—Quiero que me saques a pasear, ese es tu deber como hombre –dice ella (en realidad es un hombre vestido de mujer).

—Te recuerdo que mi deber como hombre es hacerme respetar, no andar de zorro y no estar soñando en que llegue mi príncipe azul –dice él.

—Pues sin mí te mueres de hambre; yo sé cocinar y sé limpiar mejor la casa –contesta ella.

—Yo también sé limpiar. Barro, trapeo, lavo los trastos y saco la basura –replica él.

Este diálogo forma parte de una parodia mexicana que contiene una serie de videos que han causado furor en YouTube. Se llama “Lo que callamos los princesos”, y en esta, sus creadores se burlan del rol tradicional de macho que se les ha asignado a los hombres, para presentarlos como seres sensibles necesitados de amor que también están en capacidad de asumir las labores de la casa.

Más allá de lo cómico, tendencias como la de los “princesos” ponen sobre la mesa lo que parece ser un cambio en el modo de pensar y actuar de los hombres. No es un asunto menor, pues desde hace un par de años se han empezado a elaborar estudios que muestran cómo se está produciendo esta transformación. 

Uno de estos lleva por título “La evolución de la masculinidad: el modelo clásico de hombre ha caducado”, encargado por una marca de cerveza española al sociólogo Mauro González en el 2011.

Una de las conclusiones de este informe es que si bien quedan resquicios del “macho español”, el varón actual (al menos en ese país) tiende a ser más “comprensivo, tranquilo y cariñoso”. A ello se suma el hecho de que la feminidad no tiene la connotación negativa que tiene el machismo, lo que de alguna manera ha servido para que muchos hombres quieran alejarse de lo que ya comienza a ser un estigma.

Proceso de adaptación

En otras palabras, el rol de persona fuerte que oculta sus sentimientos, que lleva la plata y el pan al hogar y que no se involucra en el cuidado de los hijos está desapareciendo. Rubén Sánchez, psicólogo español, especializado en sexología, género e inteligencia emocional, tocó el tema recientemente en un blog del diario El País. “Ha surgido el denominado movimiento por las nuevas masculinidades, pero realmente no hay ningún movimiento organizado o estructurado –escribió Sánchez–. Lo que se esconde bajo esta etiqueta es el ánimo de ser hombres de una manera diferente, más beneficiosa para nosotros mismos y, por supuesto, más generosa con el resto de la sociedad”.

En ese sentido, Leonardo García, psicólogo y profesor de la Universidad El Bosque, admite que la masculinidad como género ha estado en un proceso de adaptación y, si se quiere pensar, de evolución. “Las conductas de las mujeres han cambiado, y el hombre se ha ido adaptando para poder encajar socioculturalmente –explica García–. Por supuesto, las nuevas generaciones crecen dentro de un contexto en el que sus mamás y hermanas trabajan y toman decisiones sobre su vidas y sexualidad”.

El especialista advierte, sin embargo, que esta nueva masculinidad también depende de la cultura y que, por ejemplo, en Colombia hay diferencias entre los hombres del interior y de la costa. “No podemos olvidar que hay unas variables biológicas que son importantes. En otras especies, el macho siempre ha sido el individuo de fuerza, el que manda sobre la hembra y, de alguna manera, nuestro cerebro primitivo todavía tiene muchísimo de esa información –sostiene García–. Hay mujeres a las que todavía les parece interesante ese macho animal; el más fuerte, el que toma mejores decisiones, el que tenga más recursos”.

De activos a pasivos

Según algunos especialistas, la sexualidad es un tema que ha contribuido a generar grandes cambios en esta nueva masculinidad.

De acuerdo con el psiquiatra y psicoanalista Ricardo Aponte, “el rol tradicional pasivo de la mujer y activo del hombre, en el sexo, se ha transformado, y no desde la homosexualidad, sino desde la heterosexualidad. Freud decía que uno de los grandes trasfondos del ser humano es la vida sexual, así que este cambio también implica transformaciones en otras áreas de la vida. Hay un hombre pasivo que le dice a la mujer: ‘Tenga usted también los pantalones’ ”.

En eso concuerda Leonardo García. “La mujer puede disfrutar de una relación sexual sin que sea nada pecaminoso. Hoy el hombre se esmera para que ella disfrute y para que tenga un orgasmo, no se preocupa solo por eyacular, como sucedía antes”. Esta nueva forma de actuar, añade García, “nos vuelve más tolerantes, porque acepto que la mujer es dueña de su vida y aceptamos que no hay tantas diferencias entre roles, lo que conlleva a tener mejores relaciones y un mejor trabajo en equipo”.

Otras formas de ser un hombre

Para el psiquiatra y psicoanalista Ricardo Aponte, “hay una heterogeneidad en la masculinidad. Hay muchas formas de ser hombre, más allá de las evidentes; por ejemplo, mostrar los sentimientos no nos hace ni más ni menos hombres”. El especialista añade que es importante que se toquen estos temas, pues “desde la liberación femenina se ha hablado mucho de las mujeres, pero poco de los hombres”. Y aunque el argumento de algunos machistas puede ser que el ser sensibles y entender que el campo de acción de las mujeres no está reducido al hogar está relacionado con ser homosexual. Lo cierto es que esta nueva masculinidad se presenta tanto en homosexuales como en heterosexuales.

“No hay que confundir lo femenino de los hombres y de las mujeres con la homosexualidad; o la debilidad con lo femenino y la homosexualidad”.

Cambios sociales

El psicólogo Leonardo García asegura que, a través de estudios, los especialistas han llegado a la conclusión de que las concepciones culturales ya no son como creemos: “No siempre los hombres son los más celosos ni los más infieles”.