Si hay algo que la doctora Maricarmen Laureano tiene claro, es el poder de la educación.

Gracias a su esfuerzo académico, pudo salir de la pobreza en la que se crió. También, dirigida inicialmente por las palabras de un libro, fue que se percató de la relación de maltrato en la que estuvo envuelta con el padre de sus hijos. Y tras dejar atrás ese pasado, aferrada al poder del conocimiento, es que tuvo la iniciativa de crear el proyecto Escuela para la mujer, dirigido a servir de guía a las que desean explorar su potencial y fortalecer su ser interior.

Al recordar su pasada relación de pareja, comparte que “para ese entonces (en los noventa), yo trabajaba en un lugar donde había muchos libros, y había uno por el que me sentía siempre atraída, como que me llamaba. Hasta que un día me dio con tomarlo en mis manos, y su título era La mujer maltratada. Cuando lo empiezo a leer, es que caigo en cuenta de que describía lo que me estaba pasando”.

Según aclara, de los diez años de matrimonio, fue en los últimos cinco cuando comenzó a ser víctima de maltrato sicológico. “Ese tipo de maltrato es bien solapado, no es como el físico, que es más evidente. Pero en mi caso era dominio y control sobre mi persona”.

Según narra, “fue difícil romper, pero busqué ayuda  y empecé a buscar la forma de salir, y salí”.

Tras separarse, realizó dos maestrías. Luego, su doctorado en consejería sicológica.

Fue su redescubrimiento el que le sirvió de inspiración para crear la Escuela para la mujer, y guiar a otras mujeres a “que tengan la experiencia de volver a mirar los valores,  a ver la importancia de la equidad de género, de descubrir sus talentos”.

El proyecto, que originó en 1997, consiste en una serie de 12 talleres. Al momento, ha brindado clases en Arecibo y Bayamón. “Pero no nos quedamos en un sitio o un pueblo específico. Nosotros vamos a las comunidades”, enfatiza Laureano, quien también cuenta con el segmento radial Tacones Altos en Nueva Vida (97.7 FM).

Sobre su experiencia, confiesa que “me llena mucho de satisfacción saber que las mujeres han sido transformadas, que logran una calidad de vida con su familia, que logran posicionarse entendiendo que son sumamente valiosas y que pueden hacer una gran aportación a la sociedad”, revela la también reverenda.

Pero su experiencia no termina con compartir sus conocimientos y servir de guía. También le ha derivado numerosas enseñanzas. “He aprendido mucho más de lo que yo creo que ellas han aprendido de mí, porque cada experiencia es tan enriquecedora. Las mujeres nutren realmente la vida de cualquier persona que escuche lo que ellas han vivido, porque de cada experiencia sale una lección de vida maravillosa que las conduce a seguir hacia adelante”.