“Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal” - Madre Teresa de Calcuta

En el último taller que ofrecí, me preguntaron: ¿Cómo puedo dar amor a quien no lo quiere recibir? La pregunta me impulsó a respirar y hacer silencio unos segundos porque sé que en algún momento me he sentido igual. Posiblemente a todos nos pasa que damos lo mejor, o creemos darlo y las reacciones nos sorprenden.

Creo que el primer error para aprender es dejar a un lado la expectativa, le contesté. Seguido confesé, que mientras le hablaba, yo estaba aprendiendo tanto como ella. Aprender a amar es asunto de todos los días, un proceso para el que necesitamos el milagro de la paciencia y el hábito de la aceptación.

La acción del amor, definido de tantas maneras; descrito en poesías, historias románticas y tragedias. En mi “libro de la vida”, el quehacer que del corazón surge –porque cuando es sincero no se piensa mucho- debería enlatarse, vender en lugares de comidas rápidas o anunciarse como producto en alguna publicidad que gane premios. Suena extraño y seguramente se daña la esencia en el momento en que haya que mercadearlo como producto. Sin embargo, en estos tiempos creo que haría bien una estrategia para hacer del amor tan hablado como las guerras.  

Se nos ha escapado vivir desde ahí y así hemos dado más energía o apertura a lo opuesto, solo por miedo de no ser amados o no poder amar. Vivir desde el amor nada tiene que ver con tener pareja, hijos, un buen trabajo, salud o sueños realizados. Si bien todas las anteriores también son muestras y manifestaciones de amor, y se requiere mucho de este para que sean fructíferas, el amor realmente es una actitud. Algo que no se puede explicar mucho porque las palabras quedan en el limbo, es más bien una vibración, una energía, una causa que tiene efectos. 

El efecto de la sonrisa, de actuar para darle a alguien una alegría, de querer comprender los sentimientos de los otros, de dar la lucha para mantener buenas relaciones, de dejar de pensar en uno mismo para dar a otros mientras al mismo tiempo se valora que la base se relaciona en paralelo con cuánto amor hay de uno hacia uno mismo. Un poco alejados de los clichés -que entiendo que hacen falta también ponerlos de moda otra vez- nuestras acciones automáticas nos han llevado a alejarnos de todo lo que nos acerca a ese estado perfecto y riquísimo que es el amor. 

Uno de los más importantes: la comunicación. En tiempos en los que una carta de amor llega por correo electrónico, un besito se avisa por mensaje de texto dibujado en una carita de Emoji, sería bueno preguntar cuán involucrado está nuestro corazón cuando nos toca dar o recibir amor. La capacidad de amar es infinita y aunque de alguna forma todos nos protegemos de no sufrir por haber vivido experiencias pasadas, ahora se nos presentan más retos para el amor. Nuestra mente nos limita a sentir y ver la posibilidad interminable de las bondades de amar y dejarse amar cuando solo le hacemos caso al intelecto.

Convenientemente, la tecnología nos ayuda a tener otra excusa para no expandirnos, energéticamente abrir ese espacio donde se perciben y se sienten las emociones. Reconocer una limitación es una cosa, aceptarla y hacer algo para transformarla, eso es para los que se deciden a dar los pasos. Entonces, si el corazón está en la mano cuando nos vamos a comunicar y en los pies cuando vamos a caminar, podremos arrimarnos con el amor en todo lo que hacemos. 

Escribir una propuesta, brillar el auto, vestirse para ir a trabajar, dormir a un hijo, preparar comida, hacer una llamada, arreglar algún mal entendido, regalar un rezo, respirar agradeciendo la vida, mirar en alegría a los demás, escribir un correo, enviar un texto, bañarse, limpiar el hogar y la conciencia también, son algunas acciones de tantísimas que hacemos en nuestros días y que le podemos añadir el ingrediente amor. Si nos guía esa energía que está siempre presente, hasta lo que duele es una bendición, porque nos hace ser mejores, siempre. ¡Adelante!

Sugerencias:

1. Decide sacar tiempo para el amor.

2. Haz una llamada diaria para dejarle saber a alguien que lo aprecias.

3. Mira en el tráfico las personas alrededor, regálales tu bella sonrisa. (No importa si la devuelven o no)

4. Apréciate. Saca tiempo para estar solo y disfrutarte a ti mismo.

5. Observa si pasas más tiempo ignorando, que escuchando o amando.

6. Revisa el coraje, resentimiento o malestar que hay en ti.

7. Dale amor a ese sentimiento para eliminarlo (el amor lo cura todo).

8. Saca tiempo en el día para leer pasajes de libros sagrados o de grandes maestros.

9. Respira profundo desde el área abdominal ayudando a que el área del pecho se expanda.

10. Haz yoga o actividades pacíficas que permitan que el cuerpo se mueva con la respiración.

11. Para ser feliz da Lo Mejor de Ti.