Este viernes 6 de enero celebramos el gran Día de Los Tres Santos Reyes y con esto, muchos culminamos las navidades. Aunque todavía nos quedan las octavitas, las Fiestas de la Calle San Sebastián y muchas otras excusas para celebrar, ya comienza la nostalgia de que esta época maravillosa y festiva está por culminar y con ello, el deseo de seguir extendiéndola por más tiempo.

Ante lo inminente, se me ocurre provocar que el Día de Reyes sea muy especial para la familia como lo era para mí  y mis hermanos hace muchos años. Era una época en la que que se nos enseñaba a darle valor y sentido a la celebración. Los vecinos se unían como familia y recuerdo claramente que varias casas  tenían música de navidad a la misma vez  y a nadie le molestaba; al contrario, en el barrio Río Grande de Jayuya el ambiente era de pura celebración y compartir entre todos.

Actualmente, cuando repaso la idea de  planificar una fiesta de Reyes en la urbanización donde vivo, ocurre que existe un silencio increíble. Un libro con muchas reglas y exigencias es lo que rige nuestro espacio e imposibilita o condiciona las cosas. Esto hace que querer compartir entre vecinos se haga tan  difícil y que se comiencen a perder las tradiciones. ¡Mire mi herrrrrmano...! ¡Arrancar para Jayuya sería la solución! Allí  todavía se vive en libertad social y respeto al prójimo.

Pero entonces pienso que hacer esto sería contradictorio a lo que pretendo, que es emular los mejores tiempos y recrear la tradición para mis hijas. Así que, manos a la obra, decido que es mejor quedarnos en la jungla de cemento buscando vivir nosotros la tradición.

Lo primero que voy a hacer es poner música. Es una pena que hoy día no podamos contar con las emisoras principales de este país.  Casi todas son las causantes de que vivamos la Navidad casi sin sentirlas. Antes no  había forma de que se escuchara otra cosa que no fueran la Tuna de Cayey, Julio Ángel, La Patrulla 15, Héctor Lavoe, La Familia Katrasca y muchos otros. Ibas de compra y en las tiendas lo que se escuchaba era música navideña, sana imposición que influía grandemente en el estado de ánimo del país. Tengo que felicitar a la emisora Católica Radio, que ha  sido fiel a la  tradición. Ojalá otras emisoras reconozcan que están fallando en no fomentar nuestras tradiciones  que son tan importantes  y especiales. Los puertorriqueños somos música y fiesta y no debemos permitir que eso cambie.   Con esto dicho, ya me desahogue.

Resuelto esto, lo próximo será poner unos perniles bien sabrosos a asar, con unos guineitos flacos hervidos. ¡Qué rico! Seguiré con ñame blanco bañado con un poco de  grasita calientita del mismo pernil por encima. Luego de una pimpera sabrosa y  de ponerle yerba a los camellos, me sentaré junto al árbol de navidad a ver disfrutar a mis hijas de sus regalos. Quiero lejos los teléfonos, iPads y toda tecnología, porque Melchor, Gaspar y Baltazar traerán sólo puros juguetes, bicicletas y juegos de mesa.

Más tarde, conversaré con algunos vecinos, esperaré a que caiga el atardecer sin hacer nada, sólo descansar y vegetar entre  buena música navideña y los gritos de alegría de mis hijas provocados por la diversión de los juegos y el compartir familiar.

Te invito a que planifiques y revivas buenos momentos y las tradiciones. Ellas permanecerán vivas  mientras queramos. Esto es nuestra decisión.

¡Hasta la próxima!