Besos y abrazos, caricias, consideraciones y toques amorosos a granel. De todo, menos coito. Esa es la realidad cotidiana para muchas parejas. Pero, ¿cómo es posible que, si ya no hacen el amor, dos personas sigan unidas y se sigan queriendo? ¿Acaso esa falta de sexo no condena a las parejas, irremediablemente, a una ruptura de su relación?

La doctora Alicia Fernández, sexóloga, psicóloga y perita forense responde a estas y muchas otras interrogantes al respecto.

Dimensiones del amor

La relación de pareja “se da en dos manifestaciones diferentes del sexo: la coital y la no sexual”, fue lo primero que advirtió Fernández. A modo de ejemplo, mencionó a “aquellas personas que se ven imposibilitadas de tener coito, pero tienen relaciones sexuales”.

A continuación, la experta enumeró los que ella llama “los tres pilares para mantener a la pareja unida: pasión, intimidad y compromiso”. Para que una relación sea exitosa, abundó, debe existir en la pareja “un por ciento adecuado entre pasión e intimidad para que el compromiso se mantenga”.

Tristemente, muchos hombres piensan que “si no hay penetración, no hay sexo” y eso no necesariamente es así, ya que son muchas las maneras de manifestar el amor”. Eso dicho, la noción general es que, cuando se pierde la atracción sexual entre los miembros de la pareja, la única salida es la separación o el fin absoluto de la relación. Y si bien es cierto que así puede resultar para algunos, para otros el cariño, el respeto y la admiración prevalecen por encima de todo lo demás. “Se sienten cómodos (entre sí) y prefieren cumplir con todo lo demás (en la relación)… menos con el sexo”, apuntó Fernández.

¿Por qué ocurre?

Las razones para dejar de tener coito pueden ser tantas como parejas hay sobre la faz de la Tierra, pero una razón común “puede ser la falta de satisfacción en los encuentros sexuales”, mencionó la sexóloga. “El compromiso de la pareja”, continuó explicando, “es resolver la situación de esto que nos está pasando” y reconocer que “el amor romántico no necesariamente tiene que incluir el aspecto coital”.

De otra parte, no debe sorprender a nadie que la disminución o ausencia del coito sea más común en parejas más maduras, pues, como bien dijo Fernández, “en la juventud, las hormonas están en pleno apogeo y las parejas no suelen padecer de condiciones de salud” que puedan afectar las relaciones coitales”.

No hay relación perfecta

Los diversos matices de la convivencia en pareja implican muchos sacrificios. Por ejemplo, de vez en cuando, podemos acceder a hacer lo que el otro quiere a pesar de que no es lo que nosotros deseamos; si el otro está desempleado, podemos apretarnos el cinturón para que, juntos, salgamos a flote; si el otro se enferma, aunque estemos muertos del cansancio podemos hasta dejar de dormir con tal de velar por su salud y así, sucesivamente. Lo importante será que, sea lo que sea que pase, aunque no exista la intimidad coital, “se valore la relación… y no se recurra a la infidelidad”.

Claro está, advirtió la sexóloga, “la decisión de una pareja de vivir sin contacto íntimo sexual es única y exclusivamente de ellos”. Y sí, decididamente es posible que puedan vivir el resto de sus vidas, juntos. “No podemos encerrarnos en la idea de que lo único que une a un matrimonio es la relación coital. Es un pilar muy importante”, reconoció la experta, “pero hay muchos otros factores que deben estar presentes para que una pareja se mantenga unida”.

¿Y si no transan?

“De no ser aceptada (la relación sin coito) como estilo de vida”, advirtió Fernández, “de no existir una causa justa para que suceda y de no ser aceptada por uno de los miembros de la pareja porque, sencillamente, no pueda adaptarse”, entonces esto puede desencadenar en una miríada de consecuencias desde “discusiones frecuentes hasta separaciones, divorcio, problemas mentales y emocionales, agresiones sexuales y, por supuesto, infidelidades”.

La Dra. Fernández nos recordó que, como seres humanos, siempre es recomendable que contemplemos que en algún momento de nuestras vidas nuestras condiciones personales –físicas, mentales, emocionales- pueden cambiar. “No sabemos lo que nos va a pasar con nuestros genitales durante nuestra vida. ¿Y si algo pasa? ¿Ya se nos acabó el mundo?”, cuestionó.

De ahí, pues, que sea tan importante que a lo largo de toda la relación, fomentemos “el amor romántico”. Eso nos ayudará a adaptarnos cuando surjan las posibles deficiencias, como la ausencia de intimidad coital en la relación.

Recomendaciones

Entre los muchos consejos importantes que la Dra. Fernández impartió para que una pareja pueda sobrellevar la ausencia de coito está, primero que nada, “el reconocer y aceptar que existe la situación, lo que debe ir acompañado del compromiso de la pareja para resolverlo”.

Una vez tomados esos pasos, lo recomendable sería “buscar ayuda profesional, la cual podría ser multidisciplinaria, abarcando desde sexología hasta psicología, ginecología y urología, y psiquiatría, entre otras”. Conjuntamente con esto, la experta aconsejó que la pareja esté dispuesta “a llevar una sexualidad adaptada a sus realidades” y abierta a “desarrollar otras técnicas de canalización de energía sexual a través de otras partes del cuerpo donde se despierten esa sensibilidad y esa energía para lograr sentir ese placer erótico”.

Y, por supuesto, no descartar la noción de “tomar responsabilidad de su propia satisfacción sexual individual” por medio de la masturbación.