A fines de septiembre, la canadiense Jessica Stilwell y sus tres hijas -Olivia y Peyton, gemelas de 13 años, y Quinn, de 10- viajaron desde Calgary a Alberta para pasar unos días en su casa familiar. Su marido Dylan estaría jugando golf, por lo que sólo serían las cuatro mujeres.

Fue un fin de semana bastante típico, hasta que la madre por primera vez pudo sentarse a descansar y, al mirar su alrededor, se dio cuenta de que todo el desorden que había en la casa no era suyo, sino de sus hijas.

Jessica estaba acostumbrada a hacer todas las labores del hogar, incluidas las que les correspondía a sus hijas -como recoger la ropa del suelo o poner los platos sucios en el lavaplatos-, pero se percató de que en realidad las estaba preparando para el fracaso, ya que en el futuro se convertirían en adultas que esperan que los otros hagan todo por ellas. 

Así que tomó una radical decisión: empezaría una huelga para descubrir cuánto tiempo se demoraban sus hijas en comenzar a limpiar por iniciativa propia.

Jessica le "informó" de su idea a su marido, quien estuvo totalmente de acuerdo. Asimismo, creó el blog "Striking Mom" ("Mamá en huelga") para documentar todo lo que ocurriría en su casa durante sus días de descanso.

"Esta madre se ha ido oficialmente a huelga dentro de su casa. Sin decir nada, sin advertencia", publicó la mujer canadiense el lunes 1 de octubre a las 16:13 horas, y un poco después describió cómo se veía el panorama:

"Primer día de no recoger, ordenar, lavar, limpiar, recordar o regañar. Sólo he lavado a mano y guardado los platos usados por MÍ. Alrededor de las 6 pm los platos del desayuno y la comida todavía están sobre la mesa. El lavavajillas está desbordado, zapatos y mochilas están en el medio del pasillo. Hay calcetines sucios, botellas vacías y pañuelos desechables usados detrás de mi sofá".

Jessica cuenta que lo único que hizo fue sentarse con un vaso de vino y sonreír, hasta que aproximadamente dos horas después Peyton le preguntó por qué actuaba tan extraña. "Sonreí y asentí. Ella se levantó, desocupó el lavavajillas, enjuagó y lo llenó de nuevo, limpió los mesones y ordenó la sala familiar", relató en su blog.

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Según la madre, el segundo día de la huelga fue de mucho aprendizaje. "El cereal que se deja en una taza con leche comienza a oler mal mucho antes de lo que se podría esperar. A Quinn le gusta cortar mucho papel para hacer manualidades y aunque los perros lo mastican, en realidad no se lo comen pero sí lo escupen", contó.

Jessica también se dio cuenta de que todos sus vasos habían sido usados y dejados sobre los mesones de la cocina, y que si el lavavajillas se dejaba abierto, el perro iba y lamía todo lo que había en su interior.

"Para aquellos que me conocen bien, ésta es una prueba a mi personalidad. Pero sonrío y lavo mi tazón, vaso, plato y tenedor, y los mantengo ocultos para usarlos mañana", narró.

En el tercer día del experimento, Olivia llegó del colegio, miró la cocina y dijo: "Es un asco". Por su parte, la menor de las hermanas no halló nada mejor que limpiar el cepillo del perro y dejar los pelos sobre la silla. En tanto, alguna de las tres niñas sacó el envase de helado y lo dejó sobre el mesón. "Hay altas probabilidades de que mañana apeste", pensó Jessica.

La "madre en huelga" también se percató de que no había visto las agendas del colegio de sus hijas en una semana y que, además, las bolsas para la colación se habían acabado. Dylan, su marido solucionó el pequeño inconveniente usando las destinadas para recoger los excrementos de los perros.

"Olivia continúa diciéndome que la cocina es un asco. Ha hecho esa declaración 17 veces sólo hoy. Peyton me preguntó si éste era uno de mis 'tontos juegos mentales' y luego procedió a expresarme su disgusto porque no estoy haciendo nada por ella. Mi respuesta, como ha sido toda la semana, fue un 'he estado muy ocupada esta semana mi amor'", relató Jessica en el cuarto día del experimento.

Sin embargo, en esa jornada una de las niñas finalmente "cedió". Fue Quinn, quien cuando intentaba enjuagar un vaso, rompió en llanto y entre sollozos le dijo a su madre: "No quiero comer en bolsas para excremento de perro nunca más, no quiero platos de papel o vasos de cerveza para el desayuno. ¿Puedes por favor ayudarme a limpiar?".

Jessica tomó a su hija menor y recorrió con ella la casa, mostrándole que ninguna de las cosas esparcidas por ella pertenecían a mamá o papá. "Su boca se cayó. Me abrazó y comenzó a ordenar sólo lo suyo", contó la "madre en huelga".

Quinn fue instruida a no decirle nada a sus hermanas, quienes en el quinto día estaban realmente enojadas con su madre, sobre todo porque tenían la intención de invitar a sus amigos y les avergonzaba el aspecto que tenía su casa. "Las amo, pero son criaturas repugnantes. He empezado a llamarlas 'basemente trolls' ('trolls del sótano')", dijo Jessica en su blog.

El sexto día de huelga fue el último: las tres niñas terminaron por ceder. "Se puso feo. Cada una culpaba a las otras por el desastre y comenzaron a gritarse para recoger sus cosas. ¡Oh, la ironía! Ojalá lo hubiera filmado", relató la madre, quien no intervino en la pelea, como tampoco su marido.


Luego, las tres niñas volcaron su rabia contra sus padres, sobre todo contra Jessica y el por qué no había limpiado la casa. "Cada una insistía en que nada era desorden de ellas. Así que hicimos un recorrido por la casa. Incluso les tomé sus pequeñas manos pegajosas mientras las guiaba por nuestro tour. Buenos tiempos, les digo, buenos tiempos", contó Jessica.

La madre canadiense aseguró que además de cumplir con el objetivo original, el experimento le sirvió para observar y aprender más acerca de las personalidades de sus hijas. Así, por ejemplo, Olivia le dijo que lo que había hecho era "¡la cosa más tonta del mundo!" y que los niños tenían padres por una razón: para limpiar lo que ellos hacen. También le dijo que estaba furiosa porque le había "mentido" toda la semana diciéndole que estaba "ocupada".

No obstante, Jessica reconoció que sus tres hijas se disculparon con ella y le agradecieron por lo que hace. Y mientras las niñas seguían discutiendo, la ex madre en huelga cerró sus ojos e imaginó que recién había escalado el Monte Everest y en la cima gritaba: "GANÉ".

Y efectivamente así fue. El 1 de noviembre pasado, la ex madre en huelga publicó en su blog una entrada titulada "La pregunta del millón de dólares", en la que relata cómo funciona su hogar hoy:

"Mi casa está impecable. Cada mañana las niñas saltan de sus camas antes de que suenen sus alarmas, se visten sin pelear, comen su desayuno y ordenan sus platos. Incluso están limpiando los mesones antes de irse al colegio y me traen café a la cama", contó, entre otras novedades.

"No espero la perfección… no es saludable para ellas o para mí. Pero nos hemos reído mucho en estas últimas tres semanas. Ellas son niñas… niñas normales, niñas bien educadas y he sido bendecida. Realmente todo lo que necesito hacer sólo es murmurar la palabra 'blog' y todas saltan a la acción", agregó Jessica.

"Honestamente puedo decir a quienes preguntan si la lección fue aprendida… sí, lo fue. ¡Sobre todo PARA MÍ!", concluyó.