Me pidió que fuera honesta, que dijera las cosas tal cual las pensaba y sentía, sin omitir nada por más extraño o inoportuno me pareciera. Cuando llamé para confirmar nuestra cita le pregunté qué era mejor, si ir sola a esa primera vez o en pareja. 

Curiosamente, ella me respondió que le era indiferente. Que en terapia no tomaba bandos y que siempre iba a maximizar la experiencia estuviera yo sola o acompañada. Me pareció bien su respuesta y elegí, en esta ocasión, ir sola para sentirme libre de decirlo todo sin el temor de ofender. 

Finalmente, el día llegó y allí estaba. En la primera fase de mi “terapia express”, la del planteamiento del problema, según la nombra mi doc. Le pedí permiso para llamarle así y le saqué la primera carcajada de la cita. 

“Busco saber la verdad”, me dijo, “toda la verdad”, insistió. “La que digas y la que insistas en callar. De hecho, en esa soy mejor, en las que no quieren decir o admitir. El planteamiento del problema consta en narrar tu experiencia con eso que entiendes te anda mortificando la existencia. Para ello, una conversación amena entre ambas donde tú hablas, yo escucho y pregunto”, continuó explicando. 

“¿Lista?”, me preguntó. De repente, sentí mi estómago volcarse y mi corazón palpitar alocado. Sabía por todo lo que me había explicado de los frutos de esta terapia, que quién se levantara de esa silla no habría de ser la misma personita que se acababa de sentar y justo eso era lo que quería. Yo, estoy lista para el cambio, le respondí. Me escuchó, casi ininterrumpidamente, y al terminar nuestra primera cita ya yo tenía mi diagnóstico y tratamiento. Empezó por resumir lo que yo había dicho, casi con palabras textuales. Claro, también con la explicación de lo que significan mis palabras y acción así como todas las incongruencias de mi narrativa. Unas que yo jamás había observado, lo juro, pero que estaban ahí muy presentes. Cuán ciegos o ajenos podemos estar a nuestras aparentes verdades y realidades, cuán lejos de la acción correcta, pensé, mientras escuchaba cada palabra pronunciada por mi Doc. La tarea es ésta, me dijo, recordándome que entre cita y cita tengo asignación conmigo misma. Hazla, te servirá a tí también, aquí va…

1. Narra, con lujo de detalles, qué te está pasando y a qué se lo atribuyes. Escríbelo, cómo cuándo hacías ensayos para tu clase de español. Escribe hasta que sientas que ya no tienes más nada que decir. Déja descansar el escrito unos días, permite que te hable.

2. Lee tu escrito y forja categorías de aquéllo escribiste te está pasando, ejemplo: lo que tiene que ver con tu pareja, trabajo,familia, hijos, vecinos, ganas, no ganas, etc.

3. Identifica tres cosas que se repiten, que están presente, en las diversas categorías que forjaste. 

Nos despedimos dejando claro que la asignación es parte de la terapia, por tanto, debe estar lista para el próximo lunes ¿entendido? Entonces, hasta el lunes, me dijo, con esa sonrisa en sus labios que tanto la caracteriza.