Cuando una pareja difiere en la forma de ver la vida, la relación entre ambos deja de ser perfecta para dar paso a una serie de conflictos que, si no se solucionan a tiempo, podrían  terminar mal.

De repente, dos personas que en un momento dado decidieron compartir sus vidas, se ven envueltas en constantes discusiones y peleas. Descubrieron que tenían diferentes expectativas de ver las cosas.

Cada uno comenzó a ver su existencia de diferentes maneras, cada uno con su propio libro de creencias y dogmas, convencidos de tener la verdad absoluta en sus manos.

Entonces, ¿qué hacer cuando nuestras creencias y expectativas no son las mismas que las de nuestra pareja?

Lo primero es analizar si de alguna forma estamos idealizando la relación. El mayor problema reside en la idea preconcebida que tenemos de la otra persona. A veces esperamos demasiado de nuestra pareja y distorsionamos nuestras expectativas al no recibir lo que esperábamos.

Aunque el tener grandes expectativas no es malo, siempre es importante que se ajusten a la realidad. Hay veces que queremos exigir cosas tan irracionales que ni nosotros mismos estamos dispuestos a dar. ¡Cuidado con lo que se exige!

El próximo paso es la negociación.

Cuando nos enamoramos pensamos que estamos completos, que no hay nadie mejor que esa persona especial. Nuestros deseos de amor, respeto y seguridad están cubiertos. Luego llega la etapa del matrimonio o convivencia. Aquí comienzan a cambiar las cosas. De ahora en adelante lo importante quizás sean otros detalles como el dividir los gastos de la casa, quién aportará más en lo económico o cómo vamos a educar o disciplinar a los hijos. Y una vez más, cambian las expectativas que cada uno teníamos del otro.

Como las expectativas van cambiando según las circunstancias de cada uno, hay que ser conscientes de que este tema debe de tratarse con mucho amor y respeto. Mientras menos marcadas e irreales sean las expectativas, mayor posibilidad de negociación hay entre la pareja.

Por eso es muy importante que se hable sobre lo que esperamos de una relación y que definamos cada una de las prioridades de nuestra pareja. Cuanto más sepamos, mejor será nuestra relación afectiva. 

El amor, la comprensión y la aceptación son la base de una buena relación de pareja. 

Ama a tu pareja, dale lo mejor de ti, ama sin condiciones. 

No seas tan exigente, recuerda que tu pareja no es un príncipe sacado de un cuento. Es una persona real, de carne y hueso, que vino a tu vida a acompañarte en tu viaje. No esperes que sea el único que le dé sentido a tu vida. Comienza a buscar tu propia felicidad sin depender tanto de los demás.