Es hora, señores, de dejar de preocuparse por el tamaño de su pene y más bien empezar a ponerle cuidado a la forma como lo usan, teniendo en cuenta la opinión de las mujeres.

Si bien para ustedes su preciada asta es el máximo símbolo de su poder de machos, lo cierto es que nosotras, por lo general, no logramos entender por qué ese apéndice les significa tanto.

La verdad, más que dedicarse a la contemplación de su querido amigo, deberían conocer a fondo los terrenos anatómicos femeninos en los que lo ponen en acción. Y lo digo porque ocho de cada diez mujeres afirman no percatarse de sus dimensiones cuando sus dueños se muestran entendidos en el cómo y en dónde estimular.

Por el contrario, muchas hemos sido testigos de buenos equipamientos (en términos de tamaño) con desempeños decepcionantes.

Otra petición que les hacemos es que entiendan que las curvas peneanas no están ahí por capricho de la naturaleza, sino para cumplir tareas muy nobles que se relacionan con el acople anatómico durante el aquello.

Por ejemplo, la pequeña curvatura hacia arriba permite hacer presión en la parte anterior de la vagina, donde se encuentra una zona erógena clásica que, si quieren, pueden llamar punto G y que, además, no está más allá de 5 centímetros, por lo que un instrumento cortico puede ser muy eficiente.

No sobra también contarles que no pocas mujeres prefieren que este preciado apéndice sea más generoso en diámetro que en longitud.

Saben que las paredes vaginales anteriores están ricamente dotadas de terminaciones nerviosas que, al ser estimuladas por el roce con una estructura amplia, garantizan goce.

Y como en gustos no hay límites, a muchas mujeres les favorece una cabeza prominente (del pene, aclaro), porque al hincharse el glande durante la erección favorece con su asimetría el estímulo de ciertas zonas interiores que resultan placenteras.

Así que a sacarle provecho a lo que tienen y no olviden que si de longitud se trata, con solo 7.6 centímetros nos pueden ayudar a tener orgasmos de los de verdad.