La maestra  María  Isabel  Vázquez  se  describe  como  “una sobreviviente  más  de  cáncer”. No obstante,  aunque no lo  admite, ella  no  es  una más, dado que  su  historia de vida  tras   batallar  contra la enfermedad dejó de ser  suya  para  ser  de  otros.

La  profesora  de  salud de  la  escuela Dr. Santiago Veve  Calzada,  en Fajardo, no  conoce  la  palabra  egoísmo. Si  así  fuera  nunca  se  hubiese atrevido a  narrar  su  historia personal para  ser presentada  en el teatro con el  objetivo  de  ser  solidaria con otros  pacientes y  con  el  resto  de  la  ciudadanía. 

Todas  las  vivencias  que  experimentó  desde  su  diagnóstico de cáncer de seno en noviembre del 2002 hasta  el presente dan vida a  la  obra  teatral En la penumbra  realizada  por   unos 17  estudiantes  de la    escuela  fajardeña. Vázquez  le  narró a  su  compañera de trabajo  Lily Cintrón, maestra  de  español,  todo lo  que  la enfermedad  significó en su  vida  y la  de  su familia   y  amigos. Cada  emoción  que vivió -incluso antes  del  diagnóstico- referente a  su  crianza  es  proyectada en la  obra    que  lleva  cinco   funciones  en el teatro  de  la escuela.

Su  objetivo, según detalla,  es que  cualquier paciente  de  cáncer pueda  identificarse  con la  historia pues  enfrentarse  al  diagnóstico resulta para  muchas y  muchos  un golpe  al vacío  lleno  de miedo  y desconocimiento. Conocer  la condición  y  la prevención  temprana es parte  del mensaje  que  lleva a  través  de la  obra dirigida  por  el  profesor de  inglés Enrique  Maldonado.

“Siempre he  buscado  la  forma  de sensibilizar a  los  estudiantes  con  diferentes  causas  y en  esa  búsqueda quise crear  esa  empatía hacia  los   pacientes  de  cáncer, no  solamente a  los de  cáncer  de  seno. La  obra  presenta   escenas  fuertes como el diagnóstico, el  post  operatorio  y  cuando  uno  se  encuentra  con la  cicatriz  de lo que  es la operación, los  efectos  de la  quimioterapia, ese  proceso  en que quieres  acabar  la lucha y llega  la  red de  apoyo y  te  sostienen.  Eso  es  lo que  queríamos que  se viera  que  es   mucho  más que  dar  un pesito para  una  campaña. Que  hay  que  estar  ahí.  Cualquier paciente puede  verse reflejado en la obra y  eso ayuda  a entender  la  enfermedad”, precisa la  maestra  de  salud  que  se  encuentra  en   remisión. Desde el  2003, que  fue  su  última  quimioterapia, agradece a  Dios el entender que  el  cáncer  no  fue  una  sentencia  de  muerte  sino  de renacer.

Para  ella, repetir  la  historia  de  su  madre, que  falleció  de  cáncer de seno mientras  ella  padecía  la misma   enfermedad, nunca  fue  una  opción que  le pasará  por su  cabeza. Marisa, como  la  apodan,   quiso vivir y  fue  desde ese  momento  que  vio el  cáncer  como  un  renacer  emocional  y  físico.

Cuando  supo  que  el  cáncer  estaba  en su cuerpo,  además  de  no  rendirse, -aunque  admite  que por  momentos  quiso hacerlo ante  lo  difícil  que  fue  el tratamiento-,  le pidió a  Dios  poder  ver  crecer a  sus   tres  hijas -Jennifer, Jean Marie  y  Nicole  Marie  Albira-, todas  profesionales. Hoy  festeja que  Dios le  permitió  vivir y compartir con sus  dos  nietos.

Se  sometió a  la operación  radical  del seno  izquierdo y  hasta  el   momento  no  ha   querido hacerse  una reconstrucción porque admite  “me  siento  feliz,   mi  esposo   y  mis   hijas me  aman por  lo que  soy  no por cómo  me  veo”.

“No me  siento  una  mujer  especial. Soy  una  sobreviviente como  tantas que  hay que le  dijimos  al   cáncer que  no  es   una  sentencia. Somos  muchas  las que  estamos  aquí  para  contarlo.  El cáncer  te hace  una  mejor  persona   y  te  hace  valorar  los  pequeños  detalles  de  poder  vivir, de dar  gracias  a  Dios  por cada  suspiro y  eso  es  lo que  quiero contarle  al mundo”, puntualiza.