¿Qué es la lucha si lo vemos desde la perspectiva de vida de una mujer y madre trabajadora?

Muchas mujeres, que además son madres, tienen la obligación (o el deber) de llevar varios roles a la vez. Como trabajadoras tenemos que ayudar a suplir (en muchas ocasiones en su totalidad) el ingreso familiar, a la vez que nos encargamos de la crianza y la alimentación de nuestros hijos, entre otras cosas. Es una lucha donde mostramos en el día a día que somos unas verdaderas guerreras y que, a la hora de complacer y luchar por nuestros hijos, no hay nadie que nos gane.

Desde que abres los ojos en la mañana, tus hijos se convierten en la prioridad. Despertarlos, prepararles la ropa, el desayuno y asegurarse que la asignaciones estén hechas ya es de por sí una preocupación genuina. Escuchar las inquietudes y necesidades de nuestros retoños nos quita el sueño y hasta las alegrías cuando nos sentimos impotentes para resolvérselas. 

Muchas veces, llegamos tarde a los compromisos para que ellos lleguen temprano a la escuela. Le sacamos alas al carro para sobrevolar el tapón matutino y guerrear con la mala fe de algunos choferes que se creen dueños de la brea. Lo más seguro es que a esa hora todavía nosotras estemos sin peinar, sin maquillar y descombinadas, y hasta se nos haya olvidado desayunar. Pero relax, te consuela saber que tus hijos sí lo hicieron. 

Arrancar tu día así es de valientes y, en esas condiciones, enfrentar los retos del trabajo es incalculable. Llegas posiblemente a encontrarte con un jefe impredecible y malhumorado. Mantener tu buena cara es imprescindible no empece a tu realidad. Quizás no tienes un buen día pero, a pesar de todo, en más de una ocasión te acordaste de las cosas que faltan en la casa y que no puedes llegar sin ellas. Ante la falta de jabón, queda la ropa sin lavar. Se acabó el papel de baño y la pasta dental y te acuerdas que no hay leche en la nevera.

Y te preguntas: ¿Qué hago? ¿Quién me ayuda con todo esto? Si tenemos marido, posiblemente salió temprano a cumplir su agenda de trabajo. Con café en mano (que por supuesto, tú se lo preparaste) te dejó las libretas de pagos sobre la mesita de noche para que tú resuelvas. Y con un gran suspiro y admiración te cuestionas, ¿cómo hacen las mujeres que son solteras y cumplen con todo esto y más? ¿Y qué me dices de las mujeres que se están divorciando y aun así, con un corazón partido, tratan de dar su mejor cara y mantenerse de pie ante sus hijos? Mis respetos para ellas.

Las mujeres somos fuertes por naturaleza y muchas veces no conocemos la derrota. Nos caemos, pero de igual forma nos levantamos porque no hay tiempo para llorar ni lamentar cuando la lucha por la familia es lo primero.

Aunque las luchas son relativas, la de una mujer valerosa y buena madre es de admirar.  Y pregunto: Nosotras, ¿tenemos derecho a huelga?