Por dondequiera que la mires exuda exotismo. ¡Hasta su nombre científico invita a la ensoñación: Cananga odorata! Y es que con solo admirar sus largos y delicados pétalos, y aspirar su seductora fragancia, la flor de ylang ylang cautivará tus sentidos.

Claro, que no por eso se trata de una planta misteriosa, que solo se puede observar en jardines botánicos. Aunque nunca te hayas fijado, en nuestra selva de concreto el ylang ylang es parte de nuestra flora urbana y puede verse en los patios de infinidad de casas a través de toda la Isla.

Dicho esto, en el árbol tropical que las produce –oriundo del sudeste de Asia, desde Filipinas hasta Java y Sumatra, y abundante también en Madagascar– las flores nacen de un sutil verde pálido, similar al de sus hojas. Luego, en su madurez, que es su punto más fragante, las flores pueden tornarse rosadas o azulosas, además de amarillas, dependiendo de la variedad. Sin embargo, las que se vuelven de un intenso tono áureo al madurar –teñidas con un leve toque de rojo en el centro de cada pétalo– son las más codiciadas porque producen un aceite de mejor calidad.

Ampliamente utilizado en perfumería y cosmética, este aceite esencial de la flor de ylang ylang también es muy buscado por sus propiedades terapéuticas.

Fuente: Omayra Rosario de Natural Pet Creations