¡No cabe duda de que los trabajadores boricuas somos los mejores! En los peores momentos es cuando sacamos la cría. Ante la crisis, olvidamos lo que nos separa y nos convertimos en un solo ente, capaz de resolverlo todo. ¡Y es que en la unión está la fuerza! Así lo hemos demostrado siempre, y tan reciente, como en el inesperado apagón del 21 de septiembre. Vimos trabajando fuertemente a nuestros servidores públicos, a la AEE, AAA, a la policía, bomberos, Manejo de Emergencias, todos juntos, dando cátedra de lo que podemos lograr cuando nos unimos. Los resultados fueron extraordinarios en medio de todo el caos que se formó. Aprovecho para reconocerle y agradecerle a cada uno su gran labor.

Sin embargo, en un paseo obligatorio por las redes sociales, me topé con un festival de creatividad, (cargado de desahogo) donde la frustración era el orden del día. El quejarse por la falta de luz se convirtió en una competencia retante por ver quién era el más original. Los ya famosos "memes" eran puro talento, cargados de párrafos descriptivos, llenos de  situaciones reales como inventadas.

¡Mire mi hermano, había que leerlos! 

Algunos mejores que otros, como por ejemplo, un pensamiento un tanto “profundo”, que me llamó la atención,  "¿qué habrán hecho los barberos con los clientes a mitad?” Sin duda, este comentario puso a volar mi imaginación por la validez de la pregunta y la creatividad de nuestro pueblo.  Según pasaban las horas, aumentaba la desesperación y crecía el desahogo en las redes, ya en su mayoría, subidos de tono. Comenzaron los ataques, las malas palabras y los reclamos hasta la Luna. ¡Claro, nunca perdiendo la jocosidad que nos caracteriza! Tanto así, que la Autoridad de Energía Eléctrica tuvo que tomar acción y publicar que, por favor, no le escribieran más insultos en las redes sociales.  Ahí me dije ¡Wow! ¡Cuán capaces somos de ofender!

Hice un repaso por mi realidad ante la necesidad de luz, y les cuento, que como dueña de negocio, me preocupé por el inventario del día, las órdenes y compromisos pendientes. Tengo muchos materiales que son perecederos y que dependen de la congelación,  pero a la misma vez dije "¡qué bueno, mañana no hay trabajo!", (tratando siempre de buscar el lado positivo a las cosas, porque esa es mi especialidad, sacar lo bueno de lo malo). Desgraciadamente, a nivel general, muchos comerciantes tuvieron grandes pérdidas, imposibles de recuperar. 

En nuestra casa, un calor delirante, rogando que esa nevera nadie la abriera para que conservara el frío y que los alimentos pudieran perdurar el mayor tiempo posible. ¡Ufff, el agua fría para bañarse!!! Lo único que pensaba era en las nenas, pero para mi sorpresa se lo gozaron todo convirtiendo el bañarse en un reto de alegría. Lo que se escuchaba al otro lado de la cortina eran los gritos y la risería.  

En las noches de oscuridad, nos acostábamos a mirar el techo los cuatro. Hablamos tanto que me sentí feliz y complacida hasta el punto, de que le di gracias a Dios por el apagón y el habernos permitido una comunicación sin interrupciones entre nosotros. Aunque, por supuesto ¡espantando mosquitos y sudando como atletas toda la noche!

Siempre era la última en dormirme. Mientras, buscaba en la redes información. Tristemente, seguían los “memes”, los reclamos y los señalamientos tratando de buscar culpables. 

Hasta que llegué a mi propia conclusión. 

Se nos va la vida quejándonos y criticándolo todo. Cualquier situación la hacemos máaaas grande de lo normal. Nos encanta alarmar y repetir las quejas con sensacionalismo. Queremos que en las redes, nuestro muro sea el más leído y, a veces, escribimos lo que sea para exacerbar a otros, para llamar la atención, para sentir que dimos en el clavo. 

Todos estábamos conscientes de que la situación por la que atravesábamos no estaba en nuestras manos ni podíamos resolverla de inmediato. Por eso, mientras trataba de conciliar el sueño, no dejaba de preguntarme, ¿cuál era nuestra ganancia con esa actitud intolerante de algunos? ¿Por qué no estábamos aportando  paz cuando el País más lo necesitaba? Mejor aún, ¿por qué en vez de criticar tanto no utilizábamos esa energía en  buscar la armonía  y las soluciones que nos beneficiaran a todos? 

De todo esto aprendí, que en momentos así, es cuando más unidos y en paz debemos estar para poder pensar con claridad en cómo ayudar a quienes verdaderamente lo necesitan. Debemos repasar cuáles son las verdaderas prioridades como sociedad  y cómo hacer de lo malo, lo mejor. 

Si me dejo llevar por esas reacciones en las redes sociales, definitivamente creería que  no estamos preparados para un desastre natural de gran envergadura  y es ahí donde me asusto. 

Por favor, aprendamos a vivir con menos para que nunca nos falte nada.