“Hannah López” y “David Rodríguez” tenían una relación como cualquier otra: comían juntos después de terminar sus clases en la universidad, salían cada domingo y algunos días en la semana él dormía en casa de ella. 

Se conocían desde que ella tenía 16 años; él le llevaba cinco. No era una relación con título porque a ninguno le gustaba las etiquetas, pero eran una pareja con la típica estructura de una. Y así estuvieron cuatro años juntos. 

Nada en la conducta de su “novio” durante ese tiempo hizo a Hannah sospechar que él tenía una doble vida. El único problema era la supuesta “mejor amiga” de David, “Migdaliz”, quien estaba demasiado presente en la vida de él.

“Siempre me dio la espinita de que ella estaba enamorada de él porque lo llamaba todo el tiempo, pero al confrontarlo con mi preocupación, siempre respondía que solo eran amigos, que estudiaban juntos y que no tenía que sentirme celosa de ella. ‘Es mi mejor amiga, tranquila. No tienes que preocuparte’, eso me decía”, contó la entrevistada, cuyo nombre fue cambiado para proteger su identidad. 

Un día, mientras hacía la matrícula en la universidad, Hannah se encontró con una conocida, que era muy amiga de la familia de David. La mirada de pena hacia ella, le hizo sospechar de inmediato que le contaría algo que no le gustaría. Y así fue. 

“Nunca olvidaré sus palabras: ‘Nena, bendito, debes estar devastada’. ‘¿Por qué habría de estarlo’, le respondí.  ‘Bueno,  que David comprometió a Migdaliz este verano. No me digas que no lo sabías. Hubo una fiesta en su casa con toda la familia, y yo estuve allí’, me dijo. Quise morirme en ese momento. Estaba confundida. Creía que era la novia y realmente era la chilla”, rememoró.

Hoy, a sus 25 años, la joven profesional todavía no es capaz de reconocer cómo se sintió exactamente en ese momento. Era una mezcla de coraje, decepción, frustración y hasta vergüenza porque jamás habría consentido ser la tercera en una relación. 

En medio del dolor y la molestia, Hannah decidió que quería enfrentar al hombre que la había engañado. 

“Lo llamé furiosa. Le pregunté sin apenas saludarlo que si estaba en la universidad. Cuando me dijo que sí, pero que estaba bien ocupado en ese momento, le dije que me urgía verlo, que era importante. Y entonces le dije sin que me quedara nada por dentro: ‘Me acaban de decir que comprometiste a tu novia, y por más que me miro mi mano, no veo la sortija’”. Se quedó mudo. Le insistí en que quería escucharlo de él y que me diera la cara, y solo pudo contestar que él me llamaba en la tarde para que nos viéramos. Esa llamada tardó seis meses, para reconocerme de frente esa verdad”, relató.

Al final, David se casó con Migdaliz. Mientras, a Hannah le tomó algunos años reponerse del engaño, sanar y empezar de nuevo a salir y confiar en otros hombres.

Un proceso de duelo

De acuerdo con la sicóloga Libna Sanjurjo, las emociones se que se experimentan ante un engaño como este son los sentimientos típicos de una pérdida.

“Esto es una pérdida. Una persona que es engañada, que es traicionada de esta manera, independientemente de la persona, ella está perdiendo una relación. Está perdiendo esta interacción, esta compañía, ella está perdiendo sus ilusiones. Inclusive, hay que tener cuidado porque podría estar perdiendo hasta la confianza en los demás sino lo procesa correctamente”, opinó la experta en conducta humana.

Detalló que, como en toda pérdida, se pasa por un proceso de duelo en el que se atraviesan  momentos de tristeza, coraje, negociación y  aceptación.

“Yo identificaría el impacto de una traición como esta como un proceso de duelo, donde hay que identificar las emociones que estamos experimentando,  validarlas y procesarlas con los recursos y herramientas emocionales que tengamos, sumado a la red de apoyo -nuestras amistades y nuestra familia- y la ayuda profesional, que va a depender de cuán significativa fue esa pérdida para mí”, abundó.

Sanjurjo enfatizó en que es importante diferenciar si se trató de una relación que, más allá del engaño, le dejó a la persona traicionada ganancias de aprendizaje y crecimiento personal, o si se trató de una situación poco saludable que acreciente la sensación de pérdida con sentimientos de culpa sobre las oportunidades que ella dejó de lado por estar con él.

Del mismo modo, recalcó que el perdón es clave en el proceso de sanación de una persona que fue traicionada por quien creía que era su pareja. Al mismo, tiempo, sostuvo que perdonar no es algo que se consigue de inmediato y subrayó que no implica lo mismo que olvidar. 

“Perdonar es que las emociones que generaron la ofensa disminuyan en intensidad hasta que desaparezcan. Y muy importante, perdonar no es reconciliar, perdonar es una cosa y reconciliarse es otra. Yo puedo perdonar mas eso no implica que yo restablezca la relación ‘X’ que yo tenía con esa persona”, sostuvo.