción y la agricultura. 

Desde entonces, no ha hecho otra cosa que trabajar. Su negocio comenzó vendiendo pinchos a orillas de la carretera. Poco a poco se fue expandiendo y añadiendo cosas al lugar hasta lograr un chinchorro espectacular, lleno de mucha alegría y humildad, donde laboran sus hermanas, sobrinas, hijos y esposo. 

Trabajando duro se hizo de su hogar y de todos sus bienes. Entre sus doctrinas de vida, dice creer firmemente en no malgastar el dinero.

 Tiene lo necesario, lo que puede y lo que con sudor consigue, pues no cree en los préstamos. Doblar el lomo es su mayor satisfacción. De igual forma, educa a sus hijos para que continúen su legado. 

En medio de nuestra conversación, recordó algo que la marcó. 

“Recuerdo un señor que vino aquí -decía, mientras le daba un leve puño a la barra- y me dijo con mucha arrogancia y muy seguro: ‘el que no estudia, no vale ná’. Eso me dio taaanto coraje, que mirándolo a la cara y poniéndole la mano en el hombro, le contesté: ‘yo no habré estudiado pero tengo lo que a usted le falta; educación. No es lo mismo estudiar que tener educación, y eso a mí me sobra. Así que me hace el favor, se levanta y se va de mi negocio’”. 

¡Qué valiente, qué brava, qué fajona, qué luchadora y qué emprendedora es esta mujer! No necesita ni recibe galardones sofisticados, porque estoy segura que tampoco le interesan a juzgar por su historia. Por lo que conocí de esta gran mujer, lo que quiere es vida para seguir disfrutando de lo que tanto ama: servir y ser feliz. 

¡Yo soy como Chela! ¡Todas somos Chela!