Hace cinco años, Militza Narváez abrió su corazón a Primera Hora para contar cómo había superado varios obstáculos en su vida, entre ellos, el poder luchar contra la obesidad que afectaba su salud.

Su batalla comenzó en 2004, cuando un accidente de tránsito casi le cuesta la vida. En el incidente se fracturó el fémur en ambas piernas y los médicos le dijeron que existía una alta posibilidad de que no pudiera volver a caminar y, si lo lograba, lo haría con dificultad. 

Pese al diagnóstico negativo, Narváez decidió no darse por vencida y luchar por su hijo, que apenas tenía siete meses.

“Para mí, lo más fuerte de todo lo que me sucedió fue el no poder hacerme cargo de Derek, mi hijo, que en ese entonces tenía siete meses. Así que mi hijo y mis ganas de salir adelante por él fue lo que me motivó a desafiar el diagnóstico de los médicos, quienes dijeron que había probabilidades de no volver a caminar”, dijo la joven de 33 años en entrevista en 2011.

Tras un año de fuerte trabajo, Militza no solo logró caminar, sino también alcanzó total movilidad en sus piernas. Su lucha no se detuvo ahí. Al estar inválida por un año y tener hipotiroidismo, Militza llegó a pesar 269 libras, lo que puso en riesgo su salud y, en ese momento, decidió enfrentarse a su segundo reto.

Con la ayuda de una nutricionista y un entrenador personal, la residente de Toa Alta, rebajó 133 libras. 

Hoy, cinco años después de esa entrevista, Narváez narró cómo se adaptó a ese nuevo estilo de vida que tuvo que realizar por su salud.

En estos momentos, Militza goza de salud, entrena en el gimnasio con frecuencia, tiene una dieta balanceada y puede presumir de sus abdominales cuando va a la playa, algo que no podía hacer en el pasado.

"Mi meta hace cinco años, la cual era un gran reto, era bajar de peso; una vez logré bajar 133 libras, decidí tonificar mi cuerpo y, más adelante, me enfoqué en la alimentación apropiada a base de mis entrenamientos", destacó.

"Cada año, mi cuerpo luce diferente y, a la vez, mi vida sigue cambiando y llenándose de nuevas oportunidades y satisfacciones. Ciertamente, mi transformación física ha sido gratificante y una historia que puede inspirar a muchos, sin embargo, en esta evolución algo faltaba", resaltó Narváez para luego decir que el año pasado entregó su vida a Cristo. 

"Mi firmeza en cada paso que doy ha ido aumentando significativamente, y cada día me siento en balance, y es que descubrí que, aunque logremos el estado físico deseado, si nuestro interior no se transforma, no sana; estaremos incompletos en esa transformación", concluyó. 

Tras toda esta experiencia, Militza decidió echar a un lado su bachillerato en psicología y hace varios años decidió dedicarse profesionalmente a motivar a otros a luchar contra la obesidad. Ahora es entrenadora personal y tiene su gimnasio en Barranquitas, donde su objetivo principal es ayudar a otros a alcanzar sus metas de la misma forma que ella lo hizo.