Le llaman la enfermedad del olvido, pero es mucho más profunda, compleja y dolorosa que la incapacidad de recordar. La padece quien tiene el diagnóstico, pero la sufren quienes se encargan de cuidar a los pacientes.

Hace 20 años la gente pensaba que el envejecimiento inevitablemente traía la pérdida de la memoria y la demencia, pero, aunque sin duda hay deterioro con el paso del tiempo, es la enfermedad de Alzheimer lo que en la tercera edad provoca la mayoría de los casos donde el “declinar progresivo” al final impide la capacidad de funcionar sin asistencia.

“La pérdida de la memoria no es parte del envejecimiento normal”, afirmó el neurólogo y neurofisiólogo Rudy Guerra, quien atiende pacientes de Alzheimer hace dos décadas. “Muchas veces llegan a desconocer su propio rostro, se olvidan de su propia imagen”.

También se olvidan de que se les olvidó.

El primer factor de riesgo para el Alzheimer es la edad. “Si buscas las estadísticas, en Estados Unidos como el diez o 15 por ciento con 65 años tiene Alzheimer, pero cuando buscas la población de 80 años, casi un 50 por ciento la tiene. La prevalencia va a ser mayor según aumenta la edad del paciente”, indicó.

Al principio de la enfermedad es bien difícil que quien la padece la detecte. Se considera normal que de vez en cuando la memoria falle.

“El paciente no se da cuenta de que tiene un proceso progresivo. En esta primera etapa la pérdida de la memoria no es tan marcada y la velocidad del deterioro no es tan rápida”, señaló el neurólogo al explicar que los olvidos en esta fase suelen ser de eventos recientes.

Como los sucesos confusos son esporádicos, puede pasar mucho tiempo antes de que los familiares más cercanos se den cuenta de que algo ya no es como antes. Y, por lo general, el paciente no reconoce la manifestación de la enfermedad.

“Más del 95 por ciento de los casos es un familiar quien los lleva (a la oficina médica). Lamentablemente tenemos que decir que en la mayoría de los casos nos llegan en etapa moderada, que es la segunda. Se les olvida tomarse medicamentos, las citas médicas, llamadas telefónicas, si lo visitó un hijo, si vino el cartero… La información ocurre frente a ellos y en el instante rompen la cinta”, expuso el médico.

Aunque en un principio los mismos familiares estén “en negación”, la necesidad de asistirlos en actividades cotidianas cada vez más “los va a obligar a traer ese paciente”.

“Cada vez olvida más, necesita ayuda para el aseo, para acordarse de hacer tres comidas, para vestirse. Se puede poner el pantalón y encima el calzoncillo o bañarse y ponerse la misma ropa sucia”, señaló.

Según el especialista, algunos “cuidadores astutos” se dan cuenta rápido y llevan al paciente en la primera etapa, pero la mayoría llega en la segunda, que no es lo preferible, pero al menos es mejor que hace unos 20 años, cuando lo normal era que llegaran al médico en la fase severa.

Aunque la característica progresiva de la enfermedad es inevitable, empezar el trataramiento temprano en la primera fase retrasa la llegada de las etapas más severas. “Es difícil saber cuánto tiempo vas a ganar exactamente, pero en general es que sí, puedes retrasar el proceso, abrir una ventana de tiempo. Claro, no todos los pacientes van a responder al tratamiento; una tercera parte responde dramáticamente, otra moderamente y otra va a responder bien limitadamente”, reconoció.

La primera etapa, de acuerdo con Guerra, puede durar entre cinco y ocho años, al igual que la segunda.

“La etapa severa va a depender de qué otras enfermedades tiene el paciente. Se hace completamente dependiente de su cuidador, se empieza a poner rígido, se pierde la capacidad del lenguaje, primero la capacidad de entender y luego la capacidad de comunicarse. A veces no pueden creer que la imagen que están viendo (en el espejo) es la de ellos”, abundó.

En esa tercera etapa, cada vez entienden menos lo que pasa a su alrededor.  “A veces lo que pueden entender es el lenguaje primitivo, algunas palabras”, dijo al explicar que se recomienda usar un lenguaje sencillo con oraciones cortas para no confundir aún más al paciente de Alzheimer.

¿Hay alguna manera de que un paciente se queda en una etapa sin progresar a la siguiente?

Algunos pacientes responden mejor que otros, pero la regla general es que el paracaídas va cayendo; más rápido o más lento, pero va cayendo. En la etapa uno es bien lento, pero en la dos empieza a aumentar y en la tres, más todavía”, observó al explicar que en esa última fase el paciente no coopera porque no entiende nada de lo que le dicen.

¿Cómo llegar al diagnóstico?

Como el Alzheimer no es la única, aunque sí la más común de las demencias seniles, existe una batería de pruebas para asegurar que ese es el diagnóstico correcto.

“Hay distintos métodos de diagnósticos, el MRI (imagen de resonancia magnética), pruebas de sangre, estudios vasculares, para ir formando el rompecabezas de posibles causas. El historial es el 80 por ciento de la historia”, dijo.

El “mini-mental examination” es la prueba más utilizada para detectar si hay deterioro cognitivo. Es a base de un cuestionario, por lo que el resultado debe estar acompañado por otros estudios objetivos. “Pero puede haber un MRI relativamente normal en etapas tempranas. Ahí la imagen del cerebro no te va a ayudar”, indicó al añadir que de un diagnóstico de “posible Alzheimer” hay que llegar hasta el “definitivamente Alzheimer”.

Si ya están en la etapa dos y han perdido mucha instrospección y juicio, los pacientes no son capaces de entender el diagnóstico y su magnitud.

La causa final de muerte en los pacientes de Alzheimer frecuentemente está relacionada con complicaciones en la tercera etapa. Infecciones recurrentes, deshidratación y desnutrición son algunas de las condiciones frecuentes.

“No quieren comer, no quieren beber; tienen problemas de nutrición porque por más que tratas no desayunan bien, no almuerzan bien. Muchas veces los encamados te desarrollan úlceras y es otro problema. Se combinan estas cosas y en conjunto te llevan a la muerte”, expuso el galeno.

Cuánto vive una persona con Alzheimer dependerá del cuidado que reciba y la existencia de otras condiciones. “Puedes tener un paciente que viva con Alzheimer 20 años y otros en ocho se acaban”.