En sus primeros años, es común que los pequeñines muestren gran entusiasmo por imitar las tareas domésticas que hace papá o mamá. Pero conforme pasan los años, el interés disminuye y comienza la lucha por lograr que sean más cooperadores.

Algunos padres optan por remunerar con dinero su colaboración en dichos menesteres. Unos dólares por sacar la basura, otros más por ayudar a fregar los platos o recoger su cuarto… y muchos más por lograr buenas notas en la escuela.

Ahora bien, ¿se vale acordar una tarifa? Ayudar en las tareas domésticas, ¿es un principio de convivencia? ¿Es un favor?

“Definitivamente, es un principio de convivencia, de vivir en comunidad, de entender las necesidades de los demás”, destaca el Dr. Enrique Gelpí Merheb, psicólogo clínico especializado en niños y adolescentes. Y reitera que inculcarles la práctica de ser cooperadores en casa los encamina a “ser una persona comprometida y conocer lo que implica convivir en familia y los valores que ello conlleva”.

El asunto de pagar

Las opiniones están divididas. “Es un tema controversial. Hay padres y profesionales que recomiendan pagar, y otros que no”, comenta. En su consideración profesional, no avala “pagar dinero por realizar tareas que como conducta forman parte de su desarrollo y del proceso de vivir en familia”. Por tareas básicas se entiende aquellas para las que el menor está capacitado, según su edad y nivel de madurez. “Se solicita asistencia apropiada para su edad mientras se le educa al pequeño que eso es parte de la convivencia en una familia y una comunidad y de comprometernos en una meta común”. Por lo tanto, “no se debe utilizar el dinero para reforzar la tarea”. Eso sí, “esto tiene que ir acompañado de unos refuerzos que van por niveles”, aclara el doctor. Los elogios son ejemplo de ello.

Factura académica

El mismo principio aplica al desempeño escolar y la idea de pagarles por tener un desenvolvimiento académico sobresaliente. “Sacar buenas notas es parte de su responsabilidad y del proceso educativo del niño”, menciona con énfasis el psicólogo. Debe ser reforzado con reconocimientos y haciéndoles claro “lo orgulloso que me siento de sus logros, porque eso es parte de su crecimiento”. Pero es importante “evitar lo más posible materializar el premio por la conducta. Mientras más se puede trabajar con elogios y privilegios y alejarnos de premios materiales, mucho mejor”, enfatiza. Sin embargo, tampoco es mal visto que se le concedan premios por algún logro en particular (como graduarse con honores, etc.), pero “solo en circunstancias especiales”.

No te confundas

Muchos padres manifiestan que la idea de pagar por el ejercicio de los deberes domésticos contribuye a que el niño tenga un concepto más claro sobre el valor del dinero y el esfuerzo que implica ganarlo. Sin embargo, para esta inquietud, el doctor recomienda una mesada. ¿La edad ideal? Entre los seis y ocho años, “dependiendo del nivel de madurez, etapa de desarrollo y estilo de vida”, especifica. Y aclara que “la mesada no tiene que ir atada a una gratificación por colaborar”.

Por lo general, “la mesada se da para que aprenda a administrar el dinero y asuma unas responsabilidades de pagar por algunos gustos, ahorrar dinero para el futuro (que puede ser tan inmediato como un mes)”, señala el psicólogo a modo de ejemplo. La cantidad idónea dependerá de lo que los padres estimen razonable conforme a los gastos usuales de la edad. “Como papá, evalúo el presupuesto que puede necesitar e ir manejando y superviso su conducta en la administración de ese dinero”, menciona. Pero “no es lo mismo que pagar por tareas”, puntualiza.

A su vez, el doctor señala que quizás más adelante en la vida del menor, como en la adolescencia, “se puede negociar un acuerdo económico por tareas más complejas como, por ejemplo, pintar la casa o podar el patio, que son cosas que requieren de mayor tiempo y esfuerzo”, además de que se trata de una etapa en la que el menor “demuestra un interés por ganar dinero” para cubrir el costo de otras actividades típicas de la edad.

Para motivarlo 

El psicólogo menciona dos maneras de mantener al niño entusiasmado para colaborar en los menesteres domésticos:

El nivel más básico abarca elogios descriptivos. Se trata de brindar un halago acompañado de la conducta en cuestión “que mi nene hace bien o que quiero que se repita”, explica Gelpí Merheb. Comentarios como “me encanta cuando cooperas con las tareas que te tocan” refuerzan que el niño quiera seguir contribuyendo.   

La otra manera, conforme va pasando el tiempo, se refiere a la concesión de privilegios como premio. “Si el niño lo hace muy bien, se puede acompañar el elogio con un privilegio que no es lo mismo que dinero”, aclara el doctor. Ejemplo de esto sería “conceder más tiempo para ver la televisión o jugar afuera”.