El intérprete de trap Bad Bunny encendió las redes sociales luego de publicar una foto suya, con un pantalón más abajo de la cintura, en la que enseñaba parte de los vellos del pubis. Las críticas no se hicieron esperar, a las que les salió al paso haciendo un llamado para tener sexo al natural; sin afeitar las partes íntimas.

Lo cierto es que el debate de que si se debe o no mantener esta área libre de vellos ha existido, y hay personas que les piden a sus parejas tener la zona bien acicalada para ese momento de la intimidad.

En una entrevista con Primera Hora, la sexóloga Luisi Denton Marini mencionó que “muchas veces tiene que ver con lo estético”, ya que hay pacientes que le han confesado “que les da asco el vello”. La doctora añadió que “va relacionado con códigos culturales, de lo que a nivel estético es atractivo”. 

Si bien “hay otras culturas como la de China, donde se prefiere que una persona tenga vellos en el área genital, incluso la mujer, la cultura puertorriqueña tiene una preferencia diferente”.

También, está “el aspecto de la libido sexual, de lo que me excita”, además de “que se vincula a la higiene porque el sudor se retiene más en los vellos”.

Algunos manifiestan una aversión en ese sentido, “les da asco”. La doctora aclara que “no es que esté bien, pero es lo que está ocurriendo”.

Además, “es una conducta típica de ambos géneros”. Y puesto que “como parte de la novedad, hay que reconocer que las mujeres se sienten más exigentes con los hombres que hace una década”, hoy día cada vez “más de ellos se sienten inadecuados porque no están dentro del código de belleza, higiene sexual y de seducción, y si no están dentro de ese código, no se siente atractivos”.

Clave: ponerse de acuerdo

El psicólogo Carlos Sosa enfatiza que el acto de complacer al otro -en este caso, accediendo a afeitarse o depilarse por completo el área púbica- debe ser voluntario. “Un a pareja no debe condicionar a la otra porque, hacerlo, incluso puede hacer que a la persona se le vaya el deseo; restar espontaneidad en la relación”.

Además, “esto puede llevar a que la otra parte se sienta rechazada, y más si no puede complacer a quien lo exige”, como sucede en el caso de “personas que no se pueden rasurar por razones de salud”.

“Si hay amor y afecto, eso está por encima de todo”, señala el psicólogo. Así que si la persona insiste, “eso se tiene que trabajar, conversar y negociar”.

Sin embargo, “si se trata de una actitud rígida de parte de la persona, debe considerar buscar ayuda profesional, porque esto no es típico”, advierte Sosa. En este caso, “ya no estamos hablando del deseo de la depilación, sino de la actitud, que implica que hay alguna dificultad” más allá de una simple preferencia estética.