Chico... ¡no te mantengo más!
Compartimos el relato de mujeres que mantuvieron a sus parejas hasta que la relación culminó en un fracaso.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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Cuando una pareja se jura amor eterno afirma que será en las buenas y en las malas. Pero, ¿qué sucede cuando esas malas parecen no tener fin pues ese compañero es simplemente un mantenido que no da un tajo ni en defensa propia?
En la actualidad, hay muchos hombres que ante la crisis económica han sido despedidos de sus trabajos y son las féminas quienes llevan el sustento del hogar. Muchos de ellos asumen con responsabilidad el quedarse en la casa hasta encontrar trabajo lo antes posible.
Sin embargo, hay otros que ante este panorama deciden quedarse en la zona de la comodidad, ya sea por sacarle ventaja o dejadez por la tediosa búsqueda de trabajo. Es ahí cuando se comienza a vivir la pesadilla del hombre vago.
Le sucedió a Milagros (nombre ficticio para proteger su identidad), madre de dos niños y quien afirma que la razón principal por la que su matrimonio de diez años terminó fue el factor económico, ya que su esposo vivía literalmente a cuenta de ella.
Milagros cuenta que cuando se casó su entonces esposo tenía un trabajo en el campo de la publicidad. De momento, la inestablidad laboral comenzó a sentirse en el hogar ya que, curiosamente, a su esposo lo despedían con frecuencia de diferentes trabajos.
“Siempre me decía que como era el último que llegaba, lo despedían. Luego de estar desempleado por esas irregularidades en la industria para la que él trabajaba, como esposa mi compromiso era estar de manera incondicional y de apoyar entonces sus planes de tener su propio negocio cuando por última ocasión quedó desempleado”. Milagros recuerda que a partir de ese momento acordó con su esposo asumir todos los gastos del hogar en lo que él montaba su negocio.
La mujer asalariada asumió todas las deudas, desde la hipoteca, el cuido de los niños, cuentas a pagar, y hasta la tarjeta de crédito de él que cada día se inflaba más. Él, mientras tanto, se quedaba en el hogar con la fantasía del negocio que nunca funcionó.
Milagros detalla que pagaba el celular de él, todas las salidas a comer y al colmado, los pañales y la leche de los niños y unos gastos particulares para que pudiera operar su negocio. Incluso, por meses le dio su carro incluyendo gasolina mientras ella se quedaba a pie.
“Pensaba que era el momento de que se dedicara a algo diferente a lo que hacía y tenía esperanza de que iba a resultar. Sin embargo, su negocio no prosperó y era evidente al pasar los meses. Al yo ser asalariada, él prefirió quedarse en esa zona de comodidad”, añade la mujer que estuvo seis años inmersa en esta situación.
El fin de la relación
Al revivir este proceso se reafirma en que por más que intentara reestablecer la relación, su matrimonio no tenía otra salida que no fuera el divorcio.
“Dije ‘basta ya’ cuando miré hacia atrás y me di cuenta que no podíamos salir del estancamiento, cuando sentía que lo estaba dando todo y en cambio él estaba sumido en el abandono. Mantenía a mis hijos y a él, quien no tenía motivación por buscar un empleo con una entrada de salario fijo. Al llegar a la casa me daba cuenta que tampoco recibía ayuda en los quehaceres del hogar porque ‘estaba trabajando’. No tenía iniciativa… Atrás se estaban quedando mis planes, mis sueños y mis proyectos de vida porque económicamente lo estaba dando todo. Esto empeoró y laceró las diferentes áreas que componía nuestra relación”, mencionó la mujer, que tras tomar la decisión se divorció del padre de sus hijos. De esto hace ya un año.
Una situación similar le ocurrió a Liza, solo que ella lo experimentó con un novio. En el caso de la maestra de preescolar, cuando conoció a su entonces pareja, él trabajaba por su cuenta y en algunos proyectos en los medios de comunicación, pero su trabajo no era estable.
“Nunca veía el dinero. Recuerdo que vivía alquilado y luego tuvo que entregar el apartamento. A insistencia mía empezamos a vivir juntos en mi apartamento y yo pagaba todo, porque todo estaba a mi nombre. Recuerdo que le daba dinero para gasolina”, narra Liza sobre el noviazgo que mantuvo por cuatro años.
Liza aclara que cuando su excompañero tenía dinero pagaba algunas salidas, pero siempre estaba atrás y ella terminaba costeando otros gastos. Lo que Liza nunca entendió es cómo lograba viajar por supuestos proyectos, ya que eran viajes costosos. Igual dice que aprendió a ser conformista ya que no recuerda algún detalle de parte de él por algún cumpleaños o aniversario.
“Siempre me decía que estaba pela’o. Viajamos varias veces y era yo quien pagaba el viaje. Para colmo no cambiaba ni una bombilla en la casa. Un día le pedí que fuera a comprar leche y unas cosas, y me exigió que le diera dinero para gasolina. Ese día recuerdo que le di siete dólares que era lo que tenía en la cartera. A partir de ese instante lo saqué de mi vida. Ese día supe que nunca él iba a salir del hoyo por su comodidad. Me distancié emocionalmente y al mes terminamos”, subraya.
Inminente abismo
El consejero profesional Juan Marrero explica que este panorama de hombres mantenidos no es una novedad, pero que ante la precaria situación económica cada vez hay más casos. El terapista de parejas afirma que hay varios factores por que un hombre puede asumir esa actitud de vagancia y comodidad.
“Están los que pierden el interés de seguir buscando trabajo y caen en un abandono, hay otros que una vez están en la zona cómoda y la mujer sigue con su doble jornada de trabajo se aprovechan de eso y no hacen ningún esfuerzo. Aunque ella asuma la responsabilidad total por un tiempo, no es sostenible para ninguna mujer. Por eso llega el divorcio”, menciona el consejero, que ha sido testigo de cómo culmina el matrimonio por esta situación.
En su consejería ha trabajado con parejas que enfrentan este problema y aunque busquen ayuda con psicólogos y otros profesionales, el fracaso es un hecho.
Marrero subraya que si el hombre no tiene un compromiso genuino en una búsqueda de empleo y cambiar su realidad, la mujer no va a poder sostener por tanto tiempo la relación y el hogar.
La recomendación del consejero es que una vez se da la pérdida de empleo la pareja se comunique y se haga un acuerdo con tiempo prudente para esa nueva oportunidad laboral.
“Sabemos que los trabajamos están difíciles pero no es que vamos a estar un año a tres años buscando empleo. Igual, si el plan es un negocio propio hay que establecer un plazo, no es dejarlo todo y gastar el dinero en un negocio que no va a prosperar. Si se llega a la fecha del acuerdo y el hombre sigue en las mismas hay que tomar decisiones”, concluye.