En tercer año, Wilmarie Rodríguez perdió todo su interés en la escuela. Las largas horas que tenía que esperar entre clases, debido a la ausencia de los maestros, y la alta incidencia de desertores escolares entre sus compañeros, la convirtió en una de ellos.

“Tenía como 16 años. Compartía con muchos compañeros de la escuela y veía que se estaban saliendo. No había maestros para darnos clases, teníamos que esperar dos o tres horas para tomar la próxima clase. Fue allí cuando le dije a mi mamá que iba a salirme de la escuela. Ella me dijo que me iba a apuntar en otra  y le dije que no”, recordó la joven que hoy tiene 26 años.

Aunque su madre, Wilma Solla, intentó que desistiera de la idea y buscó otras formas de que pudiera terminar el año, Wilmarie estaba decidida.

Pero para la joven no estaba todo perdido, por el contrario quería entrar a un programa en el que creía que iba a poder ponerse al día. Se trata del Puerto Rico National Guard Youth Challenge Academy, en la cual estuvo su hermano por lo que sabía bien en qué consistía.

“Me llamó la atención que era cuasi militar. Siempre me llamaron la atención mucho las fuerzas armadas. No era algo que quería hacer, pero tenía  esa inquietud, porque mi abuelo era militar. Mi mamá estaba dispuesta, pero me dijo que tenía que trabajar para lo mío, así que fui a buscar los papeles y empezamos a llenar para poder ingresar”, afirmó.

De un ambiente escolar libre y sin exigencias Wilmarie pasó seis meses después a uno sumamente estricto y estructurado.

Al ser internado, la joven estuvo primero en Salinas y luego en Juan Díaz, lejos de su familia.

“Cuando estamos en Juan Díaz empezamos la escuela. Cogemos inglés, español, matemáticas, ciencias. Son clases intensivas. Allí me sentí supermotivada. Y están los cadre, que son los militares que estaban día y noche con nosotros dándonos disciplina”, relató.

A Wilmarie le gustaba ese ambiente de disciplina y responsabilidad que predominaba. Lo más  que se le hizo difícil fue adaptarse a la convivencia   y lidiar con los compañeros que querían salirse del programa.

“También aprendí  a manejar mis impulso. Allí uno se controla mucho porque va con un objetivo, lo que uno quiere es pasar eso, obtener el cuarto año y que los padres se sientan orgullosos de uno. Lo que se me hacía más difícil era apoyar a otro compañero que se quisiera ir. Tratar de que nos mantuviéramos todos, porque allí va mucha gente de diferentes clases sociales, diferentes problemas”, afirmó.

Wilmarie fue elegida para representar el programa en Washington D.C. en el 2009. 

“Challenge cambió mi vida completamente. Uno se gradúa de allí y no quiere ni salir, porque estas personas se convierten en tu familia. Y aunque se vean severos en su actitud, lo que quieren es que tengas un buen porvenir, lo mismo que quiero yo para Puerto Rico. Estas personas lo hacen por estos jóvenes que no tienen un camino hacia dónde mirar”, dijo sobre el programa que  hará una  gala premier de la película  Independence Day Resurgen,  en las salas de Caribbean Cinemas en San Patricio Plaza el 21 de junio con el propósito de recaudar dinero.

La experiencia ayudó a Wilmarie a elegir una carrera en la Policía, donde lleva ya cinco  años.

“La mayor satisfacción es poder ayudar a alguien que lo necesita. Aunque el País no lo vea o no lo agradezca, uno se lleva en el corazón que pudo o salvar una vida o llevar un mensaje de paz”. dijo.