Aunque, según algunos expertos, todavía es muy pronto para cantar victoria, es posible que, en efecto, los alimentos picantes sean beneficiosos para la salud. 

Si bien el consenso general dicta que, para mejorar condiciones de salud crónicas es imperativo que la persona coma las cantidades diarias recomendadas de frutas, vegetales, granos enteros, nueves, semillas, fibra y pescado, y que, del mismo modo, reduzca su consumo de carnes rojas, productos procesados, bebidas azucaradas y sal… cada día parecen ser más los que proponen que los alimentos picantes pueden ser sumamente provechosos.

Para comprobarlo, un grupo de investigadores estudió datos del Biobanco Kadoorie de China para ver si existía una correlación entre el consumo de alimento picantes y la tasa de mortalidad. Durante 7.2 años, los científicos observaron los hábitos alimenticios de 3.5 millones de personas. En ese transcurso de tiempo, ocurrieron 20,224 muertes se reportó una baja de un 14% de riesgo de mortalidad cuando se comparó a aquellas personas que habían consumido alimentos picantes de 6 a 7 días a la semana versus las que reportaron que apenas ingerían comidas picantes (menos de una vez a la semana).

Una reducción en mortalidad similar fue observada entre quienes reportaron que comían pique de tres a cinco veces por semana, en comparación con quienes comían cosas picantes solo de vez en cuando.

Del mismo modo, se vio un aumento en mortalidad con causas específicas de muerte por cáncer enfermedad cardiaca isquémica y enfermedades respiratorias entre quienes le rehuían al pique.

La pregunta que procede, pues, es: ¿Cómo se deben interpretar estos hallazgos y cuáles son sus implicaciones nutricionales?

Desde luego, el estudio en cuestión presenta muchas fortalezas que le otorgan credibilidad, pues, entre otras cosas, el tamaño de la muestra fue enorme y se incluyeron 10 regiones geográficas de China, representando tanto entornos urbanos como rurales. Además, la cuidadosa implementación de métodos estadísticos también abona a la seriedad del estudio.

No obstante, los autores del mismo reconocen algunas desventajas como la forma de medir los márgenes de error, confusión, posibilidad de parcialidad y causalidad invertida, los cuales son problemas comunes en los estudios de epidemiología. Y, de hecho, algunos de sus esfuerzos para minimizar algunas de estas limitaciones se hicieron notables.

Por otro lado, los autores del estudio definieron el consume de comidas picantes como el uso frecuente de varios tipos de chiles –frescos o secos–, aceite de chiles o salsa de chiles. No estuvo claro si se observaron asociaciones directas relacionadas con el consumo de los chiles, como tal, o si los chiles actuaron conjuntamente en combinación con ciertos alimentos o grupos de alimentos en particular que pudieran, también, ser beneficiosos.

Otra cosa que el estudio no especifica es la cantidad de chile que los participantes consumían ni el grado de picante de los productos en cuestión. Y tampoco explica si existió alguna relación entre los resultados y el consumo –o ausencia de consumo– de alcohol.

Por ello, se sugirió que los estudios futuros contemplaran qué papel, específicamente, jugaban en todo esto los hábitos de consumo de varios tipos de bebidas, ya que es muy probable que las personas que comen mucho pique también ingieren más agua y ciertas clases de tés. 

De modo que, vale la pena preguntarnos: ¿Nos tiramos de pecho a comer cosas picantes? En lo que se realizan nuevos estudios y los científicos deciden si se ponen o no de acuerdo, si te interesa consumir más pique, Kevin Yu, principal oficial ejecutivo de SideChef, aconseja varias formas de incorporar los chiles en tu dieta diaria.

1. Antes de cortarlos, rueda los chiles o los ajíes picante de tu predilección entre la palma de tu mano y la tabla de picar, ejerciendo un chispito de presión para aflojar las semillas que están adentro.

2. Deja intactas las semillas y la telita blanca que los chiles y ajíes traen adentro porque es donde el pique reside.

3. Para hacer tu propio aceite con pique, simplemente echa el ají o el chile en una botella con tu aceite favorito y déjalo “curar” durante por lo menos tres semanas. Si quieres, puedes añadirle la cantidad de vinagre, sal y/o especias que gustes, y así haces un “marinado”.

4. Como medida de precaución, usa guantes desechables cuando bregues en la cocina con cualquier tipo de chile o ají. 

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