La identificación temprana de deficiencias en el desarrollo de los niños podría aminorar las dificultades de los menores durante su vida escolar, pero la práctica de muchos padres es acudir al pediatra únicamente para la administración de vacunas o para tratar una enfermedad, según indicó hoy, martes, la neuróloga pediátrica Marisel Vázquez Correa, en vista pública en la Cámara de Representantes sobre la Resolución 1065 para investigar el aumento en la población de estudiantes en el Programa de Educación Especial.

De acuerdo con Vázquez Correa, catedrática asociada del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, los pediatras suelen programar citas para realizar evaluaciones de desarrollo en los infantes, pues existe suficiente evidencia científica sobre cómo la intervención temprana ayuda a disminuir complicaciones a corto y a largo plazo.

Sin embargo, “la experiencia y el problema es que la mayoría de los papás van (a la oficina del pediatra) cuando el niño tiene un problema agudo. La mayoría falta a las citas de seguimiento de destrezas de desarrollo”, apuntó Vázquez Correa, quien también es directora de la sección de Neurología Pediátrica del Hospital Universitario Pediátrico. “Cuando un niño está enfermo, el ambiente no es el mejor para identificar un problema en el desarrollo del niño”, agregó.

Vázquez Correa presentó su ponencia ante las presidentas de las comisiones de Educación, para el Fomento de las Artes y la Cultura; de Bienestar Social y para la Erradicación de la Pobreza; y de Salud de la Cámara de Representantes, Brenda López, Luisa Gándara y Lydia Méndez. La resolución en discusión ordena generar una radiografía sobre la corriente estudiantil que recibe servicios de Educación Especial, que corresponde a un 39.8% de los estudiantes del sistema de instrucción pública.

La especialista en neurología pediátrica consideró que esa población podría disminuir si se realizara un esfuerzo por educar a los padres sobre las consecuencias de no llevar a sus niños a evaluar sus destrezas de desarrollo.

 Destacó que durante el primer año de vida, se debe haber identificado si un niño tiene alguna condición congénita. Pero las evaluaciones periódicas en los años siguientes, antes del comienzo de la vida escolar, son cruciales para observar problemas motores, de audición, metabólicos y de socialización.

“Muchos padres no están conscientes de las consecuencias de no llevar a los niños al pediatra. La frecuencia de las visitas disminuye después del primer año de vida, cuando comienzan la escuela es menos y en la adolescencia mucho menos”, señaló.

Existe, además, la tendencia de vacunar fuera de las oficinas médicas y de recurrir a la sala de emergencias cuando los infantes enferman, lo que dificulta que un pediatra pueda mantener un historial médico del paciente y de evaluarlo en situaciones normales.

Por otra parte, Vázquez Correa expresó la preocupación de la clase médica por la alta tasa de nacimientos prematuros en Puerto Rico y cómo la prevalencia de problemas cognoscitivos continúa aumentando entre estos niños.

Citó estudios que apuntan que a la edad de 8 años, se reporta que más del 50% de esos bebés de bajo peso van a requerir asistencia especial en sus salones de clase, 20% están en servicios de educación especial, 15% han repetido más de un grado y entre un 10 y 20% van a tener criterios de perlesía cerebral.

Vázquez Correa enfatizó que los médicos deben realizar rutinariamente evaluaciones de niños sanos, de manera que se pueda ampliar la posibilidad de identificar complicaciones en el desarrollo. De esta forma, dijo, se pueden ofrecer alternativas de estimulación y terapias para aminorar la severidad de las discapacidades en edad escolar y como adultos.