La determinación y la esperanza perfuman la historia de Glorianne Rivera Casanova.

La joven de 19 años de edad apuesta a sus capacidades, al tiempo que va sobrepasando límites en busca de ser quien quiere ser. 

Lo hace a pesar de tener atrofia muscular espinal (AME) tipo 2, una condición de salud hereditaria que la ha llevado al hospital alrededor de 30 veces, en seis ocasiones para someterse a cirugías de espalda y cuello. 

Glorianne quiere ser diseñadora. La chica  está próxima a comenzar su tercer año de Fashion Marketing, con una especialización en diseño de vestuario, en SCAD, The University for Creative Carreers, en Savannah, Georgia.

“A mí todavía se me hace difícil darme cuenta que estoy en silla de ruedas. Para mí es algo normal. Yo nací así”, dice la artista en entrevista telefónica. 

La AME es un grupo de trastornos de las neuronas motoras (células motoras) que provocan debilidad y atrofia muscular. Por tal motivo, Glorianne dibuja sus propios diseños, pero con la asistencia de alguien que, por ejemplo, le mueva el papel ya que no puede levantar sus manos; la fuerza la tiene en la muñeca y en los dedos, y la mano derecha funciona más que la otra. En el caso de sus piernas, las puede mover, no así caminar porque no tiene suficiente fuerza, así que usa silla de ruedas motorizada.

Aun así, le basta ese escaso movimiento para hacer sus diseños, los flats (diseño sin modelo) y los patrones. 

Por eso, dice, el impedimento más grande que ha tenido que enfrentar no ha sido propio, sino el desconocimiento que tienen los demás sobre sus capacidades. “Mi meta es que nos vean como individuos, no como seres vulnerables. No somos un problema, al contrario, tenemos soluciones que nadie ha podido ver… No nos pueden tratar de menos”, sostuvo Gorianne, quien estudió en la escuela privada Tasis School en Dorado hasta que la familia se mudó a Estados Unidos para su grado universitario.  

¿Cómo combatir ese desconocimiento? “Estando presente en la vida diaria de los demás. Que la gente nos vea y nos conozca como seres humanos y de ahí van a empezar a considerarnos”.  

Su interés por el arte inició alrededor de los siete años de edad, cuando empezó a dibujar “muñequitas”. Posteriormente, sus padres se percataron de que su punto focal era la ropa, por lo que le sugirieron estudiar diseño. Luego, en décimo grado, una maestra de diseño de modas -que ofreció un curso breve en su escuela- le comentó que le gustaban sus diseños. 

Aquellas palabras significaron mucho para Glorianne. “Me sentí bien. Me dio confianza. Me hicieron sentir que iba por el camino que era”, expresó. 

Eventualmente, Glorianne buscó alternativas de estudio que la llevaron a Savannah, Georgia. “Me enamoré de la universidad. Yo por mi parte hice todo lo que podía hacer para llegar acá”, expresó. Y la alegría fue tanta que no encuentra palabras para describir lo que sintió. “Es difícil de describir esa emoción, me entiendes, no me lo esperaba. Cuando me aceptan no sabía que podía progresar tanto como he progresado”, expresó. 

Glorianne aspira, con su vida, a involucrar a la gente con discapacidad en la sociedad. “Quiero ser parte de la sociedad y por eso estudio… Ser estudiante es parte de mi ser humano… Veo esto como tratando de mejorar el futuro de los demás, de los niños que están detrás de mí, para que no encuentren ese trato tan distante” que a Glorianne le ha tocado superar. “Estoy rompiendo paredes -agregó- y no me está malo”.