Tradicionalmente el año nuevo ha sido la excusa perfecta para que muchos inicien cambios en sus vidas. Ya sea bajar de peso, cambiarse el color de pelo, conseguir un mejor empleo o viajar son algunas de las metas que ocupan los primeros lugares en la lista de resoluciones. Sin embargo, la salud emocional suele relegarse o, incluso, ni aparecer como ambición de desarrollo personal.

“La gente toma mucho tiempo de su vida para tratar de mejorar destrezas profesionales o de educación, pero se olvidan de que la inteligencia emocional la vas a usar en todos los aspectos de tu vida: trabajo, relaciones de pareja, compañerismo…”, explicó la consejera psicológica Anaivelisse Merlos a Primera Hora.   

A ver, ¿esto le parece familiar? 

¿La tristeza te mantiene aislado de las personas? ¿El coraje te hace reaccionar de manera explosiva? ¿La ansiedad te limita? ¿Los cambios te provocan incertidumbre? Pues sepa que hay una manera saludable para trabajar sobre esas y otras situaciones relacionadas con las emociones. 

La inteligencia emocional es la capacidad de una persona de identificar y reconocer las emociones –que incluyen tristeza, alegría, ira, enojo, amor, ansiedad, asco, miedo, sorpresa y hostilidad– que experimenta en el momento en que ocurren y, al mismo tiempo, reconocer lo que la otra persona siente. Al hacerlo, puede manejar la situación de una manera asertiva y adecuada.  

¿Cómo se puede desarrollar la inteligencia emocional?

Según Merlos, hay cuatro áreas que necesitan ser trabajadas para lograr una inteligencia emocional: 

• El autoconocimiento se desarrolla cuando la persona identifica cuáles son sus fortalezas o capacidades y las emociones que siente en determinadas situaciones, para poder tener una base clara de quién es y qué tiene al momento de enfrentar determinadas situaciones.

• El automanejo es la administración efectiva de las emociones e impulsos. “Ya que me conozco, que conozco mis fortalezas y emociones que siento, ahora puedo manejar y administrar alguna situación de conflicto con esas herramientas”, mencionó. 

• La empatía es tener conciencia de los sentimientos y necesidades de otros. “No es solo mirar la perspectiva de uno sino mirar la perspectiva de esa otra persona, de lo que está sintiendo y necesitando, entenderla”, expuso.    

• Las destrezas sociales están relacionadas con las destrezas de comunicación, nuestra proyección y la influencia o cómo “yo aporto en mi relación” con el otro. “Cuando ocurre un conflicto, cómo lo manejo con la otra persona”, explicó.

En particular, la doctora en psicología Johanna Ortíz Negrón mencionó varias ideas para desarrollar más autoconocimiento: 

• Reflexionar e identificar lo que piensas y sientes.

• Identifica qué te causa bienestar y qué no.

• Identifica qué causó la emoción que estás sintiendo.

• Pensar sobre lo que pensaste.

• Monitoréarte.

Ahora qué estás más consciente de esta necesidad, ¿cómo arrancar con esta meta? 

El primer paso, según la doctora en psicología Ana Crespo, es identificar la emoción que se quiere trabajar y, luego, establecer una meta emocional relacionada con esta. Por ejemplo, una meta emocional puede ser aprender a manejar la tristeza, el coraje o la ansiedad o, por el otro lado, expresar más emociones positivas. “Hay personas que se les hace difícil expresar la alegría… Se enfocan mucho en lo negativo y tienden a deprimirse”, dijo Crespo.

Segundo paso, ¿cómo lograr la meta?

Tanto Crespo como Merlos mencionaron una serie de recursos que pueden ayudar a la persona a conseguir estrategias para manejar las emociones: libros, mentores –personas (amigos) que te apoyen y animen a seguir en la meta–, psicólogos, coaching de vida o consejeros profesionales. “Hay veces que necesitamos ayuda y no podemos solos. No es asistir eternamente a sesiones sino ayuda para adquirir herramientas”, señaló Crespo.

¿Por qué es importante que la inteligencia emocional sea parte de nuestras metas? 

Crespo destacó que “el aspecto emocional afecta también la salud física: una persona bajo mucho estrés puede desarrollar condiciones de salud como la alta presión. La salud física se ve afectada producto de emociones no manejadas adecuadamente”.