Repasando lo que queda detrás del desastre del huracán María, a 29 días de su paso, descubro una preocupación mayor a sus estragos -y eso es mucho decir: la llamada “memoria corta”.

Me niego a pensar que ese temeroso “síndrome” reaparezca en nosotros como sociedad en un momento tan duro como el que nos ha tocado vivir. La inquietud me obliga a exteriorizarlo porque si de alguna manera conviene hablarlo, pues hablémoslo y combatámoslo a tiempo.

Son muchas las consecuencias nefastas que implica vivir con memoria corta. La carga negativa es insostenible para quienes nos negamos a creerlo; es como nadar contra la corriente.

La memoria a corto plazo hace olvidar el dolor colectivo, convirtiéndonos en insensibles. Es ahí donde me duele esta realidad. Me nace del alma decirle a esos seres de poca memoria: “tu progreso no te da derecho a aplastar al que viene detrás”. Es tiempo de compartir tu buena fe, activar la tolerancia y multiplicar tu bondad. Derrama bendiciones que te salgan del alma, cede, porque a veces perdiendo se gana. Dale importancia a lo que verdaderamente lo tiene.

¡Sonríe!  ¡Vive! ¡Grita! Dale gracias a Dios porque estás vivo y que lo pasado pudo ser peor. Proponte nuevas metas, planifica tu hoy y mañana.  ¡Dile no al no se puede! Acepta el reto de echar pa’lante.

Creo fielmente en que detrás de todo suceso bueno o malo hay un gran propósito. Es como el sazón en la comida: es lo que nos lleva a descubrir el porqué de las cosas. En el camino encontrarás todas las herramientas necesarias para construir una nueva vida. 

Lo que lo hace difícil -pero no imposible- es enfrentar al colectivo de memorias cortas. En lo personal yo las llamo “las piedras del camino”. Son estas piedras que se deberían ver como obstáculos, pero jamás como enemigos. Eso lo aprendí hace muy poco. Antes me dolía lo que otros me hacían, ¡ya no! Descubrí que sus debilidades son parte de nuestro aprendizaje y formación a través de este viaje que llamamos vida. El truco es no internalizar nada, no tomarlo personal.

Pero ¡miiire mi herrrrmano!,  en momentos como estos a veces pecamos de ser un poco  insensibles y egoístas.

Siempre pensaba que me adelantaba a posibles sucesos que pudieran ocurrir. Pero un agente federal, con el que compartí en un ascensor, me enfrentó a mi verdad.

Detrás de mi saludo de buenos días, le pregunto cómo van los trabajos. Cabizbajo y detrás de un profundo suspiro me confiesa: “Esto está lento. Los trabajos cada vez más duros, pero lo difícil lo está provocando la falta de valores que tenemos en nuestra sociedad. No hay tolerancia, es triste tener que perder energías  interviniendo con alguien que  pelea en una fila amenazando a otro con quitarle la vida por cosas tan simples”. Otro ejemplo de lo que como sociedad es tener memoria corta, de olvidar el dolor colectivo.

Después de este baño de agua fría, sólo me resta hacerme una pregunta: ¿Qué nos pasa Puerto Rico? Aun así,  sé y me consta, que los buenos somos más.

Contagiemos a todo aquel que se nos pare al frente con buena vibra, pasemos hacia adelante todo aquello bueno que hacen por nosotros. Seamos agradecidos, dispuestos a tener buena memoria, acordándonos de dar las gracias en todo momento. Este ejercicio es para toda la vida.

Dios bendiga el corazón de cada uno y nos dé largos días de vida para agradecer y obtener eterna paz y alegría.

Un abrazo grande, 

Saudy